En tres años Mendoza sumó más de 200 mil personas pobres, 185 por día, es que en el 2017 la pobreza había bajado del 33,5% al 26,4%, siempre tomando el segundo semestre, y quedaban 248.905 personas alcanzadas. Pero a partir de ese año, nunca dejó de crecer el número. Así fue como en el 2018 ingresaron 42.767 personas más y el porcentaje subió al 30,7%; en el 2019, 101.611 más pasaron a ser pobres, el porcentaje trepó al 38,6% y la cifra total de personas en esa situación llegó a 393.283. Y llegó el 2020 con la pandemia, entre otras cosas, y el porcentaje se ubicó en el 44%, se sumaron 58.361 personas a la pobreza y el número total llegó a 451.644, 202.739 más que las 248.905 del 2017. Las personas indigentes, los que no llegan a tener ingresos para comer diariamente, pasaron del 4,2% en el segundo semestre del 2017 al 5,9% en el mismo período del 2020, decir de 39.283 a 60.799 personas, 21.516 más en los tres años.
Alfredo Cornejo dejó el gobierno con un 38,6% de pobreza, en el 2016 era del 33,5%, primer indicador luego de la manipulación kirchnerista de las estadísticas. Suárez recibió la provincia con el 38,6% y ahora está en el 44%. La pandemia hizo que la economía nacional y local sufrieran caídas históricas. En nuestra provincia el descenso fue el mayor en 30 años según la Fundación Mediterránea.
Es recurrente escuchar a los gobernadores provinciales explicar que las acciones para bajar la pobreza son limitadas, debido a que las medidas macroeconómicas son las que impactan fuerte en el indicador y ellos no las deciden. La inflación y las devaluaciones, por decir algunas, que tanto Cristina Fernández, como Mauricio Macri y Alberto Fernández han generado, es lo que más golpea y hace crecer el número de personas pobres.
Pero también es cierto que con condiciones para que haya más empresas, más empleo y mejores condiciones laborales, se ayuda a que menos personas ingresen en la pobreza. En esto debería estar enfocada la dirigencia política y empresaria.
Terremoto social
“La pobreza, más allá de definir una situación socioeconómica, es un estado de privación, de inseguridad, de inestabilidad y de dependencia tan alta que trasciende lo aparentemente material y alcanza a la persona que lo experimenta, haciéndolo un individuo falto de libertad para ser él mismo y para recrear a otros. Pero más allá de las características que presenta, la pobreza es una gran enfermedad de nuestra sociedad”, estas palabras las decía la socióloga e investigadora del Conicet, Azucena Reyes de Norte a fines de los 80 a diario Los Andes. El dato de pobreza por esos años era que en 1984 llegaba al 20% de los hogares mendocinos, 36 años después alcanza al 32% de los hogares. Un verdadero desastre, un terremoto social.
Responsables
Estos números nos marcan claramente el fracaso de la clase dirigente, es que si bien la política tiene que ver y mucho para que esto suceda al definir las políticas económicas, también los empresarios son alcanzados como responsables del problema. Un ejemplo es lo que está sucediendo con la industria vitivinícola. En todos lados son destacados como el sector ganador de la pandemia, aumentaron las exportaciones y subió el consumo interno ( y no fue gracias a ninguna campaña del Fondo Vitivinícola) y los trabajadores de bodega y viñedo arrancan con un sueldo básico de entre 27 y 28 mil pesos. La vitivinicultura sigue siendo uno de los sectores fuertes de la provincia, la minería podría haberla desplazado de su lugar de privilegio pero las protestas lo impidieron.
Carlos Scaletta, un economista del que no puede sospecharse que esté a favor de las grandes corporaciones, escribió un artículo que no tiene desperdicio en Le Monde Diplomatic edición Argentina titulado Piedras contra el desarrollo, en el que explica, entre otras cosas, que “los grupos ecologistas extremos se oponen a todas las actividades que generan divisas, que son esenciales para impulsar el crecimiento y enfrentar la pobreza, y que por lo tanto difícilmente puedan ser calificados como progresistas. Para desarrollarse Argentina necesita más agricultura, más hidrocarburos y más minería”.
El salario privado promedio neto en Mendoza en noviembre llegaba a $45.448 y la Canasta Básica Total de ese mes en nuestra provincia llegó a $45.981, al límite. La inflación hará que el costo de la canasta le vaya ganando al monto del salario, que no subirá demasiado porque, entre otras cosas, se sumaron 20 mil desocupados en un año en nuestra provincia y además ya llevamos dos años de caída en la cantidad de empleos privados registrados. En un año la Canasta Total pasó de $35.473 a los $45.981 que decíamos, subió 47%.
Sin respiro
Mientras los números siguen marcando una fuerte degradación social y mientras el Indec pulía el 44% de pobreza para Mendoza, legisladores nacionales y provinciales estaban en otra cosa. Algunos nacionales hablando sobre el Mendoexit, otros más atentos a los problemas del país desfilaban por medios porteños, siempre mirándose en los monitores, hablando de Formosa. Los provinciales ocupados twiteando lo que publican los medios, si está bien o mal, una tara kirchnerista que llegó para quedarse, mientras los problemas de fondo aquí están. Y sin respiro, la gente sigue viviendo peor, ya resignó todo: vacaciones, colegios y medicina privada, vivienda propia y ahora enfrentan problemas para poder trabajar y comer todos los días. Y así como a muchos se les complica la subsistencia, a otros se les hace terriblemente difícil salir de la pobreza.