Llega fin de año y es momento de evaluar cómo fue 2021 para los principales sectores agroindustriales. Varios problemas afectaron de forma negativa, como la falta de envases de vidrio, la diferencia cambiaria y las contingencias climáticas de los últimos meses pero, para algunos rubros, también fue un año positivo, con mejor cosecha que 2020 (ésa fue una temporada con producciones “magras”) y un buen posicionamiento en el exterior.
Comenzando por la vitivinicultura, este año se cosecharon alrededor de 22,4 millones de quintales (qq) un volumen superior a los 20,6 millones de qq de 2020. Si bien el número de 2021 fue menor al promedio de la última década (24 millones de qq), el dato indicó una recuperación del volumen, a la vez que se tonificaron los precios pagados al productor.
La caída en ventas de vino a granel, tras un 2020 sobresaliente, se contrarrestó con un aumento de las ventas del fraccionado. Incluso, si se dan las tendencias que analiza el Instituto Nacional de Vitivinicultura, este año podría terminar con una exportación récord de vino fraccionado por U$S 840 millones, contra la marca de U$S 787 millones de 2012.
Patricia Ortiz, presidente de Bodegas de Argentina, analizó el año vitivinícola y destacó que, en cuanto a aspectos negativos, los problemas mundiales de logística afectaron al sector, con sus costos extra que se sumaron a la falta de envases de vidrio: “El tema de las botellas ya se empieza a notar, sobre todo a esta altura del año, cuando las bodegas tienen que vaciarse para recibir la nueva vendimia”.
En cuanto a aspectos positivos, Ortiz señaló el aumento de las exportaciones, “una muy buena noticia”, aunque llamó a reflexionar porque son valores cercanos a 2012. “Eso muestra que tuvimos 10 años de estancamiento y, realmente, tendríamos que ver cuáles deberían ser las estrategias para salir de esa meseta en la cual estamos. Si bien la curva se revirtió, hemos perdido mucho tiempo”, analizó la presidente de Bodegas de Argentina.
Por su parte, Eduardo Sancho, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), consideró que “lo central de este año es que se ha ido equilibrando la vitivinicultura, con mejores precios para el productor y un equilibrio entre la oferta y la demanda”. Tras un 2020 con un consumo elevado, Sancho lamentó la caída del consumo interno, por factores como la pérdida de poder adquisitivo de la población en general.
Sancho coincidió con los problemas por la falta de vidrio, y recordó que un desafío es seguir apostando a distintos envases para el mercado interno. En cuanto a las ventas externas, el referente vitivinícola señaló que productos como el mosto o el vino a granel dependen mucho del tipo de cambio y celebró el aumento de exportación en vinos fraccionados, “lo más importante en generación de valor agregado”.
Un año frutihortícola difícil
Desde la parte frutihortícola, 2021 parece haber presentado más aspectos negativos que positivos. En cosechas, el tomate para fresco tuvo una recolección mayor (280.000 t contra 248.000 t de 2020), mientras que la ciruela para industria volvió a caer (60.571 t contra las ya bajas 64.464 t de 2020).
Desde la Unión Frutihortícola Argentina, su presidente, Omar Carrasco, consideró que “éste fue un año difícil, muy difícil” sin sentir un apoyo estatal fuerte ni reglas claras para producir. “Escuchamos muchas veces en la campaña hablar de que van a trabajar sobre las economías regionales, y la verdad que los hechos son bastante negativos en ese aspecto”. A eso se sumó el granizo de las últimas semanas, con productores que ya no quieren seguir.
“En algunos sectores se está tirando la producción, como pasa con la cebolla, la papa, el camote, la lechuga. Hay mercadería tan barata que no conviene ni cosecharla porque no cubrís los costos de cosecha”, lamentó Carrasco. Además, la pandemia continuó durante el año, y con ello la incertidumbre sanitaria y económica. “De aspectos positivos hay muy pocos. El único es el esfuerzo de los productores para seguir produciendo cantidad y calidad a pesar de todos los palos en la rueda”, concluyeron desde la Unión Frutihortícola.
Puntualmente en el caso del ajo, Daniel Espósito, presidente de la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines (Asocamen), coincidió en que fue “un pésimo 2021″, después de un 2020 con buenos precios en el mercado internacional. La competencia desleal y la disparidad entre el dólar oficial y el paralelo (los exportadores cobran un tipo similar al dólar oficial) complica el negocio.
