El sector avícola en la provincia presenta dificultades vinculadas al aumento de costos del alimento, potenciado por el pago de transporte hacia los campos cerealeros. Esos factores afectan tanto a la producción de huevos como a la de carnes blancas, con un precio actual que, aseguran los productores, no termina de ser rentable.
Poniendo foco en la producción de huevos, se estima que en Argentina hay casi una gallina por habitante y el consumo es de alrededor de los 260 a 270 huevos per cápita por año. Si bien hace unos años el consumo era mucho menor (140 huevos anuales per cápita), se quitaron algunos mitos como que el huevo afectaba de forma negativa los niveles de colesterol en sangre y para 2019 el país ocupaba el cuarto lugar de consumo de huevos a nivel mundial.
Desde la Estación Experimental Agropecuaria INTA Junín, su director, Alejandro García, ha participado en iniciativas vinculadas al sector y explica que el alimento de las aves es uno de los insumos que más influye. Eso marca también una gran diferencia de rentabilidad entre empresas de cien mil gallinas que pueden comprar un camión de maíz o de soja directo desde el campo y productores muy chicos que lo deben comprar en un mercado local.
En cuanto a las características del huevo, García explica que no varía mucho según donde se produce: “La cadena de producción en general es la misma. Los de zona más costera con harina de pescado pueden tener más omega 3, pero las características en sí son similares. Acá es bueno producir y vender en el mercado interno, por logística, pero no hay un gran diferencial respecto de otro lugar”.
Lo que sí sería una ventaja es que en esta zona, por las condiciones climáticas, hay menor cantidad de enfermedades que en otras provincias, lo que genera un ahorro en antibióticos.
En cuanto a precios, se estima que un maple de huevo de granja “industrial” ronda entre $170 y $250, mientras que un maple de granja tipo “casero” cuesta entre $300 y $400.
Costos y precios
Nicolás Leiva, productor de Fray Luis Beltrán, califica el panorama actual como “malísimo, muy malo en costos y en el valor del producto”. El año pasado pagaba $8.000 por una tonelada de maíz y hoy debe abonar entre $16.000 y $17.000 por tonelada entregada en Mendoza. “Con los precios de los cereales y los insumos, el costo de producir está por encima del valor que vendemos”, señala.
Este productor analiza que el año pasado se dio una situación excepcional por la pandemia, con un gran consumo porque la gente estaba en casa y cocinaba más, pero en setiembre empezó a caer el precio y esa baja ha continuado hasta ahora. “El precio está igual que como estábamos antes de la pandemia, pero con una materia prima que sí subió”, comenta Leiva.
Una diferencia que marca este hombre de Fray Luis Beltrán, respecto de otras regiones del país, es que, en provincias como Santa Fe o Entre Ríos, muchos productores tienen sus propios campos donde sembrar cereales para alimentar a sus aves, cosa que no pasa en Mendoza y se debe comprar con flete incluido.
Armando Sileoni, productor de Santa Rosa, coincide en que durante la pandemia el precio del producto acompañó a los costos, pero después en setiembre el huevo frenó su aumento (no así los insumos).
“Los alimentos se cotizan en bolsa y los químicos los compramos a precio dólar. Argentina produce poco y nada de químicos, incluso importa aminoácidos y, de los que produce, la base es a precio dólar”, detalla.
“Actualmente, como vamos, van a cerrar varios. El panorama es negro porque el huevo hoy en día ya tendría que haber subido. En general, 2 kilos de huevo se vendían al precio de 1 kilo de carne, pero hoy podés ver maples de $140 en adelante”, apunta el dueño de Avícola Sileoni.
Al parecer, parte de ese bajo precio se debe a que han traído huevos desde el norte argentino a muy bajo costo.
Para Sileoni era común que se enviara y trajera desde San Juan, pero este nuevo ingreso rompe la cadena productiva local: “Te traen camiones, descargan en la calle y empiezan a vender. Hoy día cualquier persona te vende en la calle, y no debería ser así porque necesitás permiso. Es perjudicial porque no hay controles”.
