Vivir mejor: Una propuesta para ver qué estamos haciendo con nuestra vida

Este libro con características de manual, nos pasea por cinco ejes fundamentales de la vida y propone una autoevaluación desde donde descubrir qué aspectos requieren nuestra atención o ayuda profesional

El psicoanalista y psicólogo Martín Alomo, pese a su extensa formación, propone un libro de lectura ágil e ideal para repensar cómo estamos abordando diversos aspectos de nuestra vida.
El psicoanalista y psicólogo Martín Alomo, pese a su extensa formación, propone un libro de lectura ágil e ideal para repensar cómo estamos abordando diversos aspectos de nuestra vida.

Desde hace muchos años, la creciente oferta de libros de autoayuda y autoconocimiento abarrota, cada vez en mayor medida, las vidrieras de las librerías, empastando la capacidad de discernimiento de los lectores que se encuentran ante la dificultad de comprender el alcance teórico de cada tópico y -en consecuencia- se quedan sin poder decidir por cuál lectura apostar.

En este sentido, tener la posibilidad de antemano de conocer los temas en torno a los cuales gira el contenido de un libro, colabora con la elección de la lectura que deseamos abordar. Es por eso que mantuvimos una entrevista con Martín Alomo, autor del libro Vivir Mejor, un compendio de ideas útiles, prácticas, y consejos sobre los aspectos cruciales de la vida, escritos en un lenguaje directo y franco, sin medias tintas.

El libro toca cinco tópicos que atraviesan la vida de la mayoría de las personas: la pareja, los hijos, el trabajo, las redes sociales y la muerte o, mejor dicho, lo que ocurre una vez que dejamos este mundo, lo cual lo hace mucho más interesante.

Por último contiene cinco tablas de autoevaluación, referidas a cada uno de los capítulos, para que el interesado pueda revisar su propia situación respecto de cada uno de los ejes. Vivir mejor es un libro necesario que le extiende al lector la invitación a hacer una pausa y reflexionar acerca de qué es lo que estamos haciendo.

En cuanto al autor, Martín Alomo es psicoanalista, doctor en Psicología, magíster en Psicoanálisis, especialista en Metodología de la Investigación y profesor de Psicología por la Universidad de Buenos Aires, donde trabaja como docente e investigador de la Facultad de Psicología desde hace dos décadas. Además, desarrolla sus tareas como investigador en tres áreas de inserción: la escuela de psicoanálisis, la universidad y la salud pública. Ha dictado seminarios y conferencias en reconocidas universidades y hospitales del país y del exterior. Es autor, entre otros, de La elección irónica. Estudios clínicos sobre la esquizofrenia (2012) y La elección en psicoanálisis. Fundamentos filosóficos de un problema clínico (2013).

Pese a este frondoso currículum, el libro presenta una forma ligera y asequible de lectura, especialmente diseñados para quienes no venimos del área de la psicología y la psiquiatría. En pocas palabras, es un libro para leer y meditar acerca de nuestra realidad personal, ubicarnos en la situación actual que nos toca y también -si cabe- hacer una somera autocrítica de nuestros comportamientos.

Empecemos con el libro de atrás para adelante. Desde el coaching y la psicología se habla mucho de las relaciones de pareja, pero no de otros temas -que vos sí tratá-, como la relación con la vejez o con las redes sociales

Yo soy psicoanalista, lo cual lo hace más raro aún. Este libro tiene las características de un manual y me encantó ponerle esas tablas de autoevaluación al final que son muy orientativas. Quien se enganchó con alguna parte en particular del libro y tiene ganas, puede hacer esas tablas y va a obtener como resultado si hay algún área en particular más problemática, que lo oriente para hacer una consulta.

Trato 5 ejes, y el último apartado que se llama “La vida después de la vida” que no está enfocado en la vejez pero que tiene que ver con eso.

Es muy interesante el planteo de programar las cosas para cuando uno ya no esté.

