Qué puede pasar con las exportaciones agropecuarias en el segundo semestre

Desde distintos sectores productivos mendocinos aportaron su mirada y analizaron los factores de los que depende ese resultado.

Cuál puede ser el comportamiento de las exportaciones agropecuarias de Mendoza en el segundo semestre. Foto: Los Andes
Cuál puede ser el comportamiento de las exportaciones agropecuarias de Mendoza en el segundo semestre. Foto: Los Andes

Las exportaciones mendocinas tuvieron un buen desempeño en el primer trimestre de 2024. En comparación con el mismo periodo del año pasado, crecieron un 30% en volumen y un 16% en valor. En particular, las ventas de productos agrícolas registraron un incremento del 57% en dólares y del 52% en kilos. Y el vino, el principal producto exportado, revirtió en los últimos dos meses la tendencia a la baja que venía mostrando desde hace meses.

La pregunta, para muchos, es qué puede pasar en el segundo semestre. Y en esto no sólo influye la disponibilidad de stock de cada producción -la mayor parte del ajo ya se exportó, como es habitual, entre fin de año y abril, mientras la ciruela desecada duplicó la cosecha de los últimos cinco años-, sino también variables de la macroeconomía local, como el tipo de cambio y el cepo, e incluso de los mercados internacionales.

Mario Lazzaro, especialista en mercado externo, comentó que este año hay una mayor producción disponible en la mayoría de los productos agroindustriales mendocinos: desde el vino hasta duraznos en conserva y ciruelas deshidratadas. Como consecuencia de una mejor cosecha, se va a disponer de un mayor volumen para destinar a la exportación.

Como, en general, el mercado interno no está siendo un motor para las ventas de las empresas -por la caída del consumo-, muchas van a buscar canalizar este incremento productivo al mercado externo. Pero advirtió que esto se dará en un marco de una cierta incertidumbre, por la existencia del cepo y, sobre todo, porque existe un retraso significativo del tipo de cambio.

En diciembre, analizó Lazzaro, los exportadores tenía una determinada estructura de costos con respecto al precio de venta, pero seis meses después de la devaluación de diciembre, el tipo de cambio real está prácticamente igual que al comienzo de la gestión del presidente Javier Milei.

Es que, si bien la devaluación permitió mejorar un 30% los términos de intercambio, esta ventaja quedó atrás rápidamente con la inflación de los tres primeros meses de 2024. El “crawling peg” o ritmo de devaluación, se mantiene en un 2%, cuando la inflación de mayo -la más baja no sólo desde diciembre, sino de los últimos dos años- fue del 4,2%, un 100% más alta.

Añadió que esto se ve reflejado en la tendencia a la suba del dólar informal o blue, que es impulsado por el contado con liqui, ya que los grandes liquidadores de divisas, que son los exportadores de granos de la Pampa Húmeda, tienen una expectativa de que se produzca una mejora del tipo de cambio y están reteniendo las liquidaciones.

“Este escenario genera incertidumbre”, planteó. Y reconoció que la situación es más compleja para quienes exportan un producto vinculado a una materia primera que se cosecha durante dos o tres meses al año -vino, ciruela, duraznos-, ya que, a diferencia de quienes tienen una rotación mensual de su producción, tienden a ser más conservadores en cuanto al precio al que van a colocar esa mercadería en los mercados internos.

Lazzaro ilustró que la vitivinicultura ya generó una estructura de costos, que va a quedar prácticamente inmovilizada durante 9 meses, hasta la próxima cosecha, con precios que se pactaron en febrero, marzo o abril, y que determinaron que el vino tuviera un cierto valor en centavos de dólar por litro. En este contexto, los únicos que tienen capacidad para reaccionar rápidamente son quienes exportan vinos a granel o mosto concentrado, porque son commodities.

Vinos

En el primer trimestre, los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura mostraban que las exportaciones totales de vino habían tenido un descenso del 12,2% en comparación con el acumulado de enero a marzo de 2023. El fraccionado se llevaba la peor parte, con una merma de 15,2%, mientras el granel había caído un 1,9%. El mosto, en cambio, había crecido un 101,3%, aunque la base de comparación era la de la cosecha más baja de la que se tengan registros.

Sin embargo, en abril, por primera vez en meses, se llegó al primer número positivo: con respecto a ese mes del año pasado, se produjo un repunte del 32,1% y, dentro de ese total, las exportaciones de fraccionado crecieron 35,8% y las de granel un 21,8%. La tendencia favorable se sostuvo en mayo, aunque con una cierta desaceleración, ya que, en la comparativa interanual, el incremento de las ventas al exterior de vino fue de un 6% en volumen.

En el acumulado de los primeros cinco meses del año, casi se ha logrado estar en los mismos valores de 2023; apenas un -0,4% para el total de los vinos, -0,6% para los fraccionados y +0,1% para los graneles. El mosto concentrado, en tanto, se mantiene con un crecimiento del 103%.

