Aceite de oliva: ¿es una marca que se pierde?

Con la cosecha de aceiteras en marcha en la provincia, varios referentes aseguran que la calidad es excepcional, pero que los rindes y la superficie son cada vez menores.

Imagen ilustrativa.
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Vino y aceite de oliva, es un matrimonio destinado al éxito. Mendoza (y principalmente la zona de Maipú) supo tener un importante liderazgo en el desarrollo de excelentes aceites de oliva de alta calidad, pero el desarrollo urbanístico de la zona fue dejando atrás a ese sueño.

Si bien muchas empresas que trabajan seriamente con el desarrollo de este producto están afincadas en Mendoza, en varias ocasiones, en este suplemento, hemos contado que compran parte de su producción en las provincias de San Juan y La Rioja.

Con la cosecha de aceiteras en marcha en la provincia, varios referentes aseguran que la calidad es excepcional, pero que los rindes y la superficie son cada vez menores.

Datos recientes del Instituto de Desarrollo Rural muestran que, en los últimos 10 años, la superficie con olivo para aceite cayó 19%, perdiéndose más de 2.981 hectáreas. En tanto, la aceituna para conserva también perdió superficie, alrededor del 30%, dejando sólo 3.800 hectáreas en total en Mendoza.

En ambos casos, la mayor parte de la cosecha se realiza manualmente y nuevamente se espera para las aceiteras poca disponibilidad de mano de obra.

Si hablamos de producto, las empresas serias tienen que hacer frente a la competencia desleal e ilegal que, en varios casos, ofrece aceites adulterados.

Pero este año, a los problemas estructurales que ya tiene el sector, se le suma el abastecimiento de los envases de vidrio que están resultando en altos costos e inmovilización de stocks, si se tiene en cuenta que, según explican los mismos industriales, los pagos son adelantados de contado y se pide que se compren grandes volúmenes para lograr el abastecimiento.

En medio de una nueva cosecha, vender aceite será otro desafío para las industrias mendocinas. Es que con la caída del salario real y al tratarse éste de un producto de consumo no masivo, las ventas también podrían verse resentidas. El segundo semestre será determinante.

La buena noticia es que, a pesar de la caída de la superficie y los bajos rendimientos, Mendoza sigue dando materia prima de excelente calidad y el maridaje entre vino y aceite también sigue mostrando frutos. En esta situación, resta preguntarse si quizás es hora de volver a apostar por las aceiteras.

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