El director mendocino Alejandro Fadel, está en Sitges, España. Fue hasta allá a participar del Festival de Cine Fantástico de Sitges con su película "Muere, monstruo, muere".
El realizador tunuyanino, de gran proyección internacional, le contó a las agencias de noticias que este festival es el único del mundo que conocía cuando era muy joven y vivía en Tunuyán.
"Muere, monstruo, muere" es un filme de terror que "intenta hablar sobre el miedo" y se pudo ver en la sección "Una cierta mirada" del pasado Festival de Cannes, en su recorrida por el corredor europeo de cine.
Narra una historia que transcurre en un remoto pueblo de Los Andes, en el que una mujer aparece muerta, decapitada, y un equipo de la policía rural inicia unas investigaciones que no verán el final, puesto que van apareciendo otros cuerpos en medio de la montaña con las cabezas cercenadas.
Fadel, que no esconde que el cineasta que más le gusta de toda la historia del cine es el "inimitable" Luis Buñuel, cree que su nuevo proyecto cinematográfico, después de "Los salvajes", se inscribe "en la tradición del género", pero intentando "sumar otro tipo de emociones, trabajar más cerca del misterio que del impacto".
Más allá de la historia, la película intenta "reflexionar sobre ciertas cuestiones de la contemporaneidad, como el poder y las formas de necesidad de control relacionadas con sistemas masculinos, construidos por varones a lo largo del tiempo", dice.
Con unos actores más que creíbles -afirman los periodistas especializados del mundo, refiriéndose a los mendocinos Víctor López, Esteban Bigliardi y Tania Casciani-, Fadel comenta que la búsqueda de los intérpretes "es un proceso tan importante como el guión", porque su forma de trabajar, más que de manera psicológica, es "con la superficie, con los rostros, con los modos del habla de todos ellos".