Hace exactamente dos años, el viernes 25 de noviembre de 2016, la testigo de identidad reservada número 1 (así está identificada en el expediente) le daba "voz" al Caso Próvolo en Mendoza. Los primeros detalles sobre abusos sexuales cometidos contra ex estudiantes en el instituto educativo y albergue para chicos sordos ubicado en Carrodilla recorrieron el mundo entero. Y a 730 días, lo siguen haciendo.
Por los hechos hay dos curas y dos monjas entre los 14 acusados e imputados, y un ex monaguillo ya condenado. Los curas Nicola Corradi y Horacio Corbacho, además de los ex administrativos Jorge Bordón y Armando Gómez, están detenidos prácticamente desde el comienzo de la investigación, y en estos dos años la causa sumó más de 20 ex alumnos denunciantes, 14 acusados y un sinfín de detalles aberrantes que fueron surgiendo de las distintas declaraciones.
Pero no sólo fueron estas testimoniales las que develaron lo que pasaba en el Próvolo, sino también todo el material hallado en el lúgubre instituto y que podría decirse que habla por sí solo. O el propio Bordón, quien se convirtió en el primer condenado al reconocer la autoría de los 11 hechos por los que lo acusaban cinco víctimas.
Los cuadernos paralelos
En los distintos allanamientos realizados en las instalaciones de Boedo 385 fueron secuestrados $ 550.000 en efectivo de la habitación del cura Corradi, una bombacha de nena con restos de semen de otro de los imputados (que luego fue declarado inimputable), computadoras con páginas pornográficas en su historial y cartas que evidenciaban el descontrol en el Próvolo. Pero también se destacan los libros de novedades, que son aquellos cuadernos en los que deben quedar registradas las actividades escolares, y que periódicamente debían ser controlados por la DGE.
El detalle es que había dos tipos de libros: los oficiales (con los controles periódicos) y los "paralelos". En estos últimos –que habían permanecido ocultos– habían anotaciones y novedades de ex directoras que hablaban de "conductas sexualizadas" de los chicos, de la decisión de reubicar a uno de los denunciados a raíz de la acusación de una ex alumna, así como también novedades sobre posibles denuncias de padres.
Entre los 14 acusados hay justamente cuatro ex directoras y una psicóloga que trabajaba en el lugar, y todas imputadas por omisión. Y el contenido de los "cuadernos paralelos" (que data de 1998, por lo menos) refuerza esta situación.
En detalle
Uno de los tantos libros que fueron hallados en el interior del Próvolo y que nunca fueron presentados en las inspecciones de la DGE está identificado como "Reunión de equipo, tomo 2". Allí las directivas que estuvieron al frente del instituto en distintos momentos dejaron constancia por escrito de algunas situaciones irregulares, pero que nunca fueron denunciadas.
En el primer cuaderno mencionado hay anotaciones referidas a la existencia de pañales en el instituto y de problemas de control de esfínteres en algunos chicos. Esto contradice a la monja Kosaka Kumiko (hoy también imputada y detenida), quien en distintos tramos de su declaración negó que hubiese pañales en el Próvolo.
Precisamente una de las acusaciones que recae sobre la religiosa es la de haberle puesto pañales a una niña luego de que fuera violada por Corbacho.
En el mismo cuaderno, se explayan sobre otra oportunidad en que el ex jardinero –luego, declarado inimputable– fue encontrado solo con una niña en los jardines del instituto.
Una situación más que llamativa si se tiene en cuenta que este hombre luego fue aislado de los niños por una acusación de otra ex alumna.
Fue precisamente una antigua psicóloga del Próvolo quien aclaró en otro de los cuadernos que la propia Graciela Pascual (ex representante legal del instituto y hoy también en prisión) se había comprometido a apartar al jardinero.
Otra situación a la que se le dedicaron varias páginas en los libros ocultos da fe de "conductas sexualizadas" que se observaban en los chicos desde que algunos comenzaron a quedarse en los albergues. Entre ellas, describían que los chicos se tocaban sus partes íntimas, se bajaban los pantalones y andaban desnudos por el lugar.
Otro libro oculto lleva el título "Departamento, dirección y padres", y en su portada aclara que son novedades registradas entre 1998 y 2006. Aquí sobresalen al menos dos notas manuscritas que advierten la necesidad de hacer algunas averiguaciones referidas a un par de episodios en los que algunos padres fueron al instituto y advirtieron que iban a denunciar en la Justicia algunos hechos. No obstante, aquí aclaran que serían denuncias "sin fundamento".
Más allá de su contenido (desconocido hasta ahora), la noticia de los libros paralelos no es nueva. Dentro del expediente del caso Próvolo, con fecha del 8 de febrero de 2017, se encuentra la resolución 93 de la DGE. Concretamente, es la documentación que ordena la suspensión del funcionamiento educativo y pedagógico del Próvolo lujanino.
