Desconcierto. Esa es la palabra que prevalece puertas adentro de Propuesta Republicana (Pro), el partido creado por Mauricio Macri en 2005 que pasó de ser una agrupación porteña a convertirse en una referencia de la política nacional: logró la Presidencia de la Nación en 2015 y accedió a gobernaciones (tres actualmente) e intendencias en todo el país. Sin embargo, sufrió el impacto del fenómeno Milei que no sólo lo debilitó en las urnas, sino también en su posicionamiento ideológico que diluyó -seriamente- su narrativa.
Expuesto a fugas, peleas y posturas disímiles que hicieron aflorar sus contradicciones, el otrora tractor amarillo que mantuvo a raya al kirchnerismo en uno de los principales distritos del país, como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) que hoy comanda como en Entre Ríos y Chubut, también fue pieza clave en la construcción de frentes como Cambiemos y luego Juntos por el Cambio. Hoy enfrenta -tal vez- su hora más crítica.
Desamor amarillo
Las oscilaciones en el vínculo entre Macri y Javier Milei dieron paso a diversas interpretaciones en el último año, pero también es la escenografía tanto para el amor como para el desprecio; para el aval casi incondicional como para la crítica más feroz al proceso libertario. La especulación de una confluencia electoral se rompió esta semana en CABA pero sigue en stand by en otros distritos porque -a pesar del okey macrista-, las señales de La Libertad Avanza (LLA) se reducen a gestos sin efecto que se leen como para ganar (o perder) tiempo.
Los duros cuestionamientos del Pro al escándalo $LIBRA como a la licitación de la Hidrovía o la nominación de jueces de la Corte por decreto, se suman a los cruces permanentes entre quienes se transformaron en mileístas, como Patricia Bullrich con la gestión porteña por la seguridad; o los que resisten cualquier acuerdo con el presidente, como Horacio Rodríguez Larreta, lo que sólo agrega más tensión a la crisis interna.
El ex jefe de Gobierno porteño y precandidato presidencial, anunció días atrás su candidatura por fuera del partido, luego de cuestionar duramente al gobierno nacional pero también a su sucesor, Jorge Macri, casi con el tono que hubiera tenido un opositor: lo que habla a las claras no sólo de lo roto que está el partido, sino de lo electoralmente complejo que resultará CABA, amenazado por Las Fuerzas del Cielo y también el peronismo.
Ante la incertidumbre, la dificultad y en algunos casos la imposibilidad de establecer una postura nacional homogénea, Macri se inclina en este 2025 electoral a otorgar libertad de acción en todas las provincias para que, según el panorama local, las autoridades partidarias puedan decidir en cada caso las alianzas, con qué socios (como seguramente será con los libertarios en Provincia de Buenos Aires -PBA-) o en soledad. Es la mejor (y hasta el momento única) salida que encuentran para no forzar ni romper aún más los frágiles equilibrios internos, atravesados por una tensión mayor que hasta pone en duda la propia existencia futura del partido como tal.
Milei los une y Cornejo los separa
En Mendoza esa inquietud se replica con mayor intensidad tal vez, agravada por la historia reciente plagada de conflictos y hasta una intervención que terminó el año pasado, tras unas elecciones internas que devolvieron el partido a la dirigencia referenciada en Omar De Marchi, y por ende, en la salida de Cambia Mendoza (CM).
Su presidente, Gabriel Pradines, tiene la ardua tarea de contener esa grieta abierta entre los otrora incondicionales macristas respecto del posicionamiento ante Milei: acompañamiento, fusión o resistencia. Pero no es simple.
El presente de De Marchi como funcionario nacional es una señal inevitable, aunque al parecer sin la misma suerte en el frente que integra, La Unión Mendocina (LUM), que por la heterogeneidad de su armado se muestra refractaria, y en algunos casos, alejada de los designios libertarios. Otro factor que aceleró su proceso de desdibujamiento y ante la eventualidad de mayores daños, se concentró en el plano local y especialmente la Legislatura, donde aun así, las votaciones divididas de sus bloques también dan dimensión del debate y las diferencias.
Pero todavía hay más, pues el sector que resultó perdedor de la interna es aquel que se encolumna en la vicegobernadora Hebe Casado, la locuaz y temeraria médica que se referencia con Bullrich, una de las principales espadas de Milei
La ministra de Seguridad es una de las más férreas objetoras de la “tibieza” que le achacan a los que no se animan a dar el paso del banque explícito al Gobierno nacional. Al punto que tanto Bullrich como la propia Casado han dejado la puerta abierta a dar el salto y afiliarse directamente a las huestes libertarias, lo que profundizaría aún más el crack partidario para transformarlo en una ruptura ¿definitiva?
Alfredo Cornejo y el oficialismo local siguen con atención este debate, pues en la muy especulada confluencia aquí de radicales y libertarios, Casado es una pieza clave, como ya lo demostró en sus habituales encuentros en Casa Rosada con Bullrich y con quien corta el bacalao del armado libertario, Karina Milei. Pero claro, el temor cornejista es que también aquí el Pro se una a los liberales ¿para dejar afuera a los radicales?
El legado en discusión
Esta semana venció la presentación de alianzas para la desdoblada elección porteña que enfrentará al Pro con la LLA y Rodríguez Larreta en listas separadas en comicios generales (sin PASO) el 18 de mayo. La falta de acuerdo allí, interno y con los libertarios, es una señal poderosa para el resto del país, que sin embargo no se aplaca con el entendimiento bonaerense casi sellado y también bendecido por el ex presidente.
Sin guion, ni dirección, en el Pro todos quieren actuar y como sucede en estos casos, cada personaje interpreta su rol como mejor considera o le conviene. Aquel papel reservado sin cuestionamientos para Macri hoy está puesto en duda y con ello, la supervivencia de la marca. ¿Continuará?
* El autor es periodista y profesor universitario.