La situación de sequía en Argentina es crítica y está afectando a productores agropecuarios de todo el país. Según un informe compartido por Coninagro, la falta de agua puede extenderse, ya que los modelos indican una probabilidad del 79% de evento niña para la primavera, con alto nivel de probabilidades hasta enero-febrero. Así, sería la tercera campaña seguida que los productores enfrentan este escenario que impacta a todas las economías regionales.
Respecto al clima, Según el Instituto de Clima y Agua del INTA, en base al International Research Institute, prevé precipitaciones inferiores a las normales para el trimestre septiembre – noviembre en el NEA, Santa Fe, centro y este de Córdoba y Santiago del Estero, Buenos Aires, La Pampa, Cuyo y Patagonia. En el caso de las temperaturas medias del trimestre se prevén en el rango superior a lo normales sobre la mayor parte del territorio.
La sequía ha afectado un tercio de la producción de Yerba mate
El dirigente Orlando Stvass, tesorero de Coninagro y presidente de la Federación de Cooperativas de Corrientes, analizó la situación yerbatera: “Padecimos el efecto de la sequía más fuerte en el verano hasta febrero, recién a fines de ese mes comenzó la lluvia y tuvimos un buen regimen a partir de febrero hasta la fecha. Pero con la sequía anterior la pérdida fue muy importante en el noreste correntino y sur de Misiones. Hoy estamos a punto de terminar la zafra y tenemos una pérdida del 25 al 30% de la producción total de yerba mate”, explicó el cooperativista de Colonia Liebig que produce Playadito.
“Por consecuencia de la sequía hemos perdido plantaciones nuevas que debieron ser repuestas a un costo muy alto. También hubo mortandad de plantas que nos llevaron a una merma productiva en nuestra zona. En Misiones hubo más lluvias y tal vez pudieron recuperarse mejor. En el invierno tuvimos un régimen más regular y eso nos dio un poco de aire freso, pero debemos esperar 4 o 5 años para que los ciclos vuelvan a entrar en producción, siempre y cuando la primavera y verano vengan bien sin efecto niña otra vez”, concluyó Stvass.
Por su parte, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estima un área sembrada de trigo de 5,9 millones de hectáreas para la campaña 22/23, 1 millón de hectáreas menos que en la campaña 21/22, en tanto que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) es algo menos pesimista, con una proyección de 6,1 millones de hectáreas para la campaña 22/23, 600.000 hectáreas menos que su proyección de la campaña 21/22.
Si se toma la proyección de la BCBA, y se mantienen estables los rindes, se podría esperar que la producción caiga 2 millones de toneladas respecto a la campaña 21/22, una caída del 9%. Con un precio FOB esperado a dic-22 de USD 333 por tonelada, el impacto sería de USD 666 millones. Si se toma la proyección de la BCR el impacto puede llegar a los USD 1.000 millones.
Según la BCBA, el 80% del trigo está en estado normal o bueno/excelente. En el 70% la condición hídrica es adecuada u óptima, mientras que el 30% está en condición regular o de sequía.
La Patagonia también ha sido afectada por la falta de agua
Quien relató el escenario en la zona austral del país fue Sergio Riskin, presidente de Primera Cooperativa Frutícola: “El norte de la Patagonia viene sufriendo una severa sequía, algo se ha aliviado este año por nevadas registradas en la cordillera, pero las lluvias siguen siendo insuficientes. Los bajos caudales de los ríos algo van aumentar, el riego en las zonas frutícolas para la temporada que se inicia está asegurado pero el bajo nivel que registran los lagos de las represas hidroeléctricas llevará años recuperarlo”, expresó el productor de peras y manzanas.
Asimismo, en lo que refiere a la producción de maíz y soja, la BCR estima una caída de 420.000 hectáreas en la siembra de maíz, pasando de 8,42 millones de hectáreas en la campaña 21/22 a 8 millones en la 22/23. Para el caso de la soja, estima un incremento de 700.000 hectáreas, pasando de 16,1 a 18,8 millones de hectáreas. La combinación de la escasez hídrica y el alto precio de los fertilizantes, sumado a preocupaciones por el abastecimiento, ayuda a explicar menores intenciones de siembra de maíz y mayores de soja.
Coninagro también advirtió que en un escenario de sequía y costos altos, es probable que los productores disminuyan el uso de insumos, principalmente fertilizantes. Esto refleja un informe de CREA que releva que un 29% de las empresas planean disminuir el uso de fertilizantes.
En todo caso, los cultivos llegarán al periodo de siembra con menor poder de compra respecto a la campaña pasada. Para comprar una tonelada de UREA se necesitaron en agosto de 2022 4,5 toneladas de maíz FAS, en agosto de 2021 se necesitaban 3,2. Es decir, la UREA se encareció un 40% toneladas de maíz. Para comprar un litro de glifosato se necesitaron 35,4 kilos de soja FAS, cuando en agosto de 2021 se necesitaban 26,1. Así, en términos de soja, el glifosato se encareció un 36%. En el caso de los fletes, un flete de 300 km costó 168 kg de maíz, por cada tonelada transportada, en agosto de 2021 implicaba 147 kg, por lo que el flete se ha encarecido un 14% al medirlo en kilos de maíz.
Además del impacto directo en la agricultura, la ganadería también se ve afectada por la menor disponibilidad de pasto. Esto genera que los productores ganaderos deban enfrentar mayores costos de alimentación, al tener que incorporar fardos, silaje y maíz. El “achicamiento” de los campos que provoca la sequía, también generó mayor afluencia de animales a los feedlots, la Cámara Argentina del Feedlot, informó un nivel de ocupación del 71% en julio y 69% en agosto, más altas que los niveles de los últimos 2 años.
Al respecto, Georges Breitschmitt, consejero de Coninagro y productor ganadero de Rojas, Provincia de Buenos Aires, comentó: “El panorama en la zona norte de la provincia de Buenos Aires es complicado, el estrés hídrico empieza a comprometer el trigo y la cebada, ya se ven cultivos con color amarillo y no se descarta que las pérdidas puedan ser importantes”.
A lo que el cooperativista de Las Carabelas agregó: “Desde las cooperativas estamos informando y estamos intentando asesorar al productor, sugiriendo que tome medidas preventivas a modo de coberturas a nivel mercado, es decir en caso de que la cosecha no sea la esperada. Además estamos promoviendo charlas de análisis climático que permitan minimizar el riesgo para encarar la cosecha gruesa de soja y maíz fundamentalmente”. Finalmente, Breitschmitt indicó: “esto lleva a una cautela financiera, austeridad, en algunos casos hasta se habla de romper los cultivos de invierno que no tengan buenas perspectivas y sembrar, por ejemplo, soja”