Granos: ¿por qué Mendoza se queda afuera del negocio de la soja?

Los altos precios actuales despiertan interés en esta oleaginosa que puede cultivarse en terreno mendocino, pero que presenta varios desafíos para ser rentable. Disponibilidad de agua y lejanía del puerto, factores claves.

Granos: ¿por qué Mendoza se queda afuera del negocio de la soja?
Nuevamente esta oleaginosa tiene muy buenos precios internacionales, pero la escasez de agua hace que la provincia no sea apta. Algunos intentaron y se quedaron en el camino.

Con un valor internacional que rondó los U$S600 por tonelada durante mayo, más de uno puede haberse preguntado si con ese precio no resultaría conveniente producir soja en Mendoza. Hace pocos años se iniciaron algunas experiencias, pero la baja cantidad de hectáreas disponibles, el recurso hídrico y la falta de infraestructura, son algunas de las dificultades.

La pregunta por producir soja es válida si se considera que hace años parecía impensable tener un elevado desarrollo ganadero local, y hoy hay varias empresas desarrollando el negocio. De la misma forma, algunos sacan las cuentas de si, con un mejor sistema de riego, se podría cultivar esta oleaginosa que demanda por hectárea un mínimo de 600 mm al año (el triple del régimen de lluvias en Mendoza, 200 mm anuales).

Si se miran los datos del último Censo Agropecuario Nacional, realizado en 2018, de Mendoza no figura ni siquiera una hectárea de soja, cultivo que cubre el 88,5% de la sección nacional de oleaginosas (seguida por el 7,9% de girasol). En total ese año había 42 mil explotaciones agropecuarias de soja ocupando 12.734.371 hectáreas. Las provincias predominantes eran Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.

Alfredo Baroni, coordinador del Instituto de Desarrollo Rural, cree que la soja es propia de los cultivos de la Pampa Húmeda y llega hasta el Este de San Luis. Un efecto extra que tendría el boom de precios es que presiona a que las tierras aptas en el centro del país se utilizan para soja, empujando la ganadería a tierras más marginales y, por ende, promoviendo el desarrollo ganadero local en Santa Rosa y General Alvear.

“Nosotros prácticamente no cultivamos soja. Hay algunas hectáreas a nivel de ensayos y alguna que otra inversión, pero no la suficiente como para que la consideremos un cultivo importante en la provincia”, señala Baroni. Una aclaración que hace es que no se trata de un problema de suelo, y ejemplifica con que Mendoza en el pasado, antes de ser vitivinícola, era productora de trigo. Lo que prima es una cuestión de costos y rentabilidad.

Baroni entiende que mientras la provincia tenga propiedades “chicas” comparados con la Pampa Húmeda, es difícil lograr una rentabilidad conveniente. “Además, tenemos que trabajar con riego porque nuestras precipitaciones, en el mejor caso en General Alvear, pueden ser de 400 mm de lluvia por año pero en promedio son de 200 mm. Necesitás suplementarlo con agua, y eso tiene un costo”, apunta el coordinador del IDR.

Por su parte, Francisco Pérez Brea, gerente de marketing de NK Semillas, comenta que no ven a Mendoza como un lugar de producción comercial de soja, maíz ni girasol. Sin embargo, aquí sí se desarrollan semillas parentales (semillas padres) para “exportar” a la Pampa Húmeda. Se alquila una determinada cantidad de hectáreas y, cuando ven híbridos con buenos volúmenes de venta o quieren anticipar los lanzamientos, inician el proceso en Mendoza. Después sale la semilla comercial que usan los productores.

“A Mendoza la tenemos como una región de producción de semilla parental o híbridos. Producimos híbridos, mayormente de girasol, pero no es un lugar de venta comercial de semillas de soja para hacer cultivos masivos que se exploten comercialmente”, describe Pérez Brea.

Un tren con varias trabas

Hace unos 7 años, tomó fuerza la idea de que Mendoza podía aprovechar tierras de Santa Rosa y el Sur provincial para subirse al tren sojero. En base a sistemas de riego moderno, fertilizaciones y buenos precios, podía valer la pena y así lo intentaron algunos. Años después, tras consultar a productores y comercializadores, el éxito no fue el esperado.

Pepe Orfila fue uno de los productores de San Rafael que, con su hijo, ya tenía el proyecto armado y hasta las semillas para iniciar el cultivo en 2018. Sin embargo, la continua falta de agua y el hecho de que era un año “de mucha sequía”, le hicieron desistir de plantar soja para poder cuidar sus otros cultivos.

“Se veía que venía el año seco e iba a haber mucha competencia (entre los cultivos), porque era una finca muy grande, como mil hectáreas. Entonces se priorizaron los que ya estaban como la alfalfa y la chacra. Se decidió no plantar la soja porque, si no, iba a haber conflicto por el agua, y ya después fuimos por otro proyecto”, señala Orfila.

Un productor de Santa Rosa, Sergio “el gringo” Scelta, recuerda que se han hecho experimentos de distintos cultivos en el departamento con buenos resultados, lo que indica una buena adaptación del suelo. “Lo único en que tenemos escasez nosotros en nuestras tierras es de cobre. Los rendimientos para cualquier tipo de grano y cereales acá son óptimos, bajo riego obviamente”, señala. En este caso, cultivos como alfalfa resultaron más atractivos frente a la soja.

