El saldo de las exportaciones mendocinas en el primer semestre, en comparación con el mismo periodo del año pasado, no resulta favorable: las ventas totales al exterior cayeron un 17% en volumen y un 22% en dólares. Un factor que explica en buena medida esta disminución fueron las contingencias climáticas y el otro es el tipo de cambio atrasado, que dejó a varios productos fuera de competencia.
Las cifras surgen de un análisis realizado por el Área de Inteligencia Comercial de la Fundación ProMendoza, con base en datos de la Dirección de Estadística e Investigaciones Económicas de la provincia (DEIE) y el Indec. Mario Lazzaro, gerente de la entidad, indicó que una de las causas de este descenso en las ventas al exterior fueron las heladas, que perjudicaron a la producción primaria y que trasladaron ese efecto a las manufacturas de origen agropecuario, con precios más elevados de la materia prima.
En comparación con el año 2022, se observa una disminución significativa en las exportaciones de Mendoza, que se traduce en una pérdida de más de US$ 170 millones en productos. En el primer semestre de 2022, la provincia exportó US$ 809 millones, mientras este año registró US$ 630 millones de envíos. A pesar de esta situación, Brasil mantiene su posición como el principal socio comercial para ajo, vino y ciruelas desecadas, aunque en este periodo solamente se exportaron US$ 180 millones a este destino. Le siguen Estados Unidos, con US$ 121 millones, y Reino Unido, con US$ 45 millones en exportaciones.
Las exportaciones de productos primarios tuvieron, en los primeros seis meses del año, una reducción del 10% en volumen y un 16% en precio. Mientras que las de MOA, que representan casi el 70% del total de ventas al exterior de la provincia, disminuyeron un 27% en volumen y un 16% en valor. Y la caída más relevante se observa en las manufacturas de origen industrial, que disminuyeron un 48% en cantidades y un 52% en el monto que ingresó a la provincia por esas operaciones (ver aparte).
Sumó que el retraso cambiario también intervino en este resultado y que contribuyó, aunque de modo, en su opinión, no tan significativo, la falta de insumos por las restricciones a las importaciones. Más bien consideró que se produjeron retrasos en algunas entregas.
Ajo
El directivo de ProMendoza explicó que en la producción del agro fue determinante la falta de producto por las heladas de noviembre de 2022, que impactaron sobre todo en los frutales y en la vid. Y acotó que, en este rubro, es importante enfocarse en el volumen, donde hubo una caída del 10% en promedio, asociada fundamentalmente al ajo.
Las ventas al exterior de esta hortaliza cayeron un 5% en volumen en el primer semestre de 2023, en comparación con el mismo periodo de 2022, y un 25% en ingresos, ya que se pasó de 59 millones de kilos a 56 millones, y de US$ 68 millones a US$ 51 millones. Esto implica que la principal reducción se vinculó con el precio.
Fabián Fusari Duin, presidente de Asocamen (Asociación de Productores, Empacadores y Exportadores de Ajos, Cebollas y Afines de Mendoza), recordó que las exportaciones tuvieron poca fuerza y valores muy bajos durante el momento fuerte: entre noviembre y marzo. Esto provocó que quedara ajo en el campo, porque no había demanda. El principal motivo de esto, detalló, fue que había un buen aprovisionamiento de esta hortaliza en el mundo, mientras que Europa y Estados Unidos sintieron los efectos de una leve recesión y los consumidores restringieron sus gastos.
El ajo que quedó en campo, sumó, se fue deteriorando y, por no tener valor, muchos productores optaron por no realizar el tratamiento antibrote, que permite conservar la calidad del producto por más tiempo. Fusari explicó que, cuando no se cumple con esta labor, entre febrero y marzo comienza a moverse el brote interno, y, si bien el ajo se puede consumir sin problema, los importadores lo rechazan por una cuestión estética.
Recién en junio y julio, cuando los volúmenes mundiales se redujeron, comenzó a trepar el precio, pero sólo pudieron aprovecharlo unas pocas empresas, que habían guardado el producto en cámaras frigoríficas. El titular de Asocamen reconoció que no fue un beneficio que alcanzara al sector, ya que el 90% de los productores tuvieron una campaña muy mala.
Sobre lo que esperan para la próxima temporada, si bien aguardarán el relevamiento del Instituto de Desarrollo Rural (IDR), estiman que, después de dos años negativos para el ajo, habrá una disminución de superficie con respecto al año pasado, en torno al 20%. Los volúmenes en los mercados internacionales, comentó Fusari, han sido buenos, pero, por cuestiones climáticas, tanto el producto de España como el de China no tienen suficiente calidad y están negociando con los supermercados que eleven el nivel de tolerancia por defecto, como las manchas oscuras en las pieles.
