Después de tres años en los que la sequía castigó a Mendoza, y tras llegar a su nivel histórico más bajo en noviembre de 2022, el dique Potrerillos está en su capacidad máxima de agua. Así lo confirmó a Los Andes el director de Gestión Hídrica del Departamento General de Irrigación, Rubén Villodas, quien reveló que el embalse se encuentra al 82%.
Estiman que al final de la temporada, entre agosto y septiembre, llegue con un 10% más de reservas que el año pasado. También esperan un invierno más nevador por la transición hacia el fenómeno de El Niño, y por ende mejores reservas de agua que los años anteriores.
“Potrerillos ha llegado a su máximo nivel la semana pasada, el 4 de abril, con un 82% de capacidad más alta”, informó Villodas, aunque también aclaró que “es muy similar a los valores que llegó el año pasado”. Sin embargo, lo relevante es que Irrigación calcula que para el fin de semana de la corta, en agosto, “va a estar alrededor de un 77%, lo que es más de un 10% mejor que el año pasado”, según el funcionario.
Carlos Sánchez, jefe del Departamento de Gestión Hídrica de la Subdelegación de Aguas del río Mendoza, agregó que el embalse “está un poco mejor de lo que habíamos previsto, porque ha venido un poco más de agua de lo que pensábamos”. “Tenemos alrededor de un 8% más de agua que ha traído el río de lo que originalmente estaba pronosticado”, explicó, aunque igualmente eso “está dentro de los valores lógicos”.
Para Sánchez, uno de los motivos del crecimiento de la reserva de agua en Mendoza se debe a que “fue un verano bastante caluroso y con olas de calor que, si bien complica en el llano, en Alta Montaña hace que haya un derretimiento más importante y aumenten los caudales”.
Cierre de temporada
En Mendoza, lo que se conoce como “año hidrológico” comienza el 1 de octubre y finaliza el 30 de septiembre de cada año. Dicho calendario se basa en el ciclo de nevadas y disponibilidad de agua, es decir que finaliza después del invierno, momento en que se realizan los pronósticos y el plan de erogaciones para la siguiente temporada.
“La corta”, en tanto, se refiere al período en el que se deja de enviar agua para el riego de los canales y sólo se mantiene el abastecimiento a la población (plantas potabilizadoras) y refrigeración de lo que se conoce como central térmica.
“La idea es que en ese momento estemos en un nivel de embalse cercano al 75% como para empezar la temporada de riego, lo cual es un poco más de agua de lo que tuvimos el año pasado, que arrancamos el 16 de septiembre y al 68%”, detalló Carlos Sánchez.
Este año, la corta será de 122 días, desde el 29 de abril al 29 de agosto. “Lo que está previsto para lo que queda de este año hidrológico es arrancar la corta unos 15 días antes que el año pasado, a fines de agosto, y empezar con un nivel de embalse cercano al 75%, es decir, con un poco más de agua”, especificó Sánchez.
El jefe de distribución del río Mendoza explicó que, además de que “ha venido un poquito más de agua de lo que estaba previsto”, “el balance final cierra el 30 de septiembre, o sea que todavía nos faltan todos los meses de otoño e invierno para saber qué va a suceder”.
Por otro lado, Villodas dio detalles sobre el resto de los reservorios de agua de la provincia. “El Carrizal en este momento está al 44% de su capacidad, y esperamos que este año llegue a un volumen máximo de alrededor del 95%. Probablemente se llegue a cota de vertedero, a su capacidad máxima, para agosto. Es bastante más que el año pasado, que sólo llegó a un 70%”, señaló.
Para el río Diamante, en tanto, se tienen en cuenta los valores acumulados del total de dos embalses: Agua del Toro y Los Reyunos. “Está al 48% de la capacidad y creemos que en agosto van a llegar a un 58% aproximadamente, valor similar a lo del año pasado”, dijo Villodas. Sobre el río Atuel, considerado por el total de Nihuil y Valle Grande, contó que “ahora están en un 44% de la máxima y llegarían a agosto en 65% de capacidad de llenado, que es el mismo valor que el año pasado”.
A la espera de más nevadas
Para la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), el ente internacional más especializado en el tema y el único en investigar específicamente el fenómeno, ya es un hecho que el fenómeno de La Niña llegó a su fin y comenzó la transición hacia El Niño.
Como expresó a este diario Raúl César Pérez, doctor en Física especializado en Atmósferas y Nubes, que estemos camino a El Niño significa que en Mendoza “sin lugar a dudas van a aumentar las precipitaciones; incluso las níveas, por lo que vamos a tener más nieve en Alta Montaña de las que tuvimos en los últimos años”.
En Irrigación están al tanto de ello y esperan con expectativas. Rubén Villodas contó que toman el pronóstico de la Universidad de Columbia, de Estados Unidos, la cual indicó para junio, julio y agosto “una situación de probabilidad de precipitaciones normales, lo que es mucho mejor que lo que hemos tenido los tres años anteriores”, analizó el director de Gestión Hídrica.
“Esto indicaría que es muy probable que tengamos un invierno con nevadas mejores que las que hemos tenido en los últimos años, y eso nos daría un poco más de agua para la temporada que viene”, continuó, en coincidencia con los otros pronósticos.
Sin embargo, advirtió: “Que haya el doble de nevadas en Alta Montaña no implica que haya el doble de agua o de volúmenes de agua escurridos, porque llevamos muchos años de sequía y mucha del agua que se puede derretir no va a ir a los ríos, sino que se va a redirigir a recargar los acuíferos, entre otras cosas”.
Es por eso que, “en estos años normales o mejores a los años anteriores de sequía, los volúmenes de agua no son directamente proporcionales a la cantidad de nieve de más que puede caer”, concluyó.
Por otro lado, Carlos Sánchez explicó que “nos conviene más que el fenómeno de El Niño suceda previo al invierno para que repercuta en más nevadas”. “Si pasa después, puede haber un incremento de lluvias y humedad, pero no se concreta en nieve, que es la reserva nuestra absoluta de agua y la que podemos llegar a manejar, contabilizar y programar”, indicó.
“Es muy difícil predecir en Alta Montaña. Podés tener más nevadas, pero si se derrite o no para que baje más agua ya depende de otras cosas, como la temperatura”, manifestó Sánchez sobre las variables a tener en cuenta.
Por eso, “las predicciones nos dan un indicio, hasta una esperanza, diría. Pero finalmente hay que ver si eso se concreta en la realidad. Y eso, nosotros lo vemos cuando vamos, contabilizamos la nieve y vemos cuánto nevó realmente”, finalizó.