Mezcla de comediante de stand up, de profesor de música y de concertista de piano, Sergio Feferovich (o “Fefe”, como se lo conoce) descubrió que eso que tanto amaba, hablar de música y relacionarla con cosas de la vida cotidiana, fascinaba a todo aquel que lo escuchaba. Fue luego de que diera una charla TED en La Plata y descubriera que su manera de explicar el poder de la música, sus técnicas o sus estilos, con una relación amorosa o con los diálogos entre las personas, fuera un furor.
Por esa razón, este doctor en Música por la Universidad Johns Hopkins, director de orquesta, master en piano y docente de Musicoterapia, encontró que tenía talento para hacer espectáculos más allá de los conciertos. Pronto sus propuestas fueron populares y, con la difusión de fragmentos de ellos en las redes sociales, mucho más. Feferovich llegará con uno de esos espectáculos este sábado, por primera vez, a Mendoza. Se trata de La música de las ideas, espectáculo nacido del germen de aquella charla TED, que se presentará el sábado a las 21, en el teatro Plaza (Colón 27, Godoy Cruz), y sobre el que habló con Los Andes antes de su llegada.
–¿De qué se trata tu espectáculo La música de las ideas y con qué se va a encontrar la gente que vaya a verte y a escucharte?
–La verdad es que es un juego que propongo usando la música como excusa, con algo de teatro y de piano. La idea que propongo es pasarla bien. La música de las ideas tiene cierta estructura, pero también mucha interacción con el público. La idea es aprovechar el legado de grandes como Bach, Beethoven, Mozart, Charly García o Piazzolla, mostrar ejemplos de música y disfrutarlos al asociarlos con cosas terrenales y de la vida cotidiana.
–¿La gente se anima a participar?
–La propuesta genera una buena respuesta de la gente, por ejemplo, cuando hablo de contrapunto en música y cómo la interacción de dos personas se parece a eso, o hablo de la evolución de la música. También muestro que no hay “mejor” ni “peor” en la música clásica, no es mejor Beethoven que Bach, sino que vino después. La idea es esa, y cumplir con el subtítulo: “Un viaje fantástico a través de la música”, que nos va a permitir escapar un poco de esta realidad.
–Sos músico y director de orquesta. Sin embargo, un espectáculo como este te acerca un poco a la labor del humorista de stand up (que en este caso se sienta al piano) y en ocasiones al pedagogo, al músico didáctico de la línea de Leonard Bernstein. ¿Lo sentís así?
–Me encanta esa comparación, y que me nombres a Bernstein es importante. Cuando me hablan de mi espectáculo también me nombran a Les Luthiers o a Leo Masliah, y para mí es muy fuerte. Lo que yo hago me parece un milagro: es como si te pusieras a cocinar un huevo frito y después te dijeran que es un manjar. Yo no busco algo sofisticado, sino que esto me sale naturalmente, y darme cuenta de que eso resulta novedoso me causa mucho placer. Y la respuesta la gente es tremenda.
–La música, como todo arte, requiere una técnica para su interpretación y composición. Pero llega al oyente de manera unánime. ¿Por qué hoy siguen siendo vigentes Bach, Mozart, Beethoven, Piazzolla, músicos que vos hacés convivir en tu espectáculo con José Luis Perales, Los Beatles o Luis Fonsi?
–Conviven porque yo soy un poco así. Siempre fui muy ecléctico, desde más joven tocaba música académica, pero también folclore. Y que convivan en mi espectáculo Charly García o Los Beatles con Bach es posible. Algo clásico significa que es un paradigma, un modelo a seguir. Hay un momento en el que toco “Despacito” con estilos de Bach, Beethoven, Piazzolla, lo cual es divertido y permite que la gente encuentre cosas increíbles en los sonidos. Con respecto a la buena música, creo que por ejemplo Bach y Mozart son eternos porque pasaron a la historia, pero había muchos contemporáneos a ellos que eran grandes también. Claro que algo hizo Bach con los mismos sonidos con los que contaban todos para hacer algo genial. En pintura sucede algo parecido, ¿por qué un cuadro vale más que otro?
–¿Elegís la música o los músicos de tus espectáculos por gustos personales o por una obligación de adecuar lo que vas contando a lo sonoro?
–Elijo la música por lo que quiero contar. Voy eligiendo las obras, me gusten o no, para el espectáculo, y este está pensado en comenzar tranquilo y terminar muy arriba. En cuanto a las historias, la música no tiene texto en lo instrumental, las historias las invento y tienen que ver con lo que está sonando. Si toco una sonata de Mozart, hago una historia de un matrimonio, cosas que me imagino. Y esto es también un gran desafío, porque hablar y tocar al mismo tiempo no es fácil. Tengo que partirme el cerebro en dos para no equivocarme.
–¿Cómo son tus propios gustos musicales? ¿Cuál es la música a la que te acercás por gusto exclusivo y a cuál le rehuís?
–Me gusta mucha música. Para mí, con Bach empezó todo, es el que más se acercó a la perfección. Mientras más uno lo estudia, más se sorprende al ver cómo alcanzó todo eso. Por otra parte, dirigí la Quinta de Beethoven muchas veces y esa obra me parte la cabeza, esa es la obra que me fascina. Y después, entre lo más popular, me gustan Queen, Los Beatles, Charly García. Y una canción que me gusta mucho es Alfonsina y el mar: la amo.
–Vos tenés oído absoluto. ¿Cómo se vive con eso?
–Uno escucha a veces según su estado de ánimo, y si estuve ensayando algo y quiero escuchar música, me voy para otro lado. Pero es verdad que en general, no escucho tanto porque trabajo con la música. Y tener el oído absoluto es una bendición y un castigo a la vez, porque al escuchar algo, cualquier cosa, uno tiende a traducirlo a notas, y eso pone a trabajar el cerebro todo el tiempo.
–¿Cómo te ves ante el desafío de incorporar, pronto o tarde, a tus espectáculos, lo que se escucha hoy masivamente entre los adolescentes, que es el rap, el trap y la llamada “música urbana”?
–No lo incorporo porque elijo lo que más me gusta y eso no es lo que especialmente consumo. Creo que son obras que los chicos escuchan, y está muy bien, pero lo hacen porque es un bombardeo, porque al escucharlo pertenecen a la tribu. Como la ropa, las reuniones, la música que escuchan es eso y tal vez, si ya tiene diez años, no se escuchará. El rap y el reguetón son poco sofisticados, con pocos recursos y es música popular, pero no se puede comparar con una zamba o una canción de Queen.
–Dado que contabas que tus shows tienen mucho de interactivo y, por ende, ninguno es igual al otro, ¿qué esperás del público mendocino?
–Estoy muy ansioso de ver qué van a aportar los mendocinos. Yo creo que se van a sumar y a ponerle onda. Muchos de allí me han llamado. Incluso los hinchas de Boca que van a estar en otra cosa ese día me dicen que van a estar ahí para escucharme.
La música de las ideas
Espectáculo de Sergio Feferovich. Día: sábado 4 de noviembre, a las 21.
Lugar: Teatro Plaza (Colón 27, Godoy Cruz). Entradas: en la boletería del teatro o en EntradaWeb, desde $6.000.