Desde este viernes, el hall central de una de las terminales del Aeropuerto Internacional de Ezeiza luce más iluminado. Y es el arte el que trajo esa luz: se trata de la instalación de Sol, una escultura móvil del artista mendocino Julio Le Parc que rinde homenaje a la bandera argentina. Se trata, hasta ahora, de la mayor de todas las esculturas de este tipo que ha realizado el mismo artista que tiene una de sus obras en el centro del centro cultural que lleva su nombre aquí en Mendoza.
Radicado desde hace décadas en París (Francia), Julio Le Parc diseñó esta obra de arte móvil que consiste en una esfera dorada de 10 metros de diámetro y 1.550 kilos, que aprovecha el cielo azul que entra por los ventanales de esta aeroestación perteneciente a Aeropuertos Argentina para mezclarse visualmente con el cielo que se ve a través de ellos.
Según narró al diario La Nación Yamil Le Parc, hijo del artista, la realización de esta escultura vino como una propuesta del lado del mendocino. “Como director artístico y promotor de la obra de mi padre, me acerqué y presenté un proyecto a Aeropuertos Argentina. La negociación empezó hace tres años, pero la idea fue incluso anterior”, reconoció Yamil, quien vaticinó: “Es una pieza hermosa, de un artista importantísimo y está en territorio nacional. Será sin duda una obra icónica de arte en Argentina, al igual que el obelisco”.
La obra de Le Parc está montada en suspensión, colgando a 19 metros de altura y se compone nada menos que de 2.913 piezas de acero inoxidable espejado dorado traídas de Japón.
Jorge Rosales, director de Asuntos Corporativos de Aeropuertos Argentina, indicó que “va a permanecer en la terminal como una decisión de la compañía de ofrecer a todos aquellos que utilizan el aeropuerto, pasajeros, la ciudadanía, la sociedad, un trabajo de la magnitud de Le Parc. Queremos que el paso por el aeropuerto sea placentero y entendemos que el arte forma parte de ese objetivo; es una apuesta a la cultura”.
Referente mundial del arte óptico
Julio Le Parc, artista plástico nacido en Palmira (San Martín), es una de las figuras más reconocidas en el campo de la investigación y las artes visuales experimentales centradas en el op-art moderno y el arte cinético, cuya influencia se extiende desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Tras mudarse a Buenos Aires, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde inició su interés por las relaciones entre luz y forma. Inmerso en el entorno de los movimientos estudiantiles de su país natal, entre 1955 y 1958 fue partícipe de las ocupaciones en la Academia de Bellas Artes y en las reformulaciones de sus planes de estudio, orientándose por las propuestas de artistas de vanguardia como el movimiento Arte-Concreto-Invención y donde conoció al influyente crítico de arte Jorge Romero Brest.
En 1958 viajó a París tras recibir una beca del Servicio Cultural Francés, donde conoció a artistas como Victor Vasarely y otros importantes representantes del arte cinético. De este, Le Parc extrae no solo sus propuestas formales en cuanto al movimiento, sino también sus implicaciones políticas, como una forma de articular experiencias estéticas sin la necesidad de conocimientos previos o familiarización alguna con el mundo del arte.
Tales implicaciones se derivan de las prácticas colectivas del Groupe de Recherche d’Art Visuel (GRAV), del cual fue miembro fundador; guiado por un rechazo de la posición del arte en el capitalismo. El colectivo enfatizaba la anonimidad y la participación de los espectadores a través de la aplicación de técnicas industriales, mecánicas y cinéticas por igual.
Posteriormente participó en el Atelier Populaire de Francia durante mayo de 1968 y en diversas publicaciones radicales de vanguardia, afianzando su producción, siempre cercana al cientismo, en un compromiso social y político que concibe a los espectadores ya no solo como participantes en la obra, sino como co-autores.
A lo largo de su vida recibió importantes premios como el de la Bienal de Venecia en 1967. También fue nombrado Officier des Art et des Lettres por André Malraux en 1968 y condecorado con la legión de honor por el gobierno francés de Emanuel Macron en 2019. Actualmente vive y trabaja en París, Francia.