Esto podría significar una oportunidad para el ajo mendocino, pero aclara que aún quedan unos tres meses “de camino”, ya que la cosecha empieza a finales de octubre y se extiende hasta mediados de noviembre. Desde el sector aguardan con cautela cuál será el efecto del fenómeno El Niño, que trae más lluvias, lo que podría ser muy negativo para esta hortaliza, si coinciden con el momento de recolección. Esto fue lo que afectó la calidad en España, resalta.
Otros productos primarios
Lazzaro detalló que, como contraparte, se observa un crecimiento de las exportaciones de frutas, como las peras (15% en volumen y 3% en precio) y el resto de frutas frescas (44% en kilos y 14% en US$), que inciden en el promedio, tanto del valor FOB como del volumen. Consideró que esto puede deberse a que las variedades o la época de floración de estos productos les permitió escapar de la afectación por las heladas. Además, en 2022 también hubo una menor producción, asociada a las bajas temperaturas en 2021.
Asimismo, destacó que el resto de las hortalizas y legumbres sin elaborar, a pesar de que son montos pequeños relativamente, tuvieron una caída de 34% en la facturación y de 44% en los volúmenes exportados. Esto, porque se había exportado mucho a Paraguay y Bolivia, y algo a Chile (por la falta de agua que tienen los chilenos, que los lleva a comprar estos productos en Argentina). Sin embargo, la brecha cambiaria genera incertidumbre y muchos productores de hortalizas y legumbres prefieren enfocarse en el mercado interno.
Aceite de oliva
En la comparativa interanual, las exportaciones de aceite de oliva pasaron de US$ 7,5 millones a casi US$ 11 millones en 2023 (+44%) y el volumen exportado se mantuvo en los 2,2 millones de kilos, con una mínima variación del 1%. Es decir, que aumentó considerablemente el precio promedio. El gerente de ProMendoza planteó que el producto que hay se vende, a un valor excelente.
Mario Bustos Carra, gerente de la Asociación Olivícola de Mendoza (Asolmen), señaló que la cosecha se ajustó a las proyecciones que tenían y que no fue buena, pero tampoco mala. Antes de que iniciara la recolección de las aceitunas aceiteras, en torno a los primeros días de mayo, se temía por las consecuencias que podían haber tenido en el cultivo las tormentas graniceras, como también las altas temperaturas. Sin embargo, terminó siendo, aunque no importante, tampoco demasiado baja. Sumó que está influyendo mucho, vinculada a la situación económica, la falta de tareas culturales.
En cuanto a los números de ProMendoza, detalló que las condiciones climáticas en Europa, principalmente en España e Italia, han provocado que las cosechas sean malas; lo que ha abierto una ventana de oportunidad para la producción de aceite de oliva en Argentina, que resaltó es de muy buena calidad y se está destinando a los mercados europeos, con un precio bastante interesante.
Ya en 2022, las exportaciones mendocinas de este producto tuvieron un crecimiento del 22% en volumen, en comparación con 2021, y del 30% en valor, ya que se pasó de los casi US$ 16 millones a US$ 20,6. El contexto que posibilitó esto fue la falta de lluvias en España, que es el país que produce el 50% del aceite de oliva del mundo, y en el resto de la cuenca del Mediterráneo (que representa otro 30% de la producción mundial).
Al caer la disponibilidad global de este producto, se elevó considerablemente el valor, ya que pasó del promedio histórico de 2.500 euros la tonelada a los 4.800 a 5.000 a principios de 2023. Esto motivó el incremento de las ventas al exterior tanto en volumen como en precio. Y son las condiciones que se podrían extender a esta temporada.
El gerente de Asolmen consideró que las perspectivas para este año son favorables, “siempre y cuando el Estado no modifique una vez más las reglas de juego”. El también director ejecutivo de la Cámara de Comercio Exterior de Cuyo señaló que, ante la ausencia de un plan económico, se aplican parches, como el dólar agro a $300, y que hace un mes se elevó a $340, mientras ahora, con la devaluación, el oficial para los exportadores está cerca de $350.
En cuanto al impacto que puede tener esta mejora del tipo de cambio, planteó que la suba del dólar se traslada a los costos y que, por otro lado, hay muchas dificultades para importar insumos, bienes de capital y tecnología. Y que, si se obtiene la autorización, no se puede acceder al mercado libre de cambios.
En esta línea, indicó que los empresarios tienen que tratar de adivinar qué puede ser lo más conveniente y se les complica poder aprovechar al máximo las oportunidades ante situaciones extraordinarias, como la disminución en la producción mundial de aceite de oliva.
Por otra parte, el incremento en las exportaciones de aceite de oliva se vincula, principalmente, al producto sin envasar (a granel), ya que, de hecho, hay importantes empresas mendocinas que han dejado de vender al exterior porque no pueden competir con precio.
