Según el informe “El cultivo del ajo en Mendoza. Temporada 2023″ del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), el sector ajero viene avanzando firme en la mecanización. Sin embargo, referentes vinculados a esa hortaliza aseguran que para los productores chicos y medianos es muy difícil acceder a la maquinaria, por motivos que van desde los costos hasta la baja escala de los campos.
Comenzando por la siembra, como se sabe, la mano de obra es muy necesaria en la plantación y, ante la falta de disponibilidad y la competencia con la vid y los olivos, es natural que varios productores busquen alternativas. “Es fundamental poder cumplir con las fechas y evitar atrasos, ya que conllevan pérdidas de rendimientos como así también de calidad”, señala el informe.
Fue así que el IDR determinó que “en el 58 % de la superficie de ajo, sin distinguir por tipo comercial, la plantación fue mecanizada (en el 90 % de éstas, la sembradora es propiedad del productor, el 10 % restante terceriza la labor)”. Es decir que fueron sembradas mecánicamente 8.028 hectáreas. Para el otro 42 % de la superficie (5.813 ha de ajo) se utilizó el método tradicional, a cargo de operarios.
De todos modos, hay que aclarar que la plantación mecanizada genera algunas dudas, como explica Pedro Manzano, productor mediano de ajo: “La plantada con máquina en mi caso y de productores amigos es algo negativo, no es como la mano de obra de la gente, no hace el trabajo como tiene que ser correcto. Después cuando pasa un mes, empezás a ver pequeñas fallas en la plantación”.
Por otro lado, Manzano sí cree que es muy importante tecnificarse en riego y en cosecha, así como la inversión en tractores, aunque “la flota de los productores ya lleva años sin poder tener un recambio”. En ese sentido, sin rentabilidad se hace difícil poder reinvertir.
Mejorar la cosecha del ajo
La cosecha en el sector ajero no sólo requiere de mucha mano de obra, sino que hacerla a tiempo implica una mejor calidad final y por eso se deben evitar cosechas tardías o tempranas. Según el análisis del IDR, el 63 % de la superficie del ajo se cosecha con máquinas (8.720 ha), un 36% se hace de manera manual (4.983 ha) y el 1% restante no aportó información para el estudio.
“Si lo comparamos con la temporada anterior registrada (2021) en donde la superficie con cosecha mecánica era de un 26 %, y de manera mixta (en parte mecanizada y en parte manual) un 17 %, se puede apreciar un salto muy marcado en cuanto a la implementación de esta tecnología”, afirmaron desde la entidad provincial. Dentro de las hectáreas mecanizadas, el 88 % son cosechadas con maquinaria propia del productor.
Gabriel Testa, parte del comité directivo de la Sociedad Rural de Valle de Uco, consideró que hay un incremento importante en la mecanización. Es que, tradicionalmente, quienes aportaban la mano de obra para siembra y cosecha eran trabajadores venidos de Bolivia, pero como varios se quedaron, formaron familia y ya tienen su propia chacra, se ocupan primero de su ajo y después trabajan con el cultivo de otro.
“Eso ha llevado a que los productores lleguen tarde con la siembra o tarde con la cosecha, y el incremento del valor de la mano de obra se ha visto muy acelerado. Por ejemplo, para esta temporada se pasó, en cosecha, de $ 12.000 el jornal a $ 30.000 porque no había”, agregó Testa. Eso motivó a que varios productores se tecnifiquen para poder llegar bien con la siembra, poder cosechar a tiempo y ser competitivos.
Las dificultades de mecanizar
Desde la Asociación de Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines (Asocamen), su gerente general, Maximiliano Di Césare, afirmó que “la demanda de mano de obra insatisfecha es una realidad que percibimos no solo a nivel de finca sino de galpones de empaque”. El problema, continuó, es que “para el pequeño o el mediano productor es muy complicado poder invertir en maquinaria”.
“Cada centavo que ingresa en el sector se reinvierte en mejorar los tractores o, si la situación lo permite, comprar uno nuevo. Está el espíritu de producir más y mejor, pero si la situación no acompaña es difícil. No es sencillo acceder a una máquina que haga la plantación de forma automática o que coseche mecánicamente”, aseguró Di Césare, que también es productor de ajo.
En su caso, Di Césare pudo tecnificar su sistema de riego con programas como el Mendoza Activa, de reintegro de inversiones, aunque entre que presentó el presupuesto de la inversión y poder hacerla realidad, la inflación había modificado todo. Por eso, el gerente general de Asocamen asegura que el problema de fondo para mecanizarse son las trabas de la macroeconomía.
En una línea similar, Johana Vaccari, productora chica de ajo en el Valle de Uco, mencionó que “los que están mecanizados son los grandes productores” mientras que para los pequeños “aún es algo que es inalcanzable”. Algunas de las opciones que quedan son comprar la maquinaria en grupo o recurrir al alquiler eventual de maquinaria, siempre y cuando la economía lo permita.
“Por ejemplo, los medianos compran algunas máquinas entre varios y se las van prestando (no todos). El pequeño productor desgrana, planta y arranca con cuadrillas. Tenés la posibilidad de alquilar una máquina pero quizás te alcanza para una en el año”, concluyó la productora de Tupungato.
Radiografía del ajo en Mendoza
Según el informe del IDR, la superficie ajera del año pasado llegó a 13.841 hectáreas, 541 más con respecto al año anterior (4% más con respecto a las 13.300 del 2022). Es el segundo año consecutivo en que se supera el límite de oscilación normal, de 13.000 ha.
El documento detalla que el Valle de Uco (San Carlos, Tupungato y Tunuyán) sigue ocupando el primer lugar de la superficie cultivada con el 56 % del total, 7.770 ha, mientras que “en segundo lugar, pero con mucha diferencia de superficie, aparece la Zona Centro o Cinturón Verde (Maipú, Guaymallén y Luján) con el 15 % del ajo”, unas 2071 ha.
La tercera zona de importancia es el Este (San Martín, Rivadavia, Junín, Santa Rosa y La Paz) con el 13 %, unas 1.801 ha y con ascenso sostenido los últimos años. En cuarto lugar está la Zona Norte (Lavalle y Las Heras), concentrada principalmente en Lavalle, con el 9 %, unas 1.229 ha. Por último, se encuentra la Zona Sur (San Rafael, Malargüe y General Alvear) con el 7 %, unas 971 ha.
“Con respecto a la temporada pasada (2022), las zonas Centro, Este y Norte incrementaron la superficie de ajo en un 28 %, 9 % y 5 % respectivamente”, especifica el informe del IDR. En cambio, el Sur disminuyó de 1026 a 971 ha (bajó 55 ha, un 5,4%) y el Valle de Uco pasó de 7.837 a 7.770 ha (bajó 67 ha, tan solo 0,85%).
En cuanto a los tipos comerciales de ajo, un 75 % de la superficie fue para Morados, un 12 % para Colorados, un 2,5 % para Blancos tardíos y un 10,5 % para “otros ajos” (blancos tempranos y violetas). Se destaca el incremento sostenido de los ajos chinos, en detrimento de los ajos nobles (colorados y blancos).