Mendoza tiene hoy una nueva cita con la democracia mediante la elección popular de los distintos candidatos provinciales a cargos ejecutivos y legislativos y a intendente y concejales en 11 departamentos.
Es el derecho del ciudadano que en virtud de su trascendencia se transforma, también y en forma automática, en un sano compromiso, un deber ineludible para expresar su sentimiento con respecto a cada gestión y a las propuestas a continuarla o sucederla por parte de las diferentes agrupaciones políticas.
Nuestra provincia ha adoptado un calendario electoral propio, no necesariamente coincidente con las elecciones generales nacionales.
Esto le permite a los mendocinos priorizar sus inquietudes locales, alejados de la lógica influencia del contexto nacional.
También se completa hoy el debut del sistema de votación conocido como de boleta única de papel, inicialmente utilizado en las primarias para cargos municipales de siete departamentos, a fines de abril.
La decisión política de encarar esta reforma fue un paso de mucha trascendencia, convirtiendo a Mendoza en una de las pocas jurisdicciones del país en adoptar el avanzado sistema de votación. Queda de lado la extensa lista sábana y toda la oferta electoral se concentra en una gran boleta, en la que el votante debe marcar a favor de los candidatos de su preferencia.
Este avance fue en línea con un reiterado reclamo de la ciudadanía por mayor transparencia en los procesos de identificación y selección de los candidatos a cargos públicos.
El tercer aspecto a tener en cuenta en esta cita es la consolidación de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), sistema al que Mendoza se sumó hace ya varios años en el marco de un celebrado consenso generalizado entre las distintas fuerzas políticas.
Si bien el modelo adoptado fue el que puso en práctica en primer término la Nación, se puede afirmar que la política mendocina se caracterizó por ofrecer a través de sus primarias concretas opciones para que la gente, al votar, principalmente dirima quiénes será los líderes, o candidatos definitivos, en las elecciones generales, algo que no siempre se cumplió en el orden nacional.
El sentido de las primarias no es el de constituirse en una especie de primera vuelta electoral, sino dirimir a través del voto las diferencias de conducción o de propuestas existentes entre dos o más representantes de un mismo partido o coalición.
Tender a finalizar con los acuerdos de comité o de cúpulas, que no siempre terminaron representando el sentir mayoritario de la población.
A nadie escapa que la extremadamente frágil situación económica y social que afecta a la ciudadanía argentina en general muchas veces mal predispone a quienes son llamados a emitir su voto.
Hay un creciente descreimiento en la calidad de las instituciones, lo que se traduce, en las frecuentes encuestas de opinión, en una marcada y creciente apatía de cara a los comicios o una tendencia a emitir un voto en blanco como rechazo a las distintas propuestas.
Por todo ello es de esperar que el tradicional apego de los mendocinos a las normas institucionales se traduzca hoy en una importante respuesta en las urnas, de modo de definir a los candidatos que deberán encarar el debate de propuestas concretas para los mendocinos de cara a las elecciones definitorias de setiembre.