Además, el sector enfrenta, desde hace un buen tiempo, el desafío de la falta de materia de prima local, porque los olivares han ido desapareciendo en Mendoza. Incluso, sumó Bustos Carra, firmas locales han comenzado cultivos en San Juan, porque el gobierno de esa provincia vecina promueve las inversiones con infraestructura, como caminos y servicios.
Vinos
Sin embargo, el crecimiento de las exportaciones de aceite de oliva no fue suficiente para generar valores positivos en el grupo de las manufactureras de origen agropecuario, en el que las ventas al exterior de vinos representan más del 70% del total y tuvieron una caída, en el primer semestre, de 31% en volumen y de 20% en dólares.
Lazzaro explicó que las heladas generaron una idea de escasez de materia prima que elevó los precios en un momento de retraso cambiario, ya que el dólar agro recién se implementó en abril -más allá de que muy pocas bodegas pudieron acceder-, y esos valores quedaron para el resto del año. Esto hizo aumentar el precio del vino en dólares y se dejó de exportar el denominado “entry level” o entrada de gama.
Asimismo, resaltó que se puede ver claramente un descenso mayor en volúmenes que en precios, que responde al fenómeno de premiumización. Para poder sostenerse, es decir, no perder dinero, los valores se elevaron y casi desapareció la botella de US$ 2 o US$ 2,20, ya que el piso pasó a ser de US$ 2,50.
En lo que a graneles se refiere, explicó Lazzaro, dejaron de exportarse los genéricos, mientras que pudieron defenderse los varietales, ya que, aunque se paguen más caro, los importadores saben que los pueden vender en el destino. Y así, ya casi no hubo más vinos sin envasar de US$ 0,60 o US$ 0,70, y el precio de arranque fue de US$ 1.
Esta importante caída en los volúmenes se explica, en gran medida, por la disminución de los graneles. Las cifras del Instituto Nacional de Vitivinicultura lo reflejan: mientras que en el primer semestre el vino total cayó un 31,7%, el fraccionado disminuyó 26,8% y el sin fraccionar 44,5%.
Alejandro Ballarini, gerente de Lost Valley, una empresa exportadora de vinos a granel, comentó que el último año y medio ha sido muy complejo, por la merma considerable en la cosecha, que ocasionó que todo un segmento de productos de exportación, los vinos genéricos, desaparecieran, porque los valores del vino mendocino estaban muy por encima de la competencia internacional.
Sólo pudieron sostenerse los varietales, sobre todo el malbec. Detalló que la compañía tiene contratos únicamente por este varietal y que trabajan con grandes cadenas de supermercados de Inglaterra y de Francia. Sin embargo, reconoció que la situación podría ser diferente con un cabernet, ya que tendrían que competir con otros países, pero al tratarse del “insignia” mendocino, cuentan con una ventaja.
Ballarini, quien fue gerente de la Cámara Argentina de Vinos a Granel, mencionó que su empresa tiene una situación particular, ya que no elabora, sino que compra a terceros para armar los cortes que requieren sus clientes. En general, detalló, se trata de bodegas graneleras que tienen capacidad exportadora, pero carecen de desarrollo comercial y no quieren esperar los 90 días entre el embarque y el pago.
Sin embargo, detalló que el mercado de granel se está moviendo a nivel interno, en la venta a los grandes compradores, y que las pocas bodegas que están exportando están haciendo un gran esfuerzo porque tienen un compromiso en el exterior y quieren conservar su cartera de clientes.
Ramiro Barrios, director de Comercio Exterior de Bodegas de Argentina, indicó que el atraso cambiario es uno de los problemas que más afecta la rentabilidad de las empresas al momento de exportar. En este sentido, señaló que la reciente devaluación del 22% podría mejorar la competitividad, pero que, a días de producirse la suba del dólar, recibieron nuevas listas por parte de los proveedores, con aumentos de entre el 15% y el 30%.
Esto significa que gran parte de esta mejora en el tipo de cambio se trasladó a precios, generando mayor inflación en los insumos y los costos en general. De ahí que consideró que cualquier beneficio que podría traer la devaluación para los exportadores se consumió rápidamente. Sumó que, desde la cámara entienden que, sin duda, es necesario corregir el atraso cambiario, pero que debe ser parte de un plan de Gobierno que fije expectativas y resuelva la escasez de dólares en el Banco Central.
En este sentido, planteó Barrios, la situación -y con ello las posibilidades de recuperar mercados perdidos- no ha cambiado, sino que, por el contrario, se ha agravado, ya que la exportación depende de que se puedan pagar al exterior servicios de marketing, promoción, registro de marcas y participación en ferias, que hoy está complicada porque muchas veces no se obtiene la autorización y, en otras, cuando sale y se debe pagar, no se les permite acceder al mercado de cambios. Además, se sostiene la dificultad para importar insumos.