Lazzaro analizó que tanto los vinos a granel como el mosto tienen oportunidades para vender al exterior, porque tienen un precio que ha sido mucho más bajo en dólares, ya que el año pasado la cotización rondaba los $200 y éste, los $900, lo que, cuando se considera el 20% que se puede liquidar en contado con liqui, ronda los $1.000. Esto implica que hubo un incremento de más del 400% y la inflación no llegó a ese porcentaje, al tiempo que la uva tiene casi el mismo precio que en 2023.

En cambio, quienes quieran exportar vino fraccionado deberán ser más cautos, ya que recién se liberó la nueva cosecha el 1 de junio y hay que embotellarlo, etiquetarlo, colocarlo en cajas, lo que implica perspectivas bastante diferentes, pese a tratarse del mismo producto.

Por otra parte, destacó que el mercado de Brasil, que es importante para la vitivinicultura local, se ha visto afectado por las inundaciones, que causaron una gran afectación en la estructura productiva. Particularmente, de los estados del sur, que son los productores de vino. Esto significa que en ese país no va a haber competencia con las etiquetas domésticas, sobre todo en las gamas de precio medio y bajo. Esto se traduce en una oportunidad para quienes venden estos vinos al mercado brasileño.

Recientemente, José Bartolucci, presidente de la Cámara Argentina de Vinos a Granel, comentó a Los Andes que este año habrá una mayor oferta exportable que en 2023 y de muy buena calidad. Y había advertido que esto recién iba a notarse en las cifras del INV a partir del segundo semestre, cuando estuvieran listos tantos los vinos blancos como los tintos. Estimaba que podía llegar a duplicarse la cantidad de litros que se vendieron al exterior el año pasado, tal como ya se venía observando con el mosto (que tuvo un incremento de más del 100% desde los primeros meses de 2024).

Ajo

El ajo es, después del vino, el segundo producto más exportado desde la provincia. Según datos del Área de Inteligencia Comercial de ProMendoza, basados en cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), las ventas al exterior en el primer trimestre tuvieron un crecimiento del 44% en volumen y del 67% en dólares; lo que implica que no sólo se exportaron más kilos, sino a un precio más favorable. Esto respondió a una mejora en los precios internacionales, en especial los pagados en el principal destino de exportación para la provincia, que es Brasil.

Sin embargo, en los primeros días de mayo ya se había exportado casi el 80% del ajo que se produjo el año pasado y quedaba un 20% remanente en las cámaras frigoríficas, que se termina de comercializar a fines de agosto. Esto implica que habrá que esperar a la próxima cosecha, a partir de fines de octubre, con los ajos primicia, para ver qué sucede con las nuevas exportaciones.

Maximiliano Di Cesare, gerente de Asocamen (Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines de Mendoza), explicó que el fuerte de las ventas al exterior se concentra de enero a abril. Pero que el sector está muy pendiente de lo que pueda suceder en Brasil entre fines de septiembre y principios de octubre con respecto a la renovación de la tasa antidumping para el ajo chino.

Detalló que el arancel, que tiene como objeto proteger la producción brasilera del ingreso de este producto proveniente del gigante asiático, a precios muy bajos, vence en octubre. El Gobierno brasilero tiene que resolver si la renueva -los productores ya han presentado la solicitud por otros cinco años- o le da de baja. Sumó que hay un lobby muy fuerte por parte de las empresas chinas para que no se renueve, pero que esto podría tener un impacto muy fuerte en la producción tanto de Brasil como de Argentina.

Di Césare resaltó que el 80% de la producción local va a Brasil y que la tasa antidumping también beneficia, de modo indirecto, al ajo mendocino. De ahí que desde Asocamen estén acompañando, con datos y financieramente, a la entidad brasilera. Y por eso, esperan que en Argentina se avance en ciertas desregulaciones, como el levantamiento del cepo, para poder enviar dinero para ayudar en las gestiones.

Lazzaro, por su parte, señaló que, si bien ha habido una recuperación de la producción en España, no ha llegado a las 360 mil toneladas que solía cosechar y que es el segundo productor mundial de ajo (el primero es China, con 1,5 millón de toneladas, y el segundo Argentina, con 80 mil). Y a Estados Unidos casi no ingresa ajo chino, lo que implica una ventana de oportunidad.

Olivicultura

El sector olivícola mendocino enfrenta algo que podría considerarse paradójico: hay una buena demanda en los mercados internacionales, lo que ha hecho que los precios suban, pero la producción local de aceituna viene en un descenso sostenido, por lo que la oferta limitada de aceite de oliva restringe las posibilidades de aprovechar esa oportunidad.

Mario Bustos Carra, gerente de la Federación Olivícola Argentina, evaluó que los bajos stocks de aceite en los principales países productores ofrecen un muy buen panorama. Pero que la economía interna quita esos márgenes, porque se trabaja en gran medida para pagar impuestos.

Asimismo, señaló que tanto en España como en Portugal se están haciendo plantaciones intensivas, mientras que Mendoza pasó de ser la primera provincia productora en el país a ocupar el cuarto lugar. En este sentido, consideró que tanto el Gobierno provincial como el nacional deberían favorecer a la agricultura en general y a la agroindustria, porque la provincia es una importante proveedora de alimentos y bebidas, y ese esfuerzo debería resultar redituable.

