Además de “Orgánico”, hay varias certificaciones que ayudan a dar un mayor valor a las producciones locales, desde “Empresa B” hasta “Comercio justo”. Si bien algunos especialistas lo toman como una herramienta para poder acceder a mercados externos, otros empresarios lo ven como un desafío para mejorar.
Probablemente, la más conocida es la certificación orgánica, regida por la ley nacional 25.127 de Producción Ecológica, Biológica u Orgánica. Se trabaja desde hace 30 años en Argentina y, según datos del Senasa, en el país durante 2020 trabajaron 1.343 establecimientos certificados (231 en Mendoza).
Otra marca que gana relevancia es la de Empresas B, también conocidas como empresas de triple impacto (económico, social y ambiental). Además, de generar ganancias, deben tener en cuenta el entorno humano y el medio ambiente. De 130 empresas vinculadas en el país, hay 13 negocios en la comunidad de Mendoza con la certificación internacional de Empresas B, otras 7 en proceso y alrededor de 20 haciendo sus mediciones.
Hace una semana, Trivento se convirtió en la firma número 13 de la región en conseguir la certificación de Empresa B. “Nos llena de orgullo ingresar a la comunidad de Empresas B Certificadas. Llevamos dos años en el proceso de gestionar el impacto que tienen nuestras acciones. Queremos compartir nuestras experiencias y estamos deseosos de aprender de las buenas prácticas de otros”, comentó Mónica Caamaño, Gerente de Asuntos Corporativos.
Silvia Greco, profesora de la UNCuyo y auditora de certificación orgánica, explica que en Argentina es obligatorio cumplir las llamadas “buenas prácticas agrícolas”, con el objetivo de lograr la inocuidad de los alimentos, la protección del medio ambiente y la salud. Eso se refiere a la ubicación de los insumos en el galpón, cómo se aplican los agroquímicos, elementos de protección para el trabajo, entre otros.
“Si un productor de ajo quisiera exportar a Europa le van a exigir las Global GAP, que son las buenas prácticas de agricultura a nivel mundial. Hace falta certificar eso para toda la fruta en fresco y las verduras que quieran ingresar a Europa. La certificación es la muestra para el comprador de que cumplís esas normas, que acá son obligatorias”, aclara Greco.
La certificación Fairtrade o Comercio justo, apunta a un buen pago de la materia prima y al bienestar general de los trabajadores. Edgardo Cónsoli, gerente agrícola de Santa Julia, cuenta que desde hace unos años trabajan con esa certificación y, por ejemplo, un porcentaje de la facturación de los vinos vendidos con ese sello van a proyectos sociales definidos por trabajadores.
“Las certificaciones son importantes porque te dan el marco y la autorización para comercializar productos, pero me parecen interesantes por los estándares que te proponen. La certificación es una consecuencia de trabajar bien, no es colgar cartelitos sino tener un desafío para ser mejores de manera continua”, sostiene Cónsoli.
Otra certificación que menciona Greco es la que otorga Bodegas de Argentina a quienes cumplen con los protocolos de sustentabilidad de la entidad.
Glosario.
Orgánica, Ecológica o Biológica: Sistema de producción agropecuario, con su correspondiente agroindustria, que hace un manejo racional de los recursos naturales y evita el uso de productos de síntesis química. Debe mantener o incrementar la fertilidad de los suelos y la diversidad biológica.
Empresas B: Dentro del Sistema B, estas empresas deben medir su impacto social y ambiental y comprometerse de forma personal, institucional y legal a tomar decisiones considerando las consecuencias de sus acciones a largo plazo en la comunidad y el medioambiente.
Global GAP: Es el acrónimo en inglés de buenas prácticas de agricultura globales. Son normas para certificar productos agrícolas en todo el mundo, y un requisito para vender a Europa. En Argentina es obligatorio cumplirlas pero no hace falta certificarlas para vender al mercado interno.
Fairtrade o Comercio justo: Certifica el cumplimiento de los estándares de comercio justo establecidos por Fairtrade Labelling Organizations International (FLO). Prohíbe el uso de materiales peligrosos y de organismos modificados genéticamente, además que hace hincapié en el bienestar de productores y trabajadores.
Huella hídrica y de carbono: La medición de huella hídrica analiza cuánta agua se utilizó para generar un producto a lo largo de la cadena de producción. En la de carbono se mide cuánto dióxido de carbono se gastó, incluyendo también el traslado del producto a la góndola.
Halal: Vinculado a los países árabes de religión islámica, la certificación halal (“lícito”) indica que el producto no incluye ni contiene en la composición nada que sea considerado ilícito según la ley islámica.
Kosher: Vinculado a la tradición judía, la certificación kosher (en hebreo, “apto o apropiado”) representa la ausencia de materias primas prohibidas por las normas judías, además de la estricta limpieza y saneamiento del equipo antes de la producción.