Aunque se anticipó que el paro de la carne podía dejar sin stock a varias carnicerías a comienzos de esta semana, lo cierto es que la mayoría aun tiene surtidos de cortes para vender. Desde los comercios asocian a esta “resistencia de la oferta” con la mala situación económica del país y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios.
Es cierto también que hoy muchos consumidores optan por carnes más accesibles. Antonio Olmo, de Avícola Luján, comentó que en la última semana se incrementó la venta de pollo, y estimó que esta tendencia se acentuará un poco más cerca del fin de semana, cuando se noten más los efectos del cese de comercialización de carne vacuna.
Olmo indicó que la carne de pollo casi no ha aumentado su valor en los últimos seis meses –solo ha tenido un incremento mínimo-, pese a que el precio de los cereales ha superado el 140% de incremento en un año. Por ese motivo, advirtió, estaban trabajando casi a pérdida. Con el leve ajuste (desde un negocio indicaron que subió $ 25 el kilo hace tres semanas) pudieron al menos cubrir los costos.
En la carnicería Trozadero 13 contaron que todavía tienen carne y que, por la situación económica, no está saliendo mercadería como en otras épocas. De ahí que recién la semana próxima podrían tener problemas de abastecimiento. La vendedora estimó que, en otro momento, tal vez se hubieran quedado sin cortes vacunos antes, pero ahora las ventas están resentidas.
Así, los compradores reemplazan la carne vacuna por pollo y cerdo, o por hígado y embutidos. Un kilo de hígado, detalló, cuesta $150. La costeleta de cerdo, $295; las costillas de cerdo $370 y el cerdo trozado (chuletas), $546 los dos kilos. También suelen llevarse morcillas ($160 el kilo) y chorizos ($350 el kilo). En cambio, un kilo de blanda de segunda –bola de lomo, paleta o cuadrada- cuesta $667 el kilo. La vendedora destacó que, para la calidad del producto, el precio es conveniente, pero no se vende tanto por la crisis.
Esa situación va de la mano del aumento del 70% que ha tenido la carne vacuna en el último año. De hecho, el consumo pasó de los históricos 75 kilos anuales per cápita a apenas 47, lo que representa uno de los niveles de consumo más bajos de los últimos 100 años. Al mismo tiempo, los argentinos pasaron a consumir, en proporción, más pollo y cerdo, ya que la cantidad de proteínas se mantiene relativamente estable, entre los 113 y 117 kilos al año por persona. En los supermercados se puede conseguir pollo fresco entero entre $146 y $205 el kilo.
Hay carne
El viernes, cuando se anunció que el cese de comercialización de carne de vacuna, originalmente prevista por ocho días, se extendía hasta las 23.59 de mañana, los abastecedores de carne advirtieron que sólo contaban con stock para una semana, por lo que se podía esperar que entre ayer y hoy algunas carnicerías comenzaran a tener faltantes.
Sin embargo, desde la carnicería La Spada indicaron que, por el momento, cuentan con surtido de cortes y que, si bien han recibido una cantidad un poco menor, siguieron teniendo envíos de mercadería. Asimismo, comentaron que algunos cortes subieron su precio en los últimos días, pero apenas $20 el kilo.
La extensión de la medida de protesta contra la suspensión de las exportaciones de carne vacuna fue definida por Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias. Esto, luego de que el jueves pasado el presidente Alberto Fernández asegurara que no levantarán el cierre por 30 días, hasta que bajen los precios en el mercado interno (anteriormente había atribuido la suba a que se exporta el 30% de lo que se produce en el país).
Daniel Micheli, de Micheli e Hijos, comentó el viernes pasado que esperaba quedarse sin mercadería el fin de semana y que no sabía si iba a abrir el local después de eso, por lo que planeaba reducir el personal al 50% y destinarlo sólo a la venta de pollo. No obstante, ayer dijo, con alivio, que lograron conseguir carne vacuna y el sábado y domingo tuvieron un buen ritmo de ventas.
Fernando Pereyra, de carnes Friar, explicó que les llega carne faenada directamente desde Santa Fe y que han recibido un envío normal, con todo lo que habían pedido, por lo que no esperaba tener faltantes. En cuanto al comportamiento de los precios, detalló que en mayo hubo dos subas, de 5% en total. “Con el anuncio de que iba a faltar carne, se generó cierta incertidumbre, lo que seguramente favoreció a que algunos se aprovecharan de la confusión para aumentar”, lamentó.
Pereyra manifestó que se viene vendiendo menos carne desde el año pasado, pero atribuyó gran parte de esa caída del consumo por la cuarentena, ya que, al haber menos reuniones, también hay menos asados. “Es difícil que las familias pequeñas opten por esta comida con asiduidad. Antes eran más frecuentes los encuentros y era una de las preparaciones más elegidas”, señaló.
Asimismo, indicó que se debe tener en cuenta la situación económica del país, que está realmente complicada. Esto, al punto que han empezado a ver personas que compran por dinero y no por kilo. Por ejemplo, piden $200 de molida o $1.000 de asado.
Pese a eso, comentó que, en su caso, no ha notado un incremento en el consumo de pollo o cerdo. Consideró que se trata de sustitutos que los clientes eligen pensando más en lo que quieren preparar que en el bolsillo. “Existen cortes vacunos más baratos y rendidores, como la marotilla o la aguja, que se pueden agregar a un puchero o un guiso, para aportar proteínas y consistencia”, concluyó el empresario.