Según datos del informe del Laboratorio Estadístico del Instituto Nacional de la Vitivinicultura (INV), las exportaciones del 2022 mostraron, en el acumulado de los 12 meses, bajas en volumen de 21% y caídas de valores en 8 %. Es decir que Argentina exportó durante el año 265,7 millones de litros de vino (70,6 millones de litros menos con respecto al 2021) y US$ 825 millones FOB (US$ 72 millones menos que en el año anterior).
Sin embargo, también se dio una recuperación del precio promedio de 16,4%. Su valor se vio mejorado y redondeó los US$ 3,11 por litro, cuando en 2021 estuvo en US$ 2,67 por litro.
Luego de un 2021 con un volumen de exportación histórico que superó la media de 2012, en el último ejercicio, del total de los despachos, 198,2 millones de litros (el 74,6%) correspondieron a los vinos fraccionados, mientras que 67,5 millones (25,4%) son vinos a granel. Ambos segmentos sufrieron una retracción del 10% y 41,8%, respectivamente.
Por otra parte, el estudio del INV al referirse al valor promedio del vino mostró que el precio en el acumulado total (de enero a diciembre) tuvo una mejora del 16,4%, costando US$ 3,11 por litro. En el período aumentó el precio medio de los vinos varietales, espumosos y sin mención varietal. En el caso de los fraccionados el precio escaló a los USS 3,88 por litro, lo que representó un alza del 3,8%. El granel, en tanto, se comercializó a US$ 0,85 por litro y esto equivale a un incremento del 31,6%.
“Argentina cierra el 2022 con sus particularidades, pero con tendencias muy similares a lo que ocurrió en el mercado global. Mejora en el precio promedio del vino, muestra una caída de volumen y una excelente performance en espumosos, incluso muy por arriba del promedio del crecimiento mundial que se encuentra en torno al 14% en volumen y 28% en valor, mientras que nuestro país creció 55% y 60% respectivamente”, explicó Martín Hinojosa, presidente del INV.
La dinámica anual
Para Martín Hinojosa una de las explicaciones sobre la dinámica del año se encuentra en que “la baja cosecha de 2022 (la segunda más baja de la historia con 19,2 millones de quintales) redujo la oferta exportable, sobre todo de graneles y mostos”. El funcionario señaló, además, que durante el año los niveles de stock vínicos de seguridad casi siempre se movieron cerca de los 5,5 meses proyectados a la próxima liberación, cifra que está en equilibrio.
Hinojosa encuentra otra razón de la merma del volumen de los despachos en el panorama del mercado mundial: “El comercio del vino ha tenido en el 2022 una tendencia de reducción en volumen y un aumento de precios. El aumento del costo de la energía, los combustibles, la crisis logística y en la entrega de suministros, son los principales factores que cita la OEMV (Observatorio Español del Mercado del Vino) de España a la hora de explicar esta situación”.
Mientras que, sobre los números provisorios del 2022 y la vara de comparación en dólares FOB de la que se parte, el presidente del INV indicó que “en el 2021 Argentina había logrado superar el record de exportaciones del año 2012 en vinos fraccionados con cerca de U$S 820 millones a valor FOB”. Una situación que había permitido romper la barrera de los U$S 1.000 FOB con la suma de los fraccionados, graneles y mostos.
La base de la pirámide
En principio, se podría suponer que la mejora del valor promedio es una buena noticia, pero lo cierto es que se produjo por una caída en el volumen despachado del segmento entry level y esto provoca una verdadera preocupación para el sector. Desde Bodegas de Argentina, cuando se realizó un corte parcial del año a las puertas del último trimestre, explicaron que “si se le resta volumen a la base de la pirámide, automáticamente los precios promedios aumentan”.
Por su parte, Alejandro Vigil, presidente de Wines of Argentina (WOFA), comentó sobre la caída del 3,8% en las exportaciones de los fraccionados que ve un balance positivo porque “ha sido muy baja y sobre todo teniendo en cuenta la coyuntura actual, con costos de producción elevados y un dólar muy retrasado”. En contra partida, el enólogo y empresario agregó que el segmento de los vinos a granel se está cayendo fuerte.
Al mes de agosto, el precio promedio por litro de vino fraccionado exportado aumentó de US$ 0,14 en la comparación interanual, partiendo de US$ 3,70 entre enero y agosto de 2021 hasta llegar a US$ 3,84 en el mismo período de 2022. Ante este panorama, Rubén Panella, presidente de Fecovita, le había señalado a Los Andes que el atraso cambiario impactó en los mercados donde la cooperativa trabaja con vinos de primer precio.
“La caída de las exportaciones es importante en los primeros precios. Están quedando solo las de mayor valor agregado. Está bastante difícil poder competir en el exterior y en nuestro caso estamos perdiendo en los mercados de Brasil e Inglaterra”, había precisado Panella.
