Se puede decir que 2017 fue el año del cine para Daniel Fanego. Después de protagonizar "El Ángel", la película más taquillera de su carrera y "Acusada", el actor se embarcó en una nueva historia cinematográfica. Esta vez muy cerquita nuestro, en la profundidad y hostilidad de la montaña.
Por estos días Fanego se encuentra en Mendoza filmando un nueva coproducción entre la productora mendocina Oeste films y las cordobesas Prisma Cine y Malevo Films, dirigida por el cordobés Pablo Brusa.
El largometraje es un drama en clave de western, que aún no tiene título definido y está protagonizado por el mendocino Santiago Racca (Fuerza Bruta), Fanego, Marcelo Melingo y Pablo Tolosa.
“Es una alegría, porque es muy estimulante el hecho de encontrarse con todo este equipo de profesionales y que la producción audiovisual pueda salir de Buenos Aires. Que tenga una inscripción geográfica, histórica, social y producir material, con un sentido e identidad propias”, comenta el actor sobre la película que se filmará íntegramente en Mendoza y donde interpreta a un hombre peculiar de la montaña.
-Ahora protagonizás esta nueva historia con un personaje particular...
-Sí. Me gustó mucho el personaje: este ermitaño adusto, que revela mucho en la película. Estar con el equipo, donde Santiago Racca se echa la película al hombro; un director especial, con un lenguaje para dirigir y comunicarse con los actores difícil de encontrar en el cine. Porque a veces el director está enfrascado en las cuestiones técnicas y es bueno que no se asuste frente al actor (ríe). Entiendo que demos un poco de pánico, porque somos un caos. Pero si ese caos lo podés canalizar de alguna manera, se convierte en algo luminoso.
-Declaraste que nunca hiciste una película con récord de espectadores como "El Ángel", ¿percibiste que iba a tener tanto éxito?
-En realidad me metí en la película por la convocatoria de Luis y Sebastián Ortega. A mí Luis me parece uno de los directores más interesantes de esa generación y este momento. Lo mismo con Sebastián como productor: uno ve los materiales que produce, siente que tiene una inscripción como un material argentino. Sentís una gran identificación.
De todas maneras, en la actuación juego en toda la cancha. Una convocatoria depende de si me interesa el proyecto, venga de donde venga. De hecho termino de filmar acá y me voy a rodar una película de bajo presupuesto en Buenos Aires. No le saco el cuerpo a una producción así: sea grande o chica.
Y cuando me convocaron para esta cinta y hablé con Brusa (el director), me interesó mucho. Porque creo que Buenos Aires en algún sentido se agota y se muerde la cola así misma.
-¿Cómo llevás estos primeros días de rodaje en Mendoza?
-Estuvimos en una situación áspera filmando: con frío, apunamiento. Pero esas condiciones me gustan. Me estimula ir a un sitio, abrirme y alienarme geográficamente porque se crea toda una intimidad con el equipo.
-Estrenaste dos buenas películas con repercusión internacional. ¿Sentís que es tu año en el cine?
-No sé. Para mí es placentero y sobre todo lo es trabajar con gente a la que uno respeta. “Acusada” también tuvo muy buena repercusión y aparece allí una Lali Espósito que no conocemos. En “El Ángel” tengo mi corazón, porque siento una especie de devoción por Luis (Ortega).
-En teatro después de la cancelación de "Esperando a Godot", ¿tenés algún proyecto?
-No, lamentablemente se frustró la temporada de la obra por una imposición de quienes tienen los derechos. Y tanto al San Martín (el complejo teatral porteño que la estaba produciendo), como al elenco, nos pareció inadmisible esa suerte de discriminación. Me dio mucho dolor porque es una pieza que quería hacer. Además porque había un antecedente puntual en 1995, cuando Alicia Saráchaga tuvo una actuación notable e interpretó a un personaje masculino. Hubo una especie de batida local, de gente muy mala leche que buscaba lo que sucedió. El que pierde es el teatro, la cultura, perdimos nosotros.
En el teatro ahora estoy un poco ciego: me preguntan si voy a hacer algo y estoy como cuando uno toma mate y se quema la lengua, después te ofrecen otro y decís: “Mejor espero”.
-A pesar de la crisis económica, proyectos como esta película dan una cuota de esperanza y son oportunidades para los actores...
-Siento que es positivo este polo audiovisual que se da en las provincias, porque abre una posibilidad y sería bárbaro que esto ocurriera en el teatro. Que las provincias pudieran tener una línea de teatro oficial, donde produjeran su propio material, junto con la parte técnica. Eso le hace muy bien al país y a todos.
-Tal vez es cuestión de tiempo, que los nuevos artistas también lo sostengan...
-Y de perseverancia. Porque siempre es difícil apostar a la cultura y eso tiene que ver con los actores. Es una pelea que hay que dar, para que tenga valoración y exigir a quienes administran lo público el apoyo necesario, para que surja. También estimular a los privados para que se animen a producir. Pero para que un tipo se pueda animar a producir hay que apoyarlo y facilitarle los medios.
-De todos los papeles que interpretaste, tanto en el teatro como la pantalla, ¿hay alguno especial que te haya marcado?
-Es como decir cuál es tu hijo preferido (ríe). Todos, el tiempo presente es el más rico. Hay que tener capacidad para soltar lo que ha pasado y no sentirlo como que uno ya se consagró. Yo no quiero ser un actor consagrado. Quiero ser un principiante y aprender todos los días, porque el día que deje de aprender ya estaré para retirarme.
Drama en clave western
Con dirección de Pablo Brusa, y protagonizada por Santiago Racca, la cinta que se está rodando en Mendoza (en la zona de Uspallata) es la primera coproducción entre nuestra provincia y Córdoba. Traza la historia del cabo Rafael Márquez, quien carga con el abandono de su padre. Pero una mochila que perteneció a él lo llevará a un camino por desterrar la verdad. En una peligrosa búsqueda se topará con el guardián de Qhapaq Ñan, el mítico "Camino de los Incas".