Política errada sobre la exportación de carnes

Es curioso que el protagonista de aquellas experiencias fallidas –tanto del cierre de las exportaciones como del conflicto con el campo– acuda otra vez a ese tipo de inconducentes resoluciones. Es un equivocado regreso al pasado.

Es curioso que el protagonista de aquellas experiencias fallidas acuda otra vez a ese tipo de inconducentes resoluciones.
Es curioso que el protagonista de aquellas experiencias fallidas acuda otra vez a ese tipo de inconducentes resoluciones.

El presidente Alberto Fernández dispuso el cierre de las exportaciones de carne por 30 días, con el declamado objetivo de que bajen los precios internos del alimento más consumido en el país. Fue una medida intempestiva, no consultada con la Mesa de Enlace de Entidades Agropecuarias pese a que lo había prometido en reuniones recientes, para evitar un nuevo conflicto con el campo. De inmediato, la Mesa de Enlace dispuso cese de comercialización por 9 días corridos a partir de ayer, al tiempo que los distintos sectores de la producción advirtieron sobre el impacto negativo de la decisión presidencial.

La medida apenas puede ser justificada ante la necesidad de enviar una señal a su electorado afín. Sucedió luego de que se conoció que la inflación de abril fue del 4%.

Alberto Fernández había suscripto dos semanas atrás un acuerdo con los principales frigoríficos exportadores para proveer al mercado interno de 11 cortes a precios accesibles.

El jefe del Estado no sólo incumplió ese acuerdo, sino que reaccionó en forma imprevista para intentar detener el aumento de precios de este alimento, suba que –al igual que la inflación– reconoce múltiples causas, como suele explicar el ministro de Economía, Martín Guzmán.

Luego de dejar la Jefatura de Gabinete de Ministros tras la disputa por la resolución 125, Alberto Fernández había realizado una autocrítica de ese enfrentamiento, como así también del cierre de las exportaciones de carne que el entonces presidente Néstor Kirchner dispuso en 2006 y que, bajo distintas facetas, se mantuvo hasta 2015. El precio de la carne apenas tuvo una rebaja en los meses iniciales de aquella medida. La caída de las inversiones y las pérdidas registradas por productores y frigoríficos empujaron a una suba del alimento, debido a la combinación de una demanda casi inelástica y a una menor oferta de animales.

En ese período, se cerraron más de 100 frigoríficos, se perdieron más de 10 mil puestos de trabajo y el rodeo vacuno se redujo en unos 10 millones de cabezas, según el balance de las entidades del sector. Argentina pasó del tercer lugar entre los exportadores de carne en 2005 al 11º puesto, con la pérdida de los mercados premium de los principales cortes.

En la actualidad, el 75 por ciento de las exportaciones se dirigen a China y a Chile, países que demandan otro tipo de animales y en los que se consumen otros cortes, que no son del gusto del paladar argentino.

El complejo exportador generó ingresos por 2.700 millones de dólares durante 2020. El sector da trabajo directo a unos 15 mil operarios, y a unos 100 mil a través de todo el proceso productivo.

Es curioso que el protagonista de aquellas experiencias fallidas –tanto del cierre de las exportaciones como del conflicto con el campo– acuda otra vez a ese tipo de inconducentes resoluciones. Es un equivocado regreso al pasado.

El Presidente debe evitar repetir tales errores y debe generar un mayor y más fructífero diálogo con productores y con entidades representativas del campo.

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