Entre risas, el extremista de ultraderecha que provocó una masacre en dos mezquitas de Nueva Zelanda, donde mató a tiros a 49 fieles, hizo el signo de los supremacistas blancos ante el tribunal de la ciudad de Christchurch, que este sábado lo inculpó por asesinatos.
El australiano Brenton Tarrant, de 28 años, ex preparador físico y "fascista" autoproclamado, escuchó impasible la lectura de los cargos en su contra durante una breve audiencia a puerta cerrada, a la que solo asistió la prensa por razones de seguridad.
De pie, esposado y ataviado con una bata blanca de detenido, Tarrant hizo con la mano derecha el signo de OK, uniendo pulgar e índice, símbolo utilizado en todo el mundo por los adeptos del supremacismo blanco.
Tarrant permanecerá en prisión hasta su próxima comparecencia, prevista el 5 de abril.
En el exterior de la corte fueron desplegados agentes de la policía de élite fuertemente armados.
Frente al tribunal, los hijos de un hombre afgano de 71 años, Daoud Nabi, que murió en la matanza, clamaban justicia.
"Es monstruoso. Eso es algo que va más allá de la imaginación", se lamentaba uno de los hijos de Nabi.
Un total de 39 personas -incluidos menores de dos y cuatro años- seguían hospitalizadas tras el ataque.
La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, calificó de "terrorista" el ataque y dijo que fue una de las "jornadas más sombrías jamás vividas por Nueva Zelanda".
Ardern subrayó que las víctimas o heridos del atentado -el más sangriento de la época contemporánea contra musulmanes en un país occidental- venían de varios países musulmanes.
Portando un velo oscuro, la primera ministra neozelandesa se reunió con supervivientes y familiares de las víctimas, en un colegio que se transformó en centro de informaciones para los afectados por la matanza.
Sahra Ahmed, una neozelandesa de origen somalí, se sintió emocionada por el gesto de Ardern. "Significa mucho para nosotros. Es como si nos hubiese dicho: 'Estoy con ustedes'", afirmó.
"Seguimos amando a este país", afirmó por su lado Ibrahim Abdul Halim, imán de la mezquita de Linwood, una de las dos atacadas, y prometió que los extremistas "jamás mermarán nuestra confianza".
Esta tragedia ha conmocionado a Nueva Zelanda, un país de cinco millones de habitantes, y donde solo el 1 % de la población se declara musulmana. En este país, que se enorgullece de ser un lugar apacible y acogedor, se registran apenas unos 50 asesinatos por año.
El atentado suscitó una cascada de condenas en todo el mundo, desde el papa Francisco hasta la reina Isabel II, pasando por el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan.
Pocas horas después de la matanza, la policía descubrió que el agresor había transmitido en directo el ataque, seguramente con una cámara adosada al cuerpo. Las autoridades pidieron de inmediato evitar compartir ese video.
Antes de pasar a la acción, el hombre -que se presentó como un blanco de clase obrera con pocos recursos-, publicó en Twitter un manifiesto racista de 74 páginas titulado "El gran reemplazo", en alusión a una teoría originada en Francia y que va ganando terreno entre los círculos de la ultraderecha. Según esta teoría, los "pueblos europeos" son "reemplazados" por poblaciones no europeas inmigrantes.
Las cuentas en Twitter, Instagram y Facebook donde fueron publicados el video, las fotos y el manifiesto fueron desactivadas.
Las autoridades han advertido a los internautas que pueden ser condenados a 10 años de prisión si comparten este video, difundido por Facebook Live.