Desde NK Semillas, su gerente de marketing recuerda que ya en su momento se decía que era complicado por el tema de heladas en la provincia y que era importante estudiar si funcionaba el cultivo. “Reitero, Mendoza es un lugar importante de incremento de semillas parentales. En lo que es cultivo de soja puede ser algo puntual pero, en general, no hacemos una producción comercial”, señala Pérez Brea.

Mirando la región, Pérez Brea observa los cultivos de San Luis, donde se trabajaba más al Este con cultivos de soja, maíz y girasol. “Tenés partes con riego y sin riego. Toda la parte del área agrícola del Este creció bastante en los últimos años. Ahí maíz se hace mucho por la ganadería y hay mucho campo mixto donde se realiza engorde de ganado. Soja tenés más en la zona límite con Córdoba”, describe el gerente de marketing de NK Semillas.

Otro aspecto a tener en cuenta es la distancia hacia los puertos, un tema que también se analizaba al momento de pensar en plantar soja. Para poder exportar, habría que sumar los costos de fletes y eso disminuye la rentabilidad en comparación con las provincias cercanas al puerto. En ese sentido, la producción de maíz y soja podría servir para la producción ganadera local, pero es difícil que sea rentable para exportación.

Agua. La libre disponibilidad del recurso hídrico es fundamental para poder poner en marcha este cultivo en Mendoza.
Agua. La libre disponibilidad del recurso hídrico es fundamental para poder poner en marcha este cultivo en Mendoza.

Cambiar la pregunta

Jorge Silva Colomer, ingeniero agrónomo y ex director regional del INTA Mendoza San Juan, cree que la pregunta correcta no es si se puede plantar soja en Mendoza, sino también si es rentable económica, social y ambientalmente. Ese análisis debería hacerse para todas las actividades agrícolas, más teniendo en cuenta la escasez del recurso hídrico en la provincia.

“¿Se puede producir soja? De poder se puede, porque tengo fertilizantes, agroquímicos y semillas que se adaptan. Ahora, tenemos que tener en claro el proyecto. Si es sólo para tener el grano, no es rentable. Si es para alimentar ganado, puede ser rentable”, apunta Colomer. También es necesario rotar los cultivos (no hacer soja todos los años), para no perjudicar el suelo, aunque observa que esto también vale para los otros cultivos también.

“¿La soja se puede hacer por el clima? Sí. ¿El agua de lluvia le alcanza? No ¿Tengo agua para darle? Sólo si la gestiono”, expone Colomer.

En ese sentido, remarca que “todos los cultivos necesitan agua” y que Mendoza depende de la gestión de riegos para su agricultura, por lo que depende de las decisiones que se quieran tomar.

Otro punto se refiere a la falta de infraestructura y maquinaria para primero cosechar la soja y después para convertirla en harina o aceite, recordando que venderla sin un valor agregado, no resulta rentable para Mendoza.

Para el ex director regional del INTA, lo principal es definir si conviene tomar ese camino, y “después, cuando se tengan 1.000 hectáreas y no 10 hectáreas, ahí van a venir las máquinas cosechadoras de San Luis”.

¿Se puede pensar a largo plazo?

Alfredo Baroni, coordinador del IDR, hace hincapié en la infraestructura de riego, producción y comercialización necesaria para tener cultivos intensivos de soja. Además, llama a pensar en el largo plazo y no dejarse encandilar por los valores de este cultivo que, después del récord en mayo, la semana pasada rondó los U$S550 por tonelada.

“En la Pampa Húmeda hay más precipitaciones y, si bien en algunos casos se riega, esa agua es suplementaria, por si hace falta en algún momento. Acá sí o sí es parte necesaria. Por ende, tenemos un costo productivo que es superior. Tener un kilogramo de soja acá va a ser más caro que en la Pampa Húmeda”, comenta Baroni.

En cuanto a la infraestructura, pone como ejemplo el vino, que no se puede hacer ocasionalmente (un año sí y otro no) sino que requiere un proceso a largo plazo. “Podés hacer viñedos en la Pampa Húmeda, pero no vas a tener tantas bodegas como acá”, ejemplifica.

En ese sentido, para la soja sería necesario armar una estructura de acopio, de traslado al puerto, que llegue a las aceiteras, y “eso no se arma ocasionalmente” por si un año llega a un alto precio. Más aún si se habla de generar un valor agregado transformando el grano en aceite o harina.

“Además, está la lejanía a las aceiteras. Si un productor hiciera soja, bien con alto rendimiento, podría llegar a venderla, pero después el camión que tiene que trasladar de acá hasta Rosario va a tener que recorrer muchos más kilómetros que el de Río Cuarto”, señala el coordinador del IDR.

Finalmente, Baroni comenta que en el sur provincial hay algunas experiencias de soja más enfocadas a la ganadería provincial, ya que son parte del alimento del ganado. En ese caso, sí puede ser más rentable producir la soja en la misma región en vez de trasladarla desde otra provincia, pero es un esquema de negocio muy distinto al de la exportación sojera.

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