“Tuvimos un año de mucha producción, bastante importante con alrededor de 20.000 ha de ajo en la provincia. El problema es que tuvimos precios bastante irregulares, con muchas fluctuaciones, y el año terminó con sobrante de mercadería”, analizó Espósito. Por otro lado, Brasil, principal comprador del ajo mendocino, ha crecido en producción propia y eso también quitó lugar al ajo local.
Entre olivos y durazneros
El caso olivícola concluye un año con aspectos positivos, ya que, dentro de la caída generalizada de la superficie en los últimos años, se logró avanzar en trámites para lograr la Indicación Geográfica (se espera para inicios de 2022) y en diciembre la Olivícola Laur quedó posicionada como número 1 en EVOO World Ranking (el Ranking Mundial de AOVE).
Luis Armando Mansur, presidente de la Asociación Olivícola de Mendoza (Asolmen), remarcó las dificultades de producir y exportar “con un dólar anclado, sin envases de vidrio y pagando insumos y logística a precios muy elevados”. Complica además la caída de producción de aceitunas dentro de la provincia, de modo que algunas aceiteras “hoy cumplen con el 50% de los compromisos que tenían en el mundo”.
“El tema de Laur es muy bueno. Es loable la calidad del aceite mendocino y acá la gente trabaja muy bien. El problema es tener menor producción en la provincia y no poder cumplir compromisos internacionales. Es un producto altamente demandando, la oportunidad y la demanda están”, analizó el presidente de Asolmen. En cuanto a la falta de vidrio, fue “uno de los problemas centrales del año” porque para exportar se debe “lucir” el producto con ese envase.
En cuanto al durazno, desde la Federación del Plan Estratégico de Durazno para Industria (Fepedi) lamentaron una reducción de la superficie cultivada (ahora hay poco más de 5.000 ha cuando antes había 6.500-7.000 ha) con menos cultivos en el oasis Este, industrias que cerraron y otras que redujeron o cesaron la producción.
Para el presidente de Fepedi, Leandro Roldán, hay problemas históricos como “falta de financiamiento competitivo” y otros como incrementos sistemáticos de insumos, de “costos burocráticos”, fenómenos de “controles de precios” que atentan contra la rentabilidad y las contingencias climáticas, como las heladas de setiembre y octubre. Desde la entidad plantean estos reclamos y buscan promover el consumo y la integración.
Así, por ejemplo, desde el sector impulsaron campañas publicitarias en televisión, redes sociales, concursos gastronómicos y actividades relacionadas a la gastronomía. “También en este 2021 Fepedi lanzó su proyecto de ‘Integración de Red Automatizada de Registro de Información para la Implementación de Fruticultura de Precisión’ a partir del cual se busca constituir una red que asista a productores, industriales y consumidores en la obtención de información correcta, pertinente y de interés”, comentó Roldán.
La mirada del Gobernador
Llegando a fin de año, este medio también le consultó al gobernador de Mendoza, Rodolfo Suárez, sobre dos aspectos que valorara sobre la agroindustria mendocina en este año. “Creo que lo más importante es que vamos a tener un año histórico en el vino, con cerca de 1.000 millones de dólares en exportación. Eso ocurrió solamente en 2012. No ha sido bueno el año en España, Italia y Francia y eso nos favorece mucho”, respondió.
Siguiendo en esa línea y mirando al Gobierno nacional, el mandatario sostuvo: “Necesitamos que la macroeconomía nos acompañe, porque se hace difícil cuando existe una brecha del dólar como la que tenemos en Argentina. No se trata sólo de ganar nuevos mercados sino también de mantener los ganados”.
Un segundo aspecto que resaltó Suárez fue la premiación de Laur como número uno del Ránking Mundial de AOVE: “Tener un aceite como primera marca en el mundo realmente abre una esperanza de que recuperemos lo que fue la olivicultura para la provincia de Mendoza”. Tanto la agricultura como la vitivinicultura ayudan a exponer a Mendoza y “esa marca genera empleo, turismo y progreso”.
“Tenemos que salir del paradigma de que podemos vivir sólo con el mercado interno y hay que ir a vender al mundo. Era una política que teníamos trazada al inicio de la gestión, pero no hemos podido viajar. De todas maneras ya hemos visto el calendario de ferias internacionales para salir a vender nuestros productos”, comentó Suárez, con miras hacia el futuro. En ese sentido, recordó que es importante el trabajo en conjunto entre los sectores público y privado.