La abyección de Hamás y la traición de Trump

Trump saltó a la trinchera de Putin y desde allí disparó munición gruesa contra el presidente de Ucrania. Hasta tal punto el jefe de la Casa Blanca se mostró en la trinchera rusa que usó un argumento falaz del Kremlin para negar la realidad que está a la vista del mundo. Acusó a Zelenski de haber iniciado esta guerra que la humanidad entera vio estallar con la invasión de Rusia a Ucrania.

Un puñado de días plagados de postales devastadoras. La escenificación de la crueldad y la abyección que montó Hamás, con los féretros de dos niños y dos adultos, ploteados de propaganda jihadista. Oradores haciendo el saludo fascista en el acto ultraconservador realizado en Washington donde estuvo Javier Milei y la dramática escena en la que Donald Trump ataca a Ucrania y a Europa desde la trinchera de Vladimir Putin.

A nadie sorprende la abyecta crueldad exhibida por Hamás en un acto macabro. Se trata de la organización cuya estrategia se basa en la muerte y la destrucción de familias palestinas, bajo los bombardeos israelíes que induce y cuyas consecuencias trágicas parecen satisfacer a Netanyahu. El gobierno extremista que encabeza el Likud es funcional a esa estrategia diseñada y ejecutada por Hamás para oscurecer la imagen internacional de Israel y del judaísmo.

Por qué sorprendería que ese jihadismo lunático y criminal exhiba sobre un escenario dos féretros con niños, junto a los de un octogenario y el de una mujer palestina en el cajón donde debía estar el cadáver de la madre de los pequeños asesinados.

En ese mismo puñado de días, Trump hizo un impúdico strip-tease político al acusar a Volodimir Zelenski de ser un “dictador” y de haber iniciado la guerra, lo hizo valiéndose de los argumentos del presidente ruso.

A quien, además de hacer asesinar a decenas críticos y denunciantes, hizo matar a sus contendientes con posibilidad de derrotarlo en las urnas o de aglutinar mayorías, como Boris Netmsov y Alexei Navalni, Trump le reconoce legitimidad en el poder, mientras trata de dictador y resta legitimidad a quien venció en auténticas elecciones y no persigue opositores ni asesina a los críticos de su gobierno.

El argumento para llamar dictador a Zelenski es que la elección presidencial que debió realizarse el año pasado, se suspendió. Lo que no explicó Trump es que la Constitución ucraniana establece la suspensión de las elecciones para la Verjovna Rada (parlamento) y la presidencia del país, cuando rige la Ley Marcial. Y en Ucrania, a la Ley Marcial la introdujo el gobierno que encabezó Leonid Kuchma en el 2000 y fue aplicada por primera vez por el presidente Poroshenko en el 2018. Mientras que Zelenski se convirtió en presidente en el 2019.

De hecho, al gobernante actual le habría convenido que se realizaran los comicios parlamentarios del 2023, ya que hubiera ampliado sustancialmente la bancada oficialista, pero quedaron suspendidas por la Ley Marcial.

Trump saltó a la trinchera de Putin y desde allí disparó munición gruesa contra el presidente de Ucrania. Hasta tal punto el jefe de la Casa Blanca se mostró en la trinchera rusa que usó un argumento falaz del Kremlin para negar la realidad que está a la vista del mundo. Acusó a Zelenski de haber iniciado esta guerra que la humanidad entera vio estallar con la invasión de Rusia a Ucrania.

Según Putin, invadió el país vecino porque lo gobiernan nazis dispuestos a reeditar la invasión ordenada por Hitler en 1941.

Asegura que Zelenski quiere estar en la OTAN y obtener misiles nucleares, para destruir el estado ruso.

La verdad comprobable es que Ucrania comenzó a buscar el ingreso a la OTAN desde que, mediante un fraude electoral orquestado en el Kremlin, se pretendió imponer en el gobierno ucraniano al pro-ruso Viktor Yanukovic, quien cayó de inmediato por la llamada Revolución Naranja. La injerencia de Putin siempre fue abierta y agresiva en favor del partido pro-ruso. Al líder pro-europeo Viktor Yushchenko, agentes de Moscú lo envenenaron deformándole el rostro para siempre.

Los actos de agresiva injerencia continuaron, hasta que en el 2014 Rusia ocupó y anexó la Península de Crimea. A partir de entonces, la pretensión ucraniana de ingresar a la OTAN era claramente una consecuencia de las agresiones rusas.

Por eso desde que se convirtió en presidente, Zelenski redobló el reclamo a la alianza atlántica. Pero no logró mucho. Tanto así que fue precisamente la invasión ordenada por Putin la que más acercó la posibilidad de que la OTAN le abriera las puertas. Y aunque hubiese comenzado el proceso de incorporación, estar en la OTAN no implica tener misiles nucleares apuntando a Rusia.

Los países bálticos son fronterizos con Rusia, están en la OTAN y no tienen misiles nucleares. Cuando los tuvo Turquía apuntando hacia la otra costa soviética del Mar Negro, Khrushev pulseó con John F. Kennedy hasta que la OTAN los retiró en 1962.

Por cierto fue un error geopolítico no haberse acercado más a la URSS de Gorbachov y la Rusia de Boris Yeltsin. Pero lo que debió hacerse y no se hizo con aquellos líderes, no puede hacerse ahora con un autócrata que asesina a opositores y críticos, mientras hace guerras expansionistas.

* El autor es politólogo y periodista.

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