Durante miles de años la humanidad ha venido manipulando al mundo natural buscando principalmente en la tierra alimentos que garantizaran su supervivencia de igual forma que el resto de los animales, primero como cazadores y recolectores modalidad que luego fue modificada a la forma de criadores y agricultores.
En la actualidad la humanidad ha terminado por aceptar que la mayor abundancia de diversidad de vida está dentro de las aguas en las profundidades marinas y esto ha sido consecuencia del mayor crecimiento mundial de la población y la lógica necesidad de más alimentos.
La conocida oceanógrafa americana Sylvia Earle ha publicado importantes estudios sobre este tema (A terra azul-SESI-SP 2017) de lo cual podemos extraer los principales conceptos vertidos de manera simple. Por ejemplo, afirma que es necesario mucho pasto y semillas para que haya ratones y conejos que puedan alimentar lobos y muchas plantas marinas y plancton que den de comer a los peces que permitan vivir a tiburones y ballenas. Es claro entonces, que tiene que haber mucho de todo esto para que el hombre pueda vivir. Esto es escuetamente lo que comúnmente llamamos cadena alimentaria.
Este concepto es aceptado como forma de vida pero hay matices de comportamientos diferentes con respecto a la relación del hombre con la fauna marina, por ejemplo; hay gran simpatía con mamíferos como las ballenas o los delfines a los que vemos en general como seres amigables de vida apacible y con cierto grado de desarrollo inteligente que muchas veces llaman nuestra atención, pero también están aquellos que ven a estas especies como sus competidores, por alimentarse de los cardúmenes que ellos desean extraer como su actividad económica. Esto último es lo que hace difícil la diversidad en ese medio.
Un fenómeno muy grave para la vida marina es la pesca masiva que se realiza con barcos tecnológicos y/o factorías. La consecuencia es la destrucción colateral o sea la captura accidental de especies no buscadas. Esto significa que en las operaciones focalizadas en un cardumen en particular se despliegan gigantescas redes que barren lo buscado y muchas otras especies.
Hay estudios que muestran que por cada kg de camarones extraído se han llegado a sacar 100 kg de otros peces y variedades. La Fundación Mundial de Vida Silvestre (WWF, siglas en inglés) ha afirmado que más de trescientos mil mamíferos marinos, cientos de miles de tortugas y miles de toneladas de peces son retirados del mar anualmente por captura accidental.
Desechos peligrosos
Los océanos están fuertemente contaminados de manera directa por todos los desechos producidos principalmente por embarcaciones, pero también por ciudades costeras que no saben qué hacer con ellos u optan por lo más fácil. Así, vemos bolsas plásticas, botellas, embalajes y un sin número de objetos que suelen ser deglutidos por grandes especies como ballenas, delfines o tiburones que con frecuencia podemos observar heridos o muertos en playas de todo el mundo, y ni que hablar de residuos hidrocarburíferos que cada tanto son desprendidos por embarcaciones.
Asimismo, y por vía del calentamiento global los mares están siendo menos fríos por efecto de las temperaturas cada vez más altas produciendo mayor acidificación y consecuentemente afectando las barreras de coral con lo que ellas significan para la biodiversidad marina.
En casi todos los océanos existen las llamadas islas flotantes de basura, constituidas con toda clase de desechos como los mencionados arriba. En el pacífico norte entre las costas de América del norte y Asia existen superficies de entre 1 y 15 millones de km2 de estos desechos con una particularidad, muchos de ellos no son totalmente visibles desde aeronaves porque están constituidos por pellets que son pequeñas partículas que constituyen la prefabricación de productos plásticos que por ser tan pequeños, livianos y volátiles son difíciles de contener durante su transporte.
El problema es que suelen ser comidos por medusas y estas por peces que luego transfieren la contaminación de compuestos químicos a los humanos y también a aves marinas como los albatros que se alimentan casi en exclusividad de peces.
Se estiman en 100 millones de toneladas anuales los desechos marinos cuyo origen es 80% terrestre y 20% producido por descarga de navíos.
Como consecuencia de lo dicho se han creado organizaciones como la Ocean Conservancy y otras menores esparcidas en el mundo que trabajan en acciones limpieza, aunque con éxitos mínimos. Como dicen los científicos estamos viviendo una nueva era geológica a la que podríamos llamar: Era plasticozoica.
Muchos países adoptaron un sistema de control de pesca llamado Producción Marítima Sustentable, a través del cual se comprometieron a extraer hasta un determinado límite, con ciertos logros al principio, lo cual produjo su incorporación a la Convención de Naciones Unidas para los Derechos del Mar en 1982 al mismo tiempo que respetar el mantenimiento de la biodiversidad, sin embargo no parece tampoco haber tenido mucho éxito, al menos para nosotros por las noticias que cada tanto tenemos de pesqueros chinos que asolan el Mar Argentino.
La vida marina dejó hace mucho tiempo de ser fácil para sus moradores, en los últimos 60 años comenzó a sufrir como todos los recursos naturales una enorme presión, producto del gran crecimiento de la población mundial. El desarrollo pesquero ha logrado sus objetivos hasta ahora, a costa de diezmar una gran parte de cardúmenes, plancton y otros géneros mayores.
Hay muchísimas especies en peligro de extinción y esto no es aconsejable por la conservación de la cadena alimentaria ni permisible teniendo en cuenta las expectativas de crecimiento de la población, que de 7.000 millones de hoy para el 2050 será de 9.000 millones de seres.
La crisis alimentaria de origen marino no es genética ni vegetativa. Ella responde a los excesos en las técnicas de extracción y la descontrolada contaminación. Por ello, cada vez más áreas, debe ser protegidas y los principales santuarios deberían estar en las zonas costeras, que es donde están las principales amenazas, no siempre custodiadas bien por los países ribereños.