Lo que me resulta más interesante es que a partir de escuchar en el consultorio la idea que cada uno se hace sobre ese tema, aún cuando no esté todos los días pensando en eso. Las conductas y decisiones de una persona tiene implícita cierta teoría que se arma respecto a la sucesión, es decir lo que va a venir después de su paso por acá. La verdad es que uso eso en el libro, aunque es un tema muy antipático, pero me permite expresar ese “después” como algo ectópico, que no coincide con la vida biológica, y que sería ese andamiaje de pensamiento, de construcciones simbólicas que van acompañando nuestra vida material pero que no coincide ni con la biología ni con la historia en el sentido de “currículum” sino que son palabras y pensamientos que determinan la conducta del día a día. A eso le llamo la vida simbólica y me parece un buen modo de introducir un tema que no es fácil para las personas que no están especializadas en psicología y psicoanálisis.

En el capítulo del amor en pareja hablas de “dejarse amar” ¿Es difícil eso?

Lo que trabajo ahí es lo que vi en las consultas: lo difícil que es dejarse amar. Yo entiendo que “dejarse amar” parece medio tonto porque suena a que alguien no la pasa bien porque no se deja amar. Y resulta que lo que uno escucha es que las estrategias neuróticas son de lo más variadas. Las personas solemos hacer cosas de lo más estrambóticas con tal de no pasarla bien.

Como ejemplo del consultorio, cuento de gente que la está pasando muy bien, de viaje por el Caribe o de luna de miel, y en algún momento dice la palabra justa para arruinar eso. Por ejemplo recriminarle a su pareja que demoró mucho en responderle los Whatsapp y le clavó el visto, o recriminarle que sigue enganchado con su ex, y cosas que siembran discordia, no en cualquier momento, sino cuando la están pasando bomba y se pudre todo.

Esto es lo que yo llamo, poner en práctica cierta dificultad para dejarse amar, como diciéndole al partenaire: “conmigo no va a ser tan fácil, vamos a pasarla un rato mal”. De eso se trata el apartado.

Pero eso parece una reacción bastante psicopática, que cuando se cronifica estamos hablando de otra tipología

Si, yo lo que pensé cuando incluí las tablas de autoevaluación es que si la persona al momento de completarlo, le hizo ruido o se reconoció en ese apartado, y que tilde ese problema que merecería consulta, ya es un paso. No solo actúa lo que le pasa sino que es una forma de reflexionar y verse desde otro lugar. Por lo tanto el libro trata de dar una herramienta para pensarnos.

En un momento hablás de darle al dinero el lugar que le corresponde ¿Cuál es ese lugar?

Podría decir que en los polos están las siguientes sugerencias: una sería no endiosar al dinero -ponerlo en un altar y hacer de eso lo más importante-, lo cual es muy difícil porque vivimos en una sociedad capitalista, trabajamos por dinero, parar la olla implica aportar dinero a la casa, todo lo que ya sabemos y no es fácil correrse de ese lugar donde el dinero ocupa es central.

La otra posición es algo así como devaluar al dinero, no darle la importancia que tiene, porque no es lo más importante, pero es importante. Entonces del lado de la gente que no le da importancia tenés a la gente que es demasiado pródiga. El dinero es el tiempo que uno usa para ganárselo, y derrochar eso, implica que hay un problema con el valor que le damos a nuestro tiempo.

Desde el punto de vista conductual lo que aparece es lo vinculado a la tacañería o bien al querer hacer cierto uso psicopático, es decir querer manipular los vínculos.

Por lo tanto hay que tener en cuenta que el dinero es importante pero con un valor relativo, es una representación del tiempo que nos costó ganarlo. En definitiva lo que se hace con el dinero es qué se hace con el esfuerzo que uno invirtió para obtenerlo. Si seguís por ahí la ecuación es “qué se hace con la vida” porque el tiempo es la vida de uno.

¿Cómo se resuelve la percepción de que el tiempo invertido es mucho más que el dinero ganado?

Qué problema eso, porque estamos hablando en un país donde la cuestión del trabajo es importante. Fue muy difícil para mí escribir este capítulo y todo el proemio y el primer apartado es “voy a hablar del trabajo y la relación con él pero sin perder de vista el contexto, que es un país emergente” pero que a veces más que emergente parece sumergido: la gente no tiene trabajo, la mitad del país es pobre, entonces es complicado.

