El casco de un soldado caído será entregado a su familia

El correntino Félix Barrios recibirá la reliquia que perteneció a su hermano. Una familia más que logra recuperar parte de su historia.

El casco de un soldado caído será entregado a su familia
El casco de un soldado caído será entregado a su familia

"Siento una gran alegría, es sin dudas una reliquia", dijo muy emocionado Félix Barrios, que ahora podrá tener el casco de su hermano Rafael, un soldado correntino que perdió la vida en la guerra de Malvinas y cuyo cuerpo todavía no fue identificado.

Es el más reciente de los varios cascos que salieron a la luz en los últimos meses, en ambos bandos en conflicto. En su momento, estos objetos fueron apropiados como trofeos de guerra, pero hoy sirven para ayudar a cerrar heridas muy difíciles de sanar.

"Nos acordamos de él todos los días y los 2 de abril son muy especiales: es un recordatorio muy triste en el corazón, pero muy fuerte en el alma, con la frente levantada, porque entregó su vida por la Patria", afirmó Félix, quien piensa realizar una serie de homenajes una vez que tenga en su poder el casco.

Todo comenzó cuando Matías Picchio, un argentino que vive en Inglaterra hace varios años, vio que en Londres se subastaba el casco de Rafael, y lo compró. Pero su objetivo no era tenerlo en una vitrina como un objeto de colección, sino devolvérselo a la familia de su legítimo dueño.

Picchio es el mismo que en 2016 compró otro casco en un remate y viajó hasta Sarmiento, una localidad ubicada en el sur de Chubut, a 150 kilómetros de Comodoro Rivadavia, para conocer al excombatiente José Muñoz y entregarle el casco en un emotivo encuentro ante 5.000 personas.

Ahora, Picchio se contactó con el diario El Litoral, de Corrientes, para pedir el contacto de Félix, ya que un tiempo atrás le habían hecho una entrevista. Así pudo hablar con él y acordaron encontrarse en Buenos Aires. "Será increíble. Cuando me mandó unas fotos y vi el casco me puse muy contento: pensé en mamá, papá y en mi hermano", dijo Félix.

Rafael nació en Ramada Paso, una localidad cerca de Itatí, y fue el mayor de once hermanos: siete hombres y cuatro mujeres. Luego de pasar su juventud trabajando en la chacra familiar, en 1982 hizo el servicio militar.

Este correntino fue uno de los 649 argentinos que fue a luchar a las islas y nunca más las abandonó. El año pasado se hizo un programa para identificar los cuerpos en el cementerio de Darwin, que fueron enterrados en tumbas NN bajo la frase "Soldado sólo conocido por Dios". Sin embargo, hasta ahora esos análisis dieron negativo para él.

En pocos días, una vez que tenga el casco de Rafael, Félix va a construir un monumento vidriado frente a su casa del barrio Piragine Niveyro. Allí lo pondrá junto a las medallas que recibió en su homenaje. "Siempre le estoy rezando a mi Virgencita por su eterno descanso, en paz, y para que podamos continuar la búsqueda e identificación de su cuerpo. Todavía quedan unos diez casos por analizarse", concluyó.

Otro caso es el de Jorge "Beto" Altieri, el veterano de guerra que recuperó el casco que le salvó la vida hace casi 37 años y que todavía está manchado con su sangre. El casco tiene un agujero producto de las esquirlas de una bomba que casi lo mata en la decisiva batalla de Monte Longdon, el 12 de junio de 1982. No obstante, perdió un ojo, parte de la masa encefálica y sufre inmovilidad en parte de su cuerpo.

A sus 57 años, Altieri logró recuperarlo gracias a un empresario argentino anónimo que lo adquirió recientemente en una subasta en Londres, luego de enterarse de los inútiles esfuerzos del veterano por comprárselo al coleccionista británico por un monto menor que el que pedía. "Lo uso como osito de peluche, está al lado mío... Lo miro y con los recuerdos que vienen se me llenan los ojos de lágrimas", dijo Altieri, que decidió donarlo a un museo sobre la guerra de Malvinas.

Como él, la familia del británico Alexander Shaw recuperará el casco de este joven fallecido en la guerra. El coronel retirado Diego Carlos Arreseigor, en su momento teniente de la Compañía de Ingenieros Mecanizada 10, aprovechó un descuido del guardia inglés que lo tenía prisionero luego del armisticio, recogió ese casco que estaba junto a otros elementos y lo escondió debajo de su abrigo.

"Lo retuve estos 37 años considerándolo un trofeo de guerra que consolaba un poco el dolor, la derrota y la pena por los amigos caídos", explicó. Sin embargo, hace unos años sintió la necesidad de saber quién era el verdadero dueño, cuyo apellido estaba escrito en las correas interiores. Averiguó su identidad y cómo había muerto, víctima del fuego de la artillería argentina.

El coronel Arreseigor viajará en abril o mayo a Corby, a unos 140 kilómetros de Londres, donde Shaw está enterrado. Allí tiene planeado entregar el objeto a la hermana del soldado muerto, con quien ya se ha contactado. "Susan me conmovió... tenía 15 años cuando su único hermano viajó a la guerra", dijo y agregó: "La historia me conmovió. Ver que muere horas antes del alto al fuego en un lugar donde no debería haber estado".

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