Con la cosecha de ajo a la vuelta de la esquina, los productores, empaquetadores y exportadores analizan el panorama general. Si bien hay dudas sobre si será una cosecha mayor o menor a la del año pasado, la mayor preocupación es poder colocar el producto en el mercado exterior con un precio rentable.
Los números del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) indican que en la temporada 2019-2020 había 11.340 ha de ajo, mientras que en la de 2020-2021 hay 11.365 ha, un crecimiento mínimo del 0,22%. El Valle de Uco es la principal zona con 6.711 ha, mientras que en la zona norte hay 1.002; en la centro unas 1.643; en el este hay 1.146 y en el sur provincial 863 ha. Más de la mitad de la plantación (el 65 %) es de ajo morado.
Mirando a la nueva cosecha, a fines de setiembre comenzó en el norte mendocino la cosecha de ajo inducido. Durante octubre continúa el chino blanco, la variedad más temprana, y después se inicia el morado chino. En noviembre, comienza la cosecha en el Valle de Uco con el ajo colorado europeo, que requiere de zonas frías y también se cultiva en Luján de Cuyo.
Desde la Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines (Asocamen), su coordinador general, Guillermo San Martín, cree que este año habrá “una cosecha interesante”, aunque está el temor de que se haya plantado ajo de baja calidad que no se vendió este año.
“En otoño advertíamos que el ajo que no se iba a vender por los malos precios se iba a plantar y eso pasó. Hoy va a haber muchos productores presionando el mercado a la baja, porque tienen que vender la producción. El productor debería estar pensando en hacer menos ajo, pero de mayor calidad. El precio se defiende con calidad”, afirma San Martín.
Además de la superficie, va a jugar el estado de los mercados externos, con complicaciones logísticas para enviar los productos a Europa y Taiwán. En cuanto a la calidad, el coordinador de Asocamen considera que en general se está viendo un buen nivel, aunque hay que poner el ojo en muchas explotaciones chicas con un ajo menos cuidado.
Por parte del Gobierno provincial, la directora de Agricultura, Valentina Navarro Canafoglia, asegura que están comprometidos con el sector para que siga creciendo en la cadena de valor: “Hemos avanzado en primera instancia con la mesa sectorial institucional que hicimos en junio, cuando participaron referentes del sector, productores y empaquetadores, y distintos organismos de la provincia, como Iscamen, IDR, ProMendoza y la Dirección de Agricultura”.
Un reclamo en esa reunión de junio fue que se efectivizara el Fondo de Integración y el Desarrollo del Ajo (FIDA), cuyo Consejo de Administración tuvo su primera reunión la semana pasada. “El FIDA va a ayudar a dar una mayor integración de la cadena, con temas como investigación, superficies, precios y costos. Éste es un sector que necesita herramientas para fortalecerse y seguir creciendo”, señala la directora de Agricultura.
Los desafíos del ajo
Otra entidad representativa en el sector ajero es la Sociedad Rural del Valle de Uco. Su presidente, Mario Leiva, considera que en volumen de siembra la superficie entre un año y otro ha variado muy poco y que “no es un factor que vaya a mover la aguja del precio”. En ese sentido, considera que se está en un mismo nivel que a esta altura de 2020, sin accidentes climáticos que hayan perjudicado la producción.
“Creemos que la calidad es buena. No hubo grandes problemas en invierno y estamos en una cantidad de hectáreas similar al año pasado. Creemos que el precio va a estar en el orden de los 70-75 centavos de dólar, depende de los rendimientos, los costos y la posibilidad de tener un buen mercado en Brasil (principal comprador mendocino)”, analiza Leiva. Él espera que las complicaciones logísticas entre China y Brasil sean una ayuda para la producción mendocina.
En cuanto a los problemas del cultivo, el presidente de la Sociedad Rural del Valle de Uco considera que son los mismos que los de la producción primaria de Mendoza, como comprar insumos a un dólar de $ 180 y vender el producto a un dólar de $ 100. “Eso genera una descapitalización profunda en el productor”, aseguró.
Eso se suma a “problemas históricos” como la falta de mano de obra: “Necesitamos una legislación acorde a nuestra economía y hay que contar con mayor mecanización. El productor puede invertir mientras haya rentabilidad”. A eso se suma el temor de falta de agua por las escasas nevadas en cordillera.
