El proceso de reinvención de las Leonas no se detiene: Macarena Rodríguez, la capitana de 37 años, no fue tenida en cuenta para lo que resta del ciclo olímpico, que tendrá su punto máximo en Río 2016.
Con esta decisión, el DT Santiago Capurro profundiza la idea de rejuvenecer el seleccionado a costa de que pierda peso específico en lo inmediato. Los últimos dos torneos dejaron sinsabores: el 4º puesto en las semifinales de la Liga Mundial, en Valencia, y la final perdida ante Estados Unidos en los últimos Juegos Panamericanos.
En ambas citas, el equipo pagó el precio de la inexperiencia y la falta de rodaje; tiene que ver con que varias de las jóvenes jugadoras están en pleno ensamble para afrontar las demandas del nivel FIH.
Entre renuncias -la mayoría sin explicaciones claras por parte de las jugadoras-, retiros y exclusiones del cuerpo técnico que generaron alguna polémica, la Argentina perdió a varios de sus principales valores.
El éxodo comenzó justo después de la consagración en el Champions Trophy de Mendoza 2014: Luciana Aymar, Rosario Luchetti, Silvina D'Elía, Mariela Scarone y ahora Rodríguez, que habló de su adiós: “ra algo que tenía que pasar, mi energía ya no era la misma. Los últimos torneos fueron muy desgastantes. Ya tengo 37 años y ahora comienza una nueva etapa, donde estoy segura de que voy a triunfar y conseguir lo que quiero”.
La volante central menciona la palabra “desgaste”, y ese término está relacionado con la atmósfera enrarecida que envolvió a este seleccionado en los últimos tiempos, en buena medida por el estilo de conducción de Aníbal Fernández, ahora de licencia en la Confederación Argentina.
“Me junté con los entrenadores y ellos me dijeron que no me iban a tener en cuenta, algo que se veía venir. Ya no tenía las mismas energías y venía pensando en dejar de jugar para el seleccionado”, agregó Maca al diario mendocino.
“Les dije las cosas que pensaba, sin guardarme nada, fui de frente como siempre lo hago. Obviamente que esperaba retirarme dentro de una cancha, pero no se pudo. Me voy por la puerta grande, muchos pensaron que iba a hacer un escándalo pero estoy muy lejos de esto. El deporte es así y hay que aceptar las reglas de juego”.
Las Leonas, que en Toronto participaron con 16 jugadoras que promediaron los 25 años, tuvieron un buen rendimiento en la definición ante los Estados Unidos, incluso con esa característica del amor propio y la garra, un legado que acumula años.
Si hubiesen facturado las numerosas ocasiones de gol en el primer cuarto, probablemente otra habría sido la historia, pero allí quedó en evidencia que el recambio y la apuesta por la sangre joven obliga a tener paciencia con los resultados. Sucedió que las norteamericanas -de gran poderío físico- sacaron provecho de varios detalles de juego y algunas mañas y terminaron llevándose el oro.
Capurro sigue convencido de que el único camino es la renovación de caras y, a partir de ahí, el ajuste de sistemas. Quizá sepa íntimamente que arrebatarle el reinado olímpico a Holanda en Río de Janeiro sea una quimera, pero está dispuesto a seguir adelante.
Por eso, en la última lista, designó a jugadoras Sub 21 como Eugenia Trinchinetti, Julieta Jankunas y Maria José Granatto, además de redoblar la apuesta por Agustina Albertario, Giselle Juárez, Sofía Toccalino, Paula Ortiz y Luciana Molina, entre otras veinteañeras.
En este duro camino por no caerse de la elite, deberán primar los liderazgos de Carla Rebecchi, Belén Succi, Noel Barrionuevo y Delfina Merino, voces con experiencia para guiar a los rostros frescos.
Hay talento, capacidad y actitud; falta el rodaje que sólo dan los partidos internacionales y los grandes desafíos. Queda una incógnita grande: ¿Soportará la gestión de Capurro una eventual cadena de resultados negativos en el transcurso del tiempo?
