Un negocio que forma parte de la ganadería es la producción de forraje, una de las bases del alimento del ganado. En los últimos años, la superficie ha crecido en Mendoza y se estima que hay alrededor de 22 mil hectáreas, de las cuales 13.500 ha (el 60%) son de alfalfa. Las perspectivas son buenas para este cultivo, y su techo hoy es la disponibilidad del recurso hídrico y el crédito.
La producción de forrajes, en especial de heno de alfalfa y maíz picado (que se hace “silo de maíz”), ha estado vinculada de manera tradicional a la ganadería de cría, en el sur provincial. Sin embargo, en los últimos años ha crecido mucho en el Este mendocino, con proyectos en Santa Rosa de varias hectáreas y con riego bajo pivote. En esto influye también la reconversión de fincas de viñas y frutales que tenían una rentabilidad menor.
El ingeniero agrónomo Diego Guerrero participa en varios proyectos de este tipo en la provincia y afirma que “hay muchísimo interés en hacer producciones forrajeras”. Con una rentabilidad positiva, acompañada del crecimiento ganadero, Guerrero considera que aún queda mucho por hacer en inversión hídrica y se debe acompañar con créditos accesibles.
“El techo de la plantación de forrajes está dado por la baja eficiencia de riego y el escaso acceso a créditos blandos para adquirir equipos como pivotes y maquinaria. En otros países del mundo ‘regalan’ el equipo, porque el productor lo puede pagar en varios años”, analizó este ingeniero agrónomo. La tecnificación es importante para mejorar la eficiencia hídrica y para poder producir a gran escala.
Un dato de color que suma Guerrero es que están trabajando para exportar alfalfa al exterior, con una alta demanda en el mercado internacional: “La calidad de alfalfa que se puede lograr en Mendoza es muy buena, por tener pocas lluvias y mucha cantidad de sol. Oriente Medio, China y Japón podrían ser destinos”. Se podría vender heno de alfalfa en formato de megafardos de doble compresión o en pellets y cubos de alfalfa.
En el sur y en el este
El Censo Nacional Agropecuario de 2018 indicaba que, para ese entonces, en Mendoza había unas 13.150 ha de alfalfa, que hoy llegarían a 13.500 ha. Divididas en 870 explotaciones, eso da un promedio de 15,5 ha por explotación. Es un número muy bajo para estos cultivos de escala, ya que, por ejemplo, un pivote central suele usarse para 50 ha.
Luis Damián Carbó, director de Ganadería de Mendoza, considera que el forraje “aún no ha encontrado techo” y que ante la falta de agua se aprovechan riegos alternativos como pivotes. Si antes había zonas que se regaban a manto, por la crisis hídrica eso ya no debe estar ocurriendo, como pasó con otros cultivos que ahora sufren la falta de agua.
Además, Carbó señaló que una de las 22 líneas del programa de reintegros Mendoza Activa 2, es para “Forrajes: Compra de semillas y equipo de riego presurizado”. Para mayo, había 17 proyectos de este tipo presentados en el Mendoza Activa 1, la mayoría ubicados en La Paz, General Alvear y San Rafael, con cultivos de maíz, alfalfa y pasto llorón. La nueva línea se vincula con otras como Desarrollo agrícola y Agricultura de precisión. Por su parte, Andrés Vavrik, presidente de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Ganadería de General Alvear recordó que los vacunos activan varias actividades como frigoríficos, cuero, forraje, agroquímicos y combustible. Se trata de polos de trabajo con concentraciones de alta mano de obra.
Si bien la ganadería tradicional de secado genera pocos empleos, Vavrik sostuvo que para que la actividad sea una fuente de empleo se requiere de una ganadería bajo riego que involucre a los cultivos: “Necesitamos una agro ganadería que genere el cereal y las fibras para las dietas del animal: el cereal que da energía y proteína, y el forraje que da las fibras. Ahí es donde está la explosión de mano de obra”.
Para Marcelo Montoya, productor ganadero de Santa Rosa, la cantidad de terneros que se crían en Mendoza, pero se engordan en otras provincias, indica que hay posibilidad de engordar en el lugar de origen, utilizando además forraje propio con suplementos, para después faenar los animales en esta misma provincia.
“La zona Este tiene muchas tierras que han quedado desafectadas de la fruticultura y la viticultura, por los malos años que han pasado. Las que tienen pozo o derecho de riego pueden producir forraje suficiente para la terminación de los animales, y darle la calidad óptima para consumo, así que yo creo que produciendo forraje podemos convertirlo en carne fácilmente”, opinó Montoya.
Claves del cultivo
Para 2019, la alfalfa representaba el 4,1% del área cultivada y el 60% de la superficie de cultivos forrajeros. Así lo señala un estudio de la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas de ese año, según el cual los departamentos centrales eran General Alvear y San Rafael, seguidos por Lavalle.
Hay que tener en cuenta que un mal control de malezas, algunas tóxicas para el ganado, pueden llevar a su muerte, y la calidad de las semillas disminuye si viene mezclada con semillas de malezas. Además, la falta de maquinaria propia para siembra o cosecha, genera dependencia de servicios brindados por terceros que adquieren, como forma de pago, un porcentaje importante de la cosecha.
En cuanto a ventajas de la alfalfa, con un buen control de riego (evitando anegamientos), no habría problemas de enfermedades y el control sólo sería de plagas. También, se puede rotar con otros cultivos, tener en promedio 5 cortes por temporada (puede llegar a 6-7 cortes), puede sobrellevar las heladas tardías y si le afecta el granizo se aprovechan los cortes posteriores.