Cuando la gente trabaja mucho y no recibe a cambio el dinero que merece, aparece ese tipo de pago simbólico -entre comillas- que sería un pago en reconocimiento o con palabras. Y en eso estamos los argentinos de clase media, entiendo que hay un montón de gente que no accede a nada y habrá otra gente -que puede ser una minoría- que no necesite trabajar, pero la gran mayoría de la clase media hacemos muchas cosas que no nos dan dinero directamente pero que suponemos que nos gratifica de algún modo.

En el capítulo de los hijos hablás de no expulsarlos y no retenerlos. ¿Cómo se logra?

Está referido a los hijos adolescentes y más grandes. Además de lo obvio que dice el título, resulta que la expulsión y la retención, desde el punto de vista psicoanalítico es la dinámica de la agresión. De lo que se trata este capítulo es de cómo lidiar los padres con la propia agresividad cuando se dirige a los hijos. Básicamente esos dos puntos podrían llamarse “No dirigir la agresividad de los adultos a los hijos”. Otro título podría ser “No tomar a los hijos como objeto de goce de los adultos” y que si es conveniente que se vayan, que los dejen ir. Pero si necesitan estar en el nido un poco más, que le hagan el aguante. Ese equilibrio bien difícil que todos los que ocupamos rol parental lo sabemos.

En redes sociales, qué pesa más ¿lo que uno quiere mostrar o lo que cree que los demás quieren ver?

Ese es el nudo de ese capítulo y está basado en una idea que no es mía sino que es un constructo teórico de Erving Goffman, un sociólogo inglés que está considerado el padre de la Microsociología, y lo que trabaja Goffman ahí es la noción de self presentation, donde habla de la auto presentación de la persona en la vida cotidiana. Hacía un tipo de investigación participante y el libro más conocido que tenía era “Internados -hago toda esta vuelta para que veas de dónde lo tomo- e incluso para investigar cómo era la vida de los pacientes de un manicomio se hace pasar por un paciente, es internado y medicado y desde ese lugar ve que cuando hay rondas de médicos en formación , que van por las salas con una persona de más experiencia que los va instruyendo. Lo que él veía es que algunas pacientes exageraban los síntomas para hacerle más fácil el diagnóstico a los estudiantes que se estaban formando. Cuando él les preguntaba por qué hacían esto, se da cuenta que tenía que ver con se una buena paciente, ser más querida o recibir un trato mejor por no ser considerada una paciente conflictiva.

Este concepto está muy bueno para aplicar a las redes sociales que son como una pecera donde cada uno nada con los que son sus “amigos” y mira esa realidad parcial donde hay un algoritmo que acomoda lo que uno ve, que no es la realidad. Lo que termina posteando la gente no es para comunicarse con alguien de igual a igual, sino una imagen para ser aceptado, admirada, querida y para conseguir likes y eso termina armando una discordancia que a veces es muy grande.

La disonancia cognitiva que hay entre la imagen de las redes (con filtros) y la real, es enorme a tal punto que hay gente que es irreconocible en persona

El otro día me pasó con una persona muy famosa, que estaba hablando en televisión y yo no lograba darme cuenta quién era. Lo terrible es que hay quienes están dispuestos a hacerse en su cuerpo lo que hacen los filtros, y peor aún, hay médicos que realizan esas intervenciones. Pero hay toda una práctica sobre el cuerpo y desde el psicoanálisis se considera que la imagen corporal es una pantalla también en la vida 3D. Cuando uno ve a una persona ve lo que esa persona da a ver. En ese sentido es la imagen que se produce.

Con todo esto, ¿se puede vivir mejor?

EL libro “Vivir Mejor” conversa con otros libros de terapeutas y supuestos gurúes que han abundado siempre de libros de autoayuda. Ojalá el libro sirva en ese sentido. Yendo a la pregunta de si se puede o no, pienso es que se puede en la medida en que la gente esté dispuesta a -y esa es la propuesta del libro- hacer un ejercicio de crítica autorreflexiva asidua y preguntarse: “Al hacer lo que hago y decir lo que digo, ¿Qué dice eso de mí?”. Creo que si la gente accede a hacerse esa pregunta, hay muchas chances de vivir un poco mejor.

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