Con más de un millón de cajas de Malbec vendidas alrededor del mundo, Trapiche es uno de los grandes embajadores del varietal y del vino argentino en cada rincón del planeta. La bodega ubicada en Maipú a orillas de las vías del ferrocarril representa parte de la historia viva de la vitivinicultura nacional con 140 años de historia, pero también es signo de la evolución de la industria, con la exploración hacia nuevos terruños y la modernización de los viñedos en búsqueda de mayor eficiencia, en tiempos donde uno de los principales enemigos es la falta del recurso hídrico.
Sergio Casé, jefe de Enología de Trapiche, charló con Los Andes acerca del varietal que él mismo vio crecer de manera exponencial en sus más de 23 años dentro de la empresa. “Producimos mucho Malbec y está en todas nuestras líneas, desde entry level hasta la alta gama. Es la columna vertebral de todos los tintos de la bodega y es el varietal que más vendemos en sus diferentes expresiones, alturas, suelos y estilos”, contó durante la charla.
Un Malbec para cada mercado
Uno de los grandes desafíos para Trapiche es lograr que sus vinos conquisten cada vez más paladares, no solo en Argentina, sino en el mundo. Allí, el Malbec, por su versatilidad, es una de las banderas que los han llevado a convertirse en uno de los referentes de la alta gama en el mercado asiático, con una importante presencia sobre todo en Corea del Sur. “Buscamos adaptarnos a todos los mercados con un abanico muy grande de estilos. Tramos siempre de conquistar paladares. Para eso hay que entender la cultura del país al que vas a vender”, destacó Casé.
“En Corea, que es el mercado más importante en la alta gama, desde hace ocho o nueve años viajamos para vender. Empecé con una botella debajo del brazo, intentando que me entiendan en inglés. Antes era más complicado, pero hoy en día es un mercado muy interesante, donde ves la alta gama de Trapiche por todos lados, donde el vino más ‘básico’ que vas a encontrar allá es de la línea Medalla”, describió el jefe de Enología de la bodega.
En el mercado asiático para Trapiche, Corea es el número uno, pero también venden, aunque en menor medida, en Japón, China, Malasia, Singapur y hasta en Australia, ya en Oceanía. Desde la perspectiva de Casé, este éxito radica en un importante motivo: “Corea es un mercado que está muy occidentalizado, con mucha influencia de Estados Unidos, por eso aman el Malbec y su sedosidad”.
Para lograr ese éxito, el experto opinó que no se debe imponer al consumidor un Malbec como el que se consume en Argentina o como piensan desde la bodega que debería ser. “Es algo que en un momento se hizo, pero ahora que ya estamos en el mercado es importante adaptarse y lograr hacer un vino cada vez más atractivo”, argumentó.
¿Cómo lograr un vino que se adapte a culturas y países tan diferentes? “Poder hacer un Malbec para cada mercado se logra saliendo del país, yendo a ferias y teniendo reuniones con los importadores, los clientes y con el público para empezar a entender qué es lo que les gusta. Si bien es un varietal que les encanta a todos, hoy tenemos muy claro que el Malbec para un europeo no puede ser tan maderoso como les gusta a los estadounidenses, que les gusta la madera y las sensación a vainilla y caramelo, aunque sin el agregado de azúcar al que están acostumbrados”, esa fue la respuesta de Sergio Casé.
“Así como en Argentina el consumidor tiene su gusto, en cada país sucede lo mismo y de nada sirve que yo le imponga y le diga ‘este es el mejor Malbec’ si ellos están acostumbrados a comidas picante, donde es más difícil acompañarlas con tintos. Es importante conocer la cultura de cada país y sus gustos”, justificó el enólogo.
Entre la exploración y la modernización de los viñedos
Sin lugar a dudas, el Malbec con el que Casé empezó a trabajar hace más de 20 años no es el mismo que elabora hoy, aunque algunos aspectos ha conservado. “La esencia del Malbec, su sedosidad, el atractivo del color, son cosas que no han cambiado mucho. Lo que sí ha evolucionado es la cantidad. Cuando comencé en la bodega tenía a cargo 750 barriles y 920 mil kilos de uva era lo que recibía para la alta gama. Hoy, tengo casi 10.000 barriles que custodiar -el 80% es Malbec- y tres establecimientos donde procesamos cerca de 20 millones de kilos para todas las líneas. La tecnología para producir también cambió y ayudó”, reconoció.
Pero toda esa evolución no es un techo, sino que el varietal emblema del país todavía tiene mucho por conquistar: “Así es la fuerza del Malbec. Moviliza cultura, movilizó empresarios y a toda la industria. Es lo que más se consume. Se puede seguir creciendo más, por supuesto. A nivel mundial somos el 3,5% del mercado, todavía queda mucho por hacer”, dijo Casé.
“En la medida de que se alineen los planetas, como siempre digo, que tengamos políticas políticas más claras, más flexibles, y que la gente se anime a plantar o mejorar los viñedos que hay, obviamente podemos crecer. Hoy en día no sobra nada de todo el Malbec que hay plantado, si hubiese más también se vendería”, sostuvo el enólogo.
Desde su punto de vista, hoy el principal inconveniente es la disponibilidad de agua y la irrigación de los viñedos. “Hay muchas dudas sobre en dónde plantar los nuevos viñedos de Malbec. En nuestro caso, lo que estamos haciendo es reconvertir viñedos que tienen más de 30 años y que ya no tienen una buena productividad. Son reemplazados por viñedos nuevos con toda la tecnología para ser más eficientes en todo sentido, con riego por goteo y preparados para la mecanización. En el caso de los grandes viñedos del Valle de Uco, eso representa la punta de la pirámide que van a los vinos más caros del mercado”, reconoció.
Trapiche cuenta con más de 1.200 hectáreas de viñedos propios, donde el más antiguo tiene alrededor de 40 años. Pero la bodega además trabaja con fincas de terceros, incluso tiene una línea dedicada exclusivamente a los mejores productores, Terroir Series. Ahí podemos encontrar una como Coletto, donde la edad del viñedo es de casi 80 años. Pero más allá de la edad del Malbec, que muestra el trabajo que se viene haciendo hace décadas con el varietal, la exploración es otro de los aspectos importantes que ha encarado la empresa.
Si bien en su proyecto Costa & Pampa sus experimentos con Malbec no dieron resultados positivos, Trapiche ha llevado la búsqueda de nuevos terroirs a su bodega en la Patagonia, más precisamente en San Patricio del Chañar, Neuquén. Se trata de una de las flamantes adquisiciones, donde todavía no han definido el nombre del proyecto, pero en el que ya han empezado a fraccionar los primeros vinos con la IG Patagonia.
“Ya estamos haciendo un par de líneas. Esta zona es muy linda, con buena amplitud térmica y con Malbecs extraordinarios también. Además de Malbec, de ahí ya tenemos algo de Merlot y Pinot Noir. La región tiene mucho peso a nivel internacional. Incluso, en algunos viajes me ha pasado que los extranjeros reconocen geográficamente más a la Patagonia que a Argentina. Son lugares para tener en cuenta porque tienen mucha nieve y agua”, destacó el enólogo.