El tipo de cambio
A lo largo del año nos preguntamos ¿cuánto influye el atraso del tipo de cambio en la caída de las exportaciones de fraccionado? Atendiendo esta consulta, Patricia Ortiz, titular de Bodegas de Argentina (BdA), explicó en una nota previa que se necesita un tipo de cambio que “al menos le gane a la inflación”. Según destacó, hace casi dos años que el tipo de cambio corre por detrás del aumento de los costos del sector, una situación que reduce los márgenes de exportación, causando en los últimos 12 meses la pérdida de 20 puntos porcentuales en la rentabilidad de un vino de exportación promedio de menos de US$ 10 en el exterior.
En el mismo rumbo, Eduardo Pulenta, director de Bodegas y Viñedos Hugo y Eduardo Pulenta, sobre la caída de las exportaciones de vino fraccionado encontró una explicación en el atraso cambiario: “Tenemos una inflación acumulada muy alta y el aumento de costo de los insumos va por arriba del ajuste que ha tenido el dólar. Eso genera una caída de rentabilidad y falta de competitividad”. El empresario destacó que cada bodega tiene una realidad diferente y con ello sus posibilidades de ser competitivas.
“Creo que nuestro problema mayor es lo que recibimos en pesos argentinos por cada dólar exportado”, reflexionó Alejandro Vigil. Para el presidente del WOFA, hay segmentos “en los que corremos el riesgo de desaparecer en el mundo, porque no nos dan los costos. Nuestro segmento de vinos Premium, que ha sostenido la exportación de vino Argentino, cuya caja va de U$S45 a U$S75 está sumamente comprometida en costos”.
El atraso en el tipo de cambio apunta contra la competitividad del sector, con la vista puesta en un horizonte próximo. Vigil agregó: “Veo una pérdida de competitividad no solo por las retenciones que tienen las exportaciones o los problemas de importación de insumos, sino por el tipo de cambio que tenemos”. No obstante, los bodegueros, entre la espada y la pared, buscan una explicación a la situación actual y sacan números para seguir operando.
Como muestra, un botón
Entre los caldos sin mención de varietal fraccionados, la demanda del mercado cayó un 3,4% en 2022. Pasando de comercializar U$S 60,9 millones en 2021 a U$S 58,9 el año pasado. Entre los vinos de color la baja fue del 10,5%, pasando de 1.868.747 de hectolitros en 2021 a los actuales 1.672.421 hectolitros, en tanto que los blancos sufrieron una caída menor (-7,5%), bajando la demanda en un año de 334.551 hectólitros a 309.600 hectolitros a diciembre de 2022.
En cuanto a los números del mosto, en 2022 se exportaron 78.410 toneladas (-22,6% con respecto a 2021) por un valor de US$ 123.959 (+5,2 % respecto al año anterior).
Malbec, el dólar que no fue
Impulsados por una caída en volumen del 7,3% de los vinos fraccionados en el acumulado a julio, los bodegueros volvieron a la carga en setiembre para que el Gobierno les otorgue un “dólar malbec” en un encuentro con el secretario de Industria, Ignacio de Mendiguren. Desde el sector se solicitaron medidas para apuntalar los despachos al exterior, como la eliminación de la alícuota del 4,5% de derechos a la exportación que gravan al vino y la creación de lo que se denominó como “Dólar Malbec”, que en rigor es una moneda sin retenciones.
Desde Bodegas de Argentina (BdA) además se solicitó apoyo para la promoción internacional y que se implementen políticas para reducir o eliminar los aranceles que pagan las bodegas para ingresar sus vinos en los principales mercados internacionales. Patricia Ortiz, titular de BdA le había confiado a Los Andes la necesidad de recuperar rentabilidad en las exportaciones quitando las retenciones, para que las bodegas puedan reinvertir en el negocio y mantener “la demanda en el exterior en mercados sumamente competitivos”.
Al referirse a la inflación y el atraso cambiario, fuentes de BdA señalaron que “hace casi dos años que el tipo de cambio corre detrás de la inflación de costos que tenemos, lo cual reduce nuestros márgenes de exportación”. De acuerdo a este panorama remarcaron que al mes de octubre, llevaban en 12 meses pérdidas de 20 puntos porcentuales en la rentabilidad de un vino de exportación promedio que se consigue en 10 dólares en una góndola en el exterior.
Por su parte, desde el ejecutivo nacional aclararon que durante el anuncio del dólar soja, que llevó adelante el ministro de Economía Sergio Massa se hizo una mención específica para la industria vitivinícola. En la misma se había asegurado que parte de lo recaudado por el dólar soja se destinará a trabajar en ayudas para el sector, pero no se habló de un cambio diferencial.