Por otro lado, Guillermo San Martín señala que hay productores con muy baja productividad, con 800 cajas comerciales por hectárea, y otros que logran 1.500 cajas por hectárea. “En Argentina tenés un productor común y uno tecnificado. Los segundos tienen un nivel empresarial más desarrollado y ven el negocio como algo permanente. Los primeros lo hacen como oportunidad”, afirma el coordinador general de Asocamen.
El problema, afirma San Martín, es que para que el ajo sea un buen negocio se debe mirar qué pasa a nivel local e internacional. Se tiene que seguir esa información para tomar buenas decisiones. Si no, se planta sólo cuando hay buen precio y en la temporada siguiente eso inunda el mercado (y por ende, baja el precio).
“Muchas veces el productor no sigue la planificación que tiene que seguir, y después se queja de que no hubo precio o no se lo compraron. Si fuera para el mercado interno, Mendoza con tres mil ha tiene suficiente, pero acá se lo plantea como un negocio de exportación donde el precio lo pone el mercado internacional, con actores como China, España y Brasil”, explica el coordinador de Asocamen.
Producir y exportar
Daniel Espósito, productor y comercializador de ajo, comentó que, de acuerdo con lo que ha hablado con sus colegas, éste es un buen año en volumen de producción para Argentina. “Hay algunos ajos que se sembraron tardíos, que vienen un poco más flacos, pero el clima está ayudando y aparentemente vamos a tener una superproducción en Argentina”, opina.
Si efectivamente se da esa buena cosecha, Espósito cree que será importante ver cómo colocar el producto: “Tenemos que rogar que Taiwán, EEUU y México estén presentes, porque, si no va, a ser un año muy difícil para nosotros, para los productores. Va a ser muy difícil poder sacar todo el ajo que tenemos”. Teniendo en cuenta que Brasil ha guardado parte de su producción pasada, este empresario cree que será un año con mucha competencia y mercados poco demandantes.
En la visión de Viviana Míguez, productora pequeña de ajo en el Valle de Uco, “la producción de ajo es muy noble y se exporta fácilmente”, lo que puede mover a que haya un aumento en la cantidad de hectáreas. “Como productores tenemos el desafío de arriesgarnos y siempre cultivar un poco más”, comentó.
“El único inconveniente que tenemos, y se repite cada año, es el juego con el tiempo. Nos arriesgamos a las inclemencias climáticas. Por ejemplo, este año cayó piedra en junio”, afirmó Míguez.
Para la productora, el panorama general con miras a la cosecha es que “será un año muy bueno para el ajo”, ya que esperan poder vender al exterior.
Fondo de integración y desarrollo
En la última semana, este medio daba a conocer la primera reunión del consejo de administración del Fondo de Integración y el Desarrollo del Ajo (FIDA). Establecido por la ley provincial 6.832, el fondo busca promover la producción de ajo y sus derivados, la competitividad, el consumo y la exportación. Empacadores y exportadores deberán contribuir con aproximadamente $ 0,50 por cada caja de 10 kilos de ajo que se exporte, mientras que el Estado complementará esos aportes.
Todo lo recaudado será invertido en temas estratégicos vinculados a la producción primaria, el empaque y lo comercial. Quienes componen el Consejo de Administración estiman que con el aporte de $#0,50 por caja previsto para este año, se podría contar con unos $ 4.000.000, que se irán destinando a necesidades puntuales que surjan desde el sector.
Vale recordar que Mendoza exporta entre 7 y 9 millones de cajas de ajo, dependiendo el año, por lo que los centavos aportados por cada kilogramo constituirán un fondo significativo para la actividad. Todos los años este monto será consensuado entre los actores vinculados al sector. Se estima que sólo en el Valle de Uco hay más de 3.200 productores de ajo.
Las instalaciones del Instituto de Desarrollo Rural, dependiente del Ministerio de Economía y Energía, fueron el lugar de la reunión. Participaron la directora de Agricultura, Valentina Navarro Canafoglia; Guillermo San Martín y Ariel Zucarelli, de Asocamen; Mario Leiva, de la Sociedad Rural del Valle de Uco, y Alfredo Baroni, coordinador técnico del IDR, entre otros.