Aquí las autoridades enumeran las irregularidades que fueron detectadas en el instituto luego de que se conocieran las primeras denuncias, y de que comenzara la investigación.
En uno de los puntos, la DGE acusa una "absoluta falta de colaboración" de las autoridades del Próvolo ante las medidas adoptadas por el Gobierno. "Sumado al ocultamiento de documentación escolar, más la existencia de varios libros de actas y libros institucionales paralelos, evadiendo el control de la Dirección General de Escuelas", continúa en ese apartado.
El desahogo de una de las víctimas del instituto
Agustina no siempre fue Agustina. De hecho, desde que nació y mientras estudiaba en el Próvolo mendocino era niño. Y fue una de las tantas víctimas de los abusos sexuales; en su caso, de Jorge Bordón.
Actualmente (tras el trámite por "cambio de género") está de novia y ha logrado rehacer su vida; una vida tranquila y feliz. Sobre todo si se la compara con la vida que llevaba con identidad masculina. Incluso, en varias cámaras Gesell resaltó que como mujer ella es feliz, porque no ha sufrido los ataques y violaciones que sufrió siendo hombre. En este mismo ámbito confesó que la "monja diabólica" que se tatuó en su antebrazo representa a Kosaka Kumiko, también imputada en la causa.
"Me pregunto todos los días por qué el Papa Francisco no dice nada. ¿Qué dice sobre nosotros, que fuimos violados, abusados y maltratados? ¿Por qué no condena a los responsables para toda la vida? ¿Por qué no hace algo? ¿Por qué se lava las manos?
Si no hace nada al respecto, van a seguir siempre abusando a varios inocentes; arruinando su infancia y su vida para siempre.
Papa Francisco, pensá en los niños; por favor. Pensá en las víctimas que fueron/fuimos violados, abusados maltratados. ¿Por qué no nos querés escuchar? Es obvio que sabés todo esto y más del caso Instituto Antonio Próvolo de Mendoza. Papa Francisco poné la mano en el corazón de una vez por todas. La Iglesia está arruinando y asesinando la infancia a varios niños inocentes; ¡hacé algo por nosotros!. Protegé a los niños, ¡condenalos!", se descargó la joven.
"Nos arruinaron para siempre, están arruinando continuamente. Y vos lo tapás. (...) Sufrí cuando tenía menos de 12 años, tanto años que no pude contar; tanto años guardé para mí porqué no me creían todo lo que me ha pasado. No te das una idea cuánto sufrí, y sentí el miedo que jamás había sentido".
Luego de recordar cómo sufrió manoseos en todo su cuerpo "desde las piernas hasta las partes íntimas", contó sin ambages: "Nunca más pude dormir. Cada mañana, cuando lo veo siento miedo; siento que hay un monstruo cerca haciéndome daño cada noche; después de haber pasado todo el día estresada, confundida, sin entender qué es lo qué me está pasando. ¿Lo que me estaba haciendo es normal? ¿Todos hacen eso? ¿Dios permite eso? ¿El Papa lo permite? Hasta que un día perdí la cabeza y busqué una forma para desahogarme", sentenció.
Denuncias de maltrato y trabajo forzado
Desde el inicio de la investigación, los denunciantes han descripto en sus declaraciones los distintos abusos sexuales que sufrieron mientras estudiaban y dormían en el Próvolo mendocino.
No obstante, también han referido distintos ataques y episodios violentos a los que quedaban expuestos; como por ejemplo golpes, maltratos, castigos y trabajos forzosos.
Muchas de estas acusaciones son similares a las que surgieron en el Próvolo de La Plata (donde se investigan delitos similares).
En uno de los primeros allanamientos realizados en el instituto lujanino, se encontró material que evidencia que los chicos eran obligados a limpiar las instalaciones y a trabajar en la huerta.
Incluso, en una de las pizarras estaba pegado el cuadro con la división de días, los horarios y cuál de todos los chicos debía limpiar cada sector. Además, fueron halladas fotos de los chicos trabajando en la huerta que tenía el instituto en sus jardines.
Este material se complementa con lo relatado hace poco más de un año (el 6 de noviembre de 2017) por un vecino que aprovechó una de las tantas guardias periodísticas en el establecimiento para aportar su testimonio.
"Recuerdo haber visto, cuando tenía 18 años, cómo algunos curas les pegaban a los chicos en la huerta con un palo. Los chicos estaban agachados y les pegaban. Al menos cuatro veces vi cómo pasaba eso. La energía en el lugar siempre fue muy oscura" resumió oportunamente Leonardo Ghilardi, vecino del barrio privado Chacra Boedo (ubicado frente al instituto).