Leiva también considera que hay una sobreoferta que dificulta recuperar el precio. También cree que es de esperar que algunas “gallinas viejas” salgan del mercado: “Mientras no se saque una buena cantidad de gallina, no se va a regular, no está la oferta y demanda que se necesita para que el huevo repunte. Hoy hay una sobre producción. Hasta que no se retiren gallinas y baje la producción, no va a mejorar el mercado”.
Una experiencia agroecológica
A raíz de la crisis vitivinícola en la zona Este, en 2014 un grupo de productores de Rivadavia buscó una alternativa de producción. En el marco del Programa para Productores Familiares (Profam) del INTA, algunos decidieron intentar con la producción de huevos y hasta el día de hoy continúan.
Alejandro García, director del INTA Junín, cuenta que los acompañaron para modernizar una producción de consumo que tenía una infraestructura muy precaria y con un bajo índice de postura (la cantidad de huevos que pone una gallina por día, siendo lo ideal uno por día).
“Tenían una infraestructura muy precaria, con una alimentación solo a base de maíz y niveles de postura muy bajos, de 10 gallinas solo tenían 3 o 4 huevos al día. Empezaron a mejorar los gallineros, mejoramos los alimentos con pasto para tener un huevo de características más casera, con una yema más amarilla. A lo largo de los años, el porcentaje de postura se llevó a cerca del 80% y se disminuyó la cantidad de huevos rotos”, recuerda García.
Actualmente, continúan relacionadas de forma asociativa ocho familias con un promedio de 100 animales cada una, con una producción amigable con el medio ambiente. Se comunican para compartir información de precios o para completar ventas, y la comercialización es más de cercanía hacia vecinos, familiares y conocidos.
García comenta que en otros departamentos han aparecido experiencias recientes en Santa Rosa y La Paz.
Carnes blancas
Una parte del sector avícola tiene que ver con la cría de aves para faena y comercialización, lo que se llama producción de carnes blancas. Si bien es un manejo y un negocio completamente distinto al de la generación y venta de huevos, sí hay similitudes que afectan al empresariado local como el precio de los alimentos y los costos de transportes.
Desde Avícola Luján de Cuyo, Antonio Olmo explica que valor de su producto no ha aumentado al mismo nivel que la inflación y el alimento de los animales. En sus números, del 26 de marzo de 2020 a la misma fecha de 2021, los cereales que consumen los pollos como maíz, girasol, sorgo y pellets de soja, han aumentado entre 110 y 130%.
Otra de las dificultades, que también sufren los productores de huevos, es la distancia de entre 400 y 500 kilómetros a los principales campos de cereales argentinos y que explica en parte el valor del alimento. Si bien algunos campos de San Luis benefician un poco por la cercanía, las distancias hacia Buenos Aires o Santa Fe encarecen el insumo.
Olmo explica que en Mendoza se consume alrededor de un 95% de la carne de pollo que se produce como “pollo fresco”, y alrededor de un 5% va hacia provincias como San Luis y Neuquén. Sin embargo, desde otras regiones también llega pollo congelado o pre enfriado con un menor valor (entre $150 y $170 la unidad, mientras que el pollo fresco mendocino está entre $190 y $230).
“Hay mucha oferta de pollo y los mendocinos consumen porque la carne vacuna está a un precio más alto. Ojalá pudiéramos ir cubriendo el costo al ritmo de inflación que tenemos. Con eso podríamos seguir produciendo y trabajando. Ir equilibrando la rentabilidad y ver si se puede crecer un poco más”, espera el directivo de Avícola Luján.
A nivel nacional, el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) está con tratativas para conseguir créditos más asequibles para la producción de carnes blancas. Además, están atentos por la situación de los camioneros ante una posible segunda ola del Covid, y algunos creen que sería bueno poder vacunar al personal de transporte para que no se complique la cadena de distribución.