La noche del jueves 30 de octubre de 2003, cuando Nury Ribotta (70) vio por última vez a su hija Paula (19), la chica hacía algunos trabajos en el colegio Polivalente de Arte de San Rafael al que asistía.
"Poli", como le decían, era más bien tímida. "Había nacido con parálisis facial y eso la hizo un poco reservada, le daba un poco de vergüenza salir por ese problema", rememora su hermano Julián.
En el barrio El Sosneado, Poli tenía una especie de noviecito, Marcos Graín (19), quien esa noche la fue a buscar y juntos salieron de la casa. La chica dejó la puerta entreabierta, "con claras intenciones de volver", asegura su madre. Poli no volvió esa noche, ni nunca.
A la mañana siguiente hallaron su cadáver en una suerte de pequeño canal. Los síntomas de una brutal violación estaban a la vista, casi sin necesidad de una necropsia.
A la Policía le costó poco enterarse de lo que había pasado. En el barrio El Sosneado todos sabían que en los fondos de una casa abandonada de las calles Los Filtros y El Jacarandá, un grupo de jóvenes se reunía asiduamente a beber y a fumar porros.
Todos presos
Ese mismo día ya estaban apresados los sospechosos: Víctor Echegaray (17), alias "El Poroto"; su hermano Alejandro (16), alias "Ñaca Ñaca"; Andrés Maravilla (27), alias "Brusqui"; Iván Gauna (16), alias "Colita"; Cristian Torres, Jorge Sánchez y Marcos Graín (19), 'noviecito' de Paula (la que había conocido un mes y medio atrás), hijo de un agente penitenciario.
Todos cayeron básicamente por un buen número de testimonios de lugareños.
"Después del shock, nos enteramos que el médico Francisco Talío (del Cuerpo Médico Forense) había descartado varios hisopados con restos de semen de los implicados y que incluso había lavado el cadáver. En la zona donde ocurrió el hecho había varios elementos como botellas de cerveza, colillas de cigarros, manchas de sangre; pero cualquiera podía pasar por ahí ya que el lugar no fue vallado", rememoran el hermano y la madre de Poli, quienes -como suele ocurrir con las víctimas pobres- hicieron de "auxiliares de la justicia ad-honorem buscando pruebas y llevando testimonios a los investigadores.
Increíblemente, un juez subrogante liberó a los imputados y cuando el magistrado natural retomó el caso y volvió a pedir las detenciones, salió a la luz que Graín (el signado como entregador) se había fugado.
Primer juicio
En mayo de 2006 se llevó adelante el primer juicio bajo la carátula de "abuso sexual con acceso carnal seguido de muerte" ya que por entonces la figura penal de "femicidio" no existía. En el debate se comprobó que todos los acusados, al menos en algún momento, habían estado en la casa abandonada la madrugada del crimen.
El problema fue la pésima instrucción (pérdida de pruebas, cadáver lavado y testimonios no valorados) y los jueces Domingo Mauricio, Mario Giambastiani y Eduardo Orozco absolvieron por el beneficio de la duda a los hermanos Echegaray a Gauna y a Rodríguez; con Maravilla fueron más benévolos: lo sobreseyeron de culpa y cargo. Los jueces enmarcaron su decisión, justamente, "en la mala instrucción".
El abogado querellante, Arturo Juri, apeló la sentencia y la Corte de Mendoza anuló el juicio y ordenó hacer uno nuevo. Para entonces, Graín, quien se había escondido en Misiones fue hallado y mandado a juicio. La Segunda Cámara del Crimen de San Rafael dictaminó que las pruebas en su contra no eran suficientes y quedó sobreseído. Hubo otra apelación y el fugitivo fue encarcelado a la espera del segundo juicio.
Segundo juicio
En el ínterin sucedió algo extraño. "Cuando fuimos al subsuelo de Tribunales a buscar la ropa de mi hija que había quedado en resguardo judicial -rememora la madre de Poli- nos enteramos que la habían donado a un cottolengo de Rama Caída".
Hacia agosto de 2011 -ocho años después del hecho- Graín fue juzgado; ya que la Cámara indicó que no se puede someter a juicio dos veces por el mismo hecho. Por más que la querella indicó que esa máxima se tiene en cuenta en los casos con sentencia firme, no hubo caso.
En el debate contra Graín volvieron a aparecer los fantasmas de los otros implicados: el joven dijo conocer a Poli y que habían tenido relaciones en dos oportunidades, una de ellas en la casa abandonada. Dijo también que en la noche del crimen él llegó con Poli pero después se fue y la dejó "con los chicos". De allí le viene el mote de entregador a Graín.
Ese debate terminó en escándalo ya que el hermano de Poli casi se va a las manos con el fiscal Norberto Jamsech; pero la suerte estaba echada: otra vez la impunidad se hacía presente en el caso Toledo.
Nueva presentación
Con todo en contra, la familia Toledo -que es de extracción trabajadora- siguió adelante con el pedido de Justicia. "Nos fuimos hasta Buenos Aires y nos atendió el ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación de entonces, Julio Alak", recuerda Julián Toledo.
El abogado Juri hizo una nueva presentación de nulidad de todo lo actuado ante la Suprema Corte de Mendoza. A mediados del año pasado, esa Corte hizo lugar al pedido. En las partes más salientes de la resolución judicial, los jueces Omar Palermo, Mario Adaro y Julio Gómez hacen hincapié en el desastre jurídico que resultaron los dos juicios anteriores ("no se valoraron pruebas ni testimonios", dicen) y ordenaron un nuevo debate, "desde el principio".
Para eso se decidió que el tribunal esté compuesto por los jueces Néstor Murcia, Esteban Vázquez Soaje y Alejandro Celeste. La fiscal Andrea Rossi fue la designada por la Procuración.
Los abogados de los acusados apelaron la medida: solicitaron la prescripción de la causa por el tiempo transcurrido, pero el tribunal rechazó esa solicitud. Ante esta negativa, los defensores han presentado recientemente un recurso de casación ante la Corte provincial.
Ese pedido puede ser resuelto en estos días (hay que recordar que el caso lleva 14 años) o bien contestado en 2018, ya que sin esa respuesta a la casación no se puede poner fecha para el tercer juicio. ¿Será el tercero y último?
Revictimización
La seguidilla de humillaciones de la que ha sido víctima la familia de Paula Toledo es por demás conocida en San Rafael.
Más allá de los "errores" judiciales, del Cuerpo Médico Forense y policiales (nadie está acusado de ninguna de estas irregularidades), los Toledo son víctimas de acoso y burlas permanentes de parte de los acusados, que están libres y que cada tanto se los encuentran.
Sin embargo, hace cinco años, tuvieron que soportar una afrenta a la que no estaban acostumbrados: en una despensa, Julián Toledo encontró un pequeño almanaque de esos que mandan a hacer los pequeños comerciantes. De un lado salía la foto de un gato; del otro una leyenda espantosa: "Quiero ser un gran violín, estrangular como el Graín y seguir libre por ahí". El escrito figura firmado por un tal "Ñato". (ver foto)