Desde la caída del muro hemos pasado de un mundo bipolar, una corta hegemonía de los EE. UU. a un escenario más multipolar donde aparece China como potencia emergente disruptiva. Suelo plantear que vuelve la normalidad histórica en términos económicos y tecnológicos ya que los últimos 20 siglos en casi 18 Asia representó más del 55% del PBI mundial y todas las proyecciones indican que antes de una década alcanzará esas cifras.
El poder global hoy se dirime con el acceso a las tecnologías informáticas más avanzadas como la Inteligencia Artificial, la internet de las cosas o las criptografías. La tecnología 5G y sus enormes oportunidades de uso, es donde se dirimen algunas batallas. Hoy es el núcleo de las tensiones de China y los EEUU. El resto son excusas o entreveros menores pero que impactan muchas veces en temas bioeconómicos. Algunos juegan a favor de Argentina, otros encierran enseñanzas a considerar seriamente.
Veamos un caso muy interesante como lo es Australia. Este país en los últimos años ha sufrido sequías muy importantes y en todos los escenarios de cambio climático aparece como uno de los más afectados en reducciones de precipitaciones. Según datos oficiales, el impacto del cambio climático de los últimos 20 años cuando se comparan las lluvias de 1900 / 1920 en el norte y centro son hoy un 40% menores y la temperatura promedio aumentó más de 1º centígrado. Esto limita y limitará futuros crecimientos de su ganadería y agricultura.
Desde lo geopolítico, cuando el Reino Unido ingresó a la Unión Europea, Australia perdió ese mercado y se le desarmó íntegramente el sistema político que debió modernizarse y relacionarse con todo el mundo, pasando China a ser un destino relevante para sus minerales y alimentos. De igual forma ocurrió en Nueva Zelanda, mucho más volcada a los productos agropecuarios. Ambas naciones ganaron mucho en competitividad y calidad de vida.
En los últimos dos años comenzó una crisis creciente entre Australia y China que está modificando una parte importante de las exportaciones australianas a partir de medidas restrictivas que coinciden con sus decisiones en cuanto a la fuente de tecnología 5G y la exclusión de Huawei, roces diplomáticos varios por el mar de la China y Taiwán y declaraciones australianas dudando del origen de la pandemia de Covid 19.
Estas restricciones fueron a las carnes, la cebada, el vino y el algodón, todos ellos con importantes porcentajes de exportaciones a China. Aunque no al carbón o al mineral de hierro donde con el 60%, Australia es el principal proveedor de China. Política semejante en tiempos de Trump con la soja y el maíz americano como represalia en sectores políticamente sensibles.
Aparecieron entonces oportunidades a productos argentinos que puedan compensar esos faltantes aunque también aprendizajes. En cebada, para Australia, el mercado chino era el 70% del destino. Ellos se quedaron sin él y Argentina tendrá este año un récord de exportaciones a este destino, unas 400 mil tn, aunque tendremos más competencia australiana en todos los mercados donde ya estábamos establecidos. En vinos, China era el 90% de sus destinos, gran problema que generó la búsqueda de nuevos mercados.
El tema de carnes es muy interesante de analizar. Australia es una potencia exportadora que, a partir de las grandes sequías de los últimos años había sido afectada y que en este año de recuperación está restableciendo stocks.
En este contexto, las restricciones hicieron que pasaran de una cuota de mercado del 19% al 13 %; de 300 mil tn a 197 mil tn a pesar de que China, por los problemas de la fiebre porcina africana, aumentó fuertemente la importación de todas las carnes, un 57% del mismo desde Brasil y Argentina con una porción nuestra del 28%. El método fue la suspensión de seis frigoríficos por cuestiones de etiquetado y eventual contaminación de la carne.
Lamentablemente, el cierre de exportaciones de este mes afectó fundamentalmente este destino que es el más importante para Argentina y casi el único que lleva categoría vaca y cortes de bajo valor.
Otro cambio geopolítico importante fue el Brexit por el cual el Reino Unido se separó de la Unión Europea, un proceso inverso del de hace unas décadas que abrió una oportunidad para Australia ya que este mercado es un gran importador de carnes y vinos.
Esto se materializó en un acuerdo importante para ambos y que implicará 35.000 toneladas de carne bovina sin derechos para llegar a 110.000 toneladas en el décimo año del tratado y en carne ovina que comienza con 25.000 toneladas libres de derechos, llegará a las 75.000 toneladas en el décimo año.
Eso en un contexto en que el Reino Unido multiplica los contactos para lograr acuerdos comerciales posbrexit, está negociando con India, Nueva Zelanda, Canadá y México. Gran oportunidad para el Mercosur o Argentina si estos estuvieran atentos a aumentar sus exportaciones y diversificar destinos.