La propuesta de dolarización que impulsa el precandidato a presidente Javier Milei (Partido Libertario) recogió más críticas que apoyos entre economistas de diferentes tendencias, principalmente por considerar que el Banco Central no cuenta con las divisas suficientes para el rescate de todos los pesos que están en circulación y mucho menos si se incluyen en la operación a los pasivos remunerados, como las leliqs y pases pasivos.
El economista Gustavo Reyes (Fundación Mediterránea y profesor de la Universidad de Cuyo), indicó que “si el dólar se mantuviera en la cotización del mayorista, para rescatar los pasivos monetarios harían falta U$S 82.000 millones. Con un dólar a $ 400, necesitaríamos U$S 45.175 millones y con uno a $ 800, U$S 22.587 millones”.
“El Banco Central tiene reservas por unos U$S 36.500 millones, pero una parte son de los depositantes (los encajes), otra parte la prestaron los chinos, está en yuanes, y otra parte los organismos internacionales, entonces tiene menos de U$S 2.000 millones propios”, manifestó.
Asimismo, el economista expresó que rescatar todos esos pesos “implica que hay que licuar una parte muy importante de los pasivos, pero el problema es que detrás de ellos tenemos nuestros activos, los pesos que tenemos acá. Y hoy, la pobreza está por arriba del 40%”, advirtió.
Observaciones técnicas
Las distintas opciones de dolarización llevan consigo una serie de dificultades en su implementación que van más allá de la adopción de la moneda estadounidense en reemplazo del peso, de acuerdo con la evaluación de diferentes economistas, entre los que la pérdida de la facultad de diseñar una política monetaria, por parte del Banco Central, figura entre los principales puntos en contra.
“Hemos tenido muchas corridas cambiarias y de depósitos, son episodios muy violentos”, señaló Gustavo Reyes, quien agregó que “si el Banco Central no puede financiar a los bancos, se cae el sistema financiero”.
El economista de la Fundación Mediterránea admitió que “cualquier tipo de política económica tiene costos y beneficios, si es buena o no, depende básicamente de cuándo y dónde se la realice”, en una discusión en la que “nadie va a tener la razón, cada uno va a tener su corazoncito, y la dolarización es un buen ejemplo de esto”.
Al respecto, sostuvo que un intento de dolarización en la Argentina “no cumple con tres requisitos” que, a su juicio, son necesarios para implementarla como que la economía de nuestro país y la de Estados Unidos tengan “ciclos sincronizados, mercados laborales integrados y transferencias intergubernamentales”.
“¿Creen que porque estemos en recesión Estados Unidos nos va a dar una transferencia? Ojalá, pero no parece ser el caso”, planteó.
En modo Ecuador
En base a la experiencia ecuatoriana, el economista mendocino indicó que “la dolarización tiene beneficios en el corto plazo, pero costos en el mediano”, señalando entre los primeros a “la baja de la inflación, no instantáneamente, pero sí rápidamente” en especial para los bienes transables, “no así en los servicios”.
Entre los costos, señaló que por la rigidez de la dolarización “cuando la economía entra en recesión, se ajusta con deflación”, lo que genera que “se posterguen los consumos para comprar más barato a futuro y entonces cada vez se vende menos”.
En ese contexto, apuntó, “si una empresa está endeudada y sus productos no sólo no se venden, sino que cada vez valen menos, la deuda en términos reales se hace cada vez más grande”.
Gustavo Reyes advirtió que “la dolarización no implica que sí o sí se ajusten las cuentas fiscales, uno de los enormes problemas que tiene la Argentina”, con el agravante que, como ya ocurrió en Ecuador, “el exceso de gasto se financió con deuda, porque no tienen herramientas políticas para financiarse, y varias veces cayó en default”.
¿Reversibilidad ó cuasimoneda?
Como la dolarización puede ser reversible y si persisten los problemas fiscales, Reyes se preguntó “¿quién garantiza que una provincia grande no saque su propia cuasimoneda?”.
Del mismo modo, señaló que “no es garantía de que vaya a crecer la economía”, tal como pasó también en Ecuador a partir de 2014. “Podría pensarse que, sin riesgo cambiario, tendría que bajar la tasa de interés, pero es relativo, porque si hay una deuda y no se tiene la maquinita, hay un riesgo mayor y no necesariamente la prima cae”, agregó.
Por último, indicó que “un sistema de dolarización no puede amortiguar la caída de los precios de las exportaciones, una situación en la que Argentina generalmente entra en problemas”. / Fuente Telam