“Se han perdido muchas hectáreas de olivos, pero el aceite de oliva que haya quedado se va a vender”, indicó. Además de una reducción de Ingresos Brutos, indicó que el sector productivo necesita infraestructura, como energía, rutas y caminos, y conectividad a internet.

En el primer trimestre de 2024, las exportaciones de aceite de oliva registraron un aumento del 103% en valor, según datos de ProMendoza, con US$ 6 millones versus los US$ 3 millones del mismo periodo de 2023. La cantidad enviada al exterior tuvo una variación bastante menor, del 36%, lo que confirma que hubo un aumento importante en el valor internacional del producto. Esto, debido a la escasez mundial del producto por las sequías que se han dado en países productores, como España.

Ciruela

Podría decirse que la ciruela desecada tiene una situación casi opuesta a la del aceite de oliva. El dato que celebran desde el sector es que, como esta temporada fue benévola en términos climáticos y no tuvieron una reducción de la cosecha por heladas, como les había ocurrido en años anteriores, alcanzaron una producción de entre 35 y 38 mil toneladas de fruta seca.

Este valor, explicó Francisco Araujo, coordinador del Clúster de Ciruela Industria de Mendoza, implica un incremento del 80%, no sólo con respecto a 2023, sino a los últimos 5 años, cuando la cosecha rondó las 20 mil toneladas secas.

Pese a que esto es una buena noticia, señaló que no se debe perder de vista que, en términos comparativos con Chile, el rendimiento por hectárea sigue siendo bajo en la provincia. Así, mientras en Mendoza este año se alcanzaron las 3,5 toneladas secas por hectárea, y resalta que se trató de una buena temporada, al otro lado de la cordillera se suelen obtener entre 7 y 8 toneladas. “Competitivamente estamos muy por debajo”, señaló.

Por otra parte, los precios internacionales están un poco por debajo de los del año pasado, aunque las ventas se están moviendo. El panorama, precisó, es un poco incierto, porque Mendoza venía produciendo y vendiendo 20 mil toneladas secas por año, y este año se encuentra con 35 mil, por lo que habrá que hacer esfuerzos comerciales y estratégicos para ubicar ese nuevo volumen.

En especial, teniendo en cuenta que tanto Chile como Francia y Estados Unidos han tenido producciones normales, con lo que el nivel de stock está bastante compensado. Además, Rusia, que era uno de los mercados tradicionales para la ciruela desecada mendocina, ha restringido las compras a Argentina desde la guerra con Ucrania, porque ha optado por abastecerse en países cercanos. En cambio, surge la posibilidad de vender a China, pero a través de exportadores chilenos, que tienen tratados fitosanitarios que el país no tiene.

En este sentido, Araujo resaltó la importancia de que Argentina avance en los acuerdos arancelarios y fitosanitarios, para poder llegar a destinos a los que hoy no está pudiendo ingresar de manera directa. “El sector exportador necesita el acompañamiento político para poder colocar estos volúmenes y mejorar los precios”, resaltó.

Ley Bases y cepo

Mario Bustos Carra, quien también es gerente de la Cámara Exterior de Cuyo, planteó que la aprobación en el Senado de la Ley Bases ha mejorado las expectativas para las exportaciones, porque hace varios años que el sector de Alimentos y Bebidas viene experimentando una caída; con vaivenes, pero con tendencia descendente. Esto, añadió, producto de malas políticas que se aplicaron, sobre todo en la gestión nacional anterior.

En cambio, consideró que las señales que están dando las autoridades nacionales son positivas, aunque reconoció que todavía es muy pronto para que se vean resultados, ya que los tiempos de los empresarios son otros. La principal medida que consideró favorable es el posible levantamiento del cepo, por las inversiones que se pueden producir y la libertad para manejar divisas.

Bustos Carra recordó que el 80% de las importaciones argentinas están destinadas a la producción y que, a raíz de la compleja situación económica de los últimos cuatro años, hay un atraso que obliga a renovar tecnología y equipos, pero que para eso se necesita tener un mercado con mayor libertad comercial, que permita insertarse en el mundo.

Si bien las miradas sobre la posibilidad de que este levantamiento se produzca en 2024 son diversas, resaltó que es importante que suceda, porque le garantiza al inversor que, si tiene beneficios, los puede girar sin obstáculos al exterior, y al productor, que puede importar los insumos necesarios, sin tener que recurrir a prórrogas forzadas para acceder a las divisas.

En este sentido, indicó que ha habido avances en las importaciones temporarias, es decir de aquellos elementos que se traen del exterior para producir algo que luego se exporta. Opinó que esto es una buena señal, pero que se deben brindar más herramientas a la exportación, porque se está compitiendo en un mundo muy complicado, con problemas logísticos, una distancia muy grande de los principales mercados y antecedentes económicos negativos.

Bustos Carra sumó que, si no se libera el cepo, al menos se debería cambiar la proporción de dólar oficial y contado con liquidación -hoy, 80% y 20%, respectivamente- a la que se están liquidando las ventas al exterior, para mejorar la ecuación a los exportadores. Esto, considerando que la carga impositiva todavía es muy alta.

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