Proyectos de gran escala le suman a Mendoza 2.500 hectáreas cultivadas nuevas

En los últimos años creció la cantidad de hectáreas cultivadas en la provincia. Las principales inversiones están dirigidas a los olivos. También hay durazno, ciruela, almendros y sigue ganando adeptos el pistacho.

Hay más hectáreas cultivadas en Mendoza y los olivos son los más elegidos. Archivo.
Hay más hectáreas cultivadas en Mendoza y los olivos son los más elegidos. Archivo.

A contramano de una economía que en los últimos años se encargó de incentivar el traslado de los pesos hacia el mercado financiero en desmedro de la producción, en los últimos años en Mendoza las inversiones en la agricultura fueron escalando y hoy se contabilizan 2.500 hectáreas cultivadas más que las registradas en el Censo Nacional Agropecuario de 2018.

Los olivos con especies destinadas a la producción de aceite son los cultivos más elegidos y con inversiones millonarias, pero también hay más hectáreas implantadas con ciruela, durazno para industria, nuevas especies de almendros y día a día crece el interés por los pistachos.

Las razones de invertir en una actividad que parece estar cada vez menos valorada, son múltiples: desde una conciencia verde y las ganas de aportar algo de aire limpio al planeta, hasta aprovechar la oportunidad económica empujada por las condiciones globales que favorecen el precio del producto.

Lo cierto es que, frente a todos los pronósticos, de forma muy silenciosa y con calma, las inversiones en la agricultura se acrecentaron en los últimos cinco años. Y si bien la situación economía no colabora también es cierto que es cuestión del ojo con que se lo mire, porque “en toda crisis hay una oportunidad”, como remarcó uno de los inversores.

Según los datos del Censo Nacional Agrícola realizado en 2018 y sin contabilizar los viñedos que es lo que más predomina en Mendoza, hay alrededor de 60.000 hectáreas cultivadas con diversas especies.

Si bien no hay información reciente de manera oficial y aún no se conocen los resultados que arrojó el Censo en 2022, desde el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) confirmaron que en la provincia la superficie cultivada aumentó alrededor de 2.500 hectáreas.

Los desarrollos están repartidos en los cuatro oasis productivos y los de mayor envergadura se encuentran en Las Heras, Lavalle, San Rafael, Valle de Uco, Junín y Luján.

Dentro de ese total, un 35% de las inversiones ingresaron por Mendoza Activa y además de almendros, ciruela, durazneros y olivos también hay emprendimientos nuevos con nogales y cerezos.

“A través de Mendoza Activa ingresaron más de 2.000 proyectos para la agricultura con una inversión de $17.500 millones. También está dentro de esto proyectos de distinta índole como defensa activa, eficiencia de riego, maquinaria para agricultura de precisión. En lo que son nuevas hectáreas implantadas fueron 615 y hay 164 más que son reimplantaciones”, detalló Valentina Navarro, directora de Agricultura de Mendoza.

“Acá lo importante es que por más que a nivel nacional la macroeconomía no facilita las cosas, sino que las complica, y desde la provincia no lo podemos manejar ni cambiar, si hay medidas que se pueden implementar desde Mendoza y ser así un lugar para inversiones. Estas herramientas como Mendoza Activa lo que hacen además es favorecer el desarrollo de esas inversiones y generar mano de obra genuina”, agregó la funcionaria.

El transporte condujo a los olivares

Edgardo Dibiagi (64) siempre estuvo inmerso en el mundo de la logística y el transporte, pero a medida que el tiempo transcurre descubrió que los logros económicos no son todo en la vida y eligió dejar para sus hijos un mundo un tanto más respirable.

Esa conciencia verde que le indicaba que debía actuar para combatir la polución ambiental lo llevó a realizar inversiones que favorecieran a la naturaleza.

Casi dos décadas atrás comenzó a incursionar en la agricultura y lo que en un principio sería una plantación de álamos terminó mutando y afianzándose en el ramo de los olivos.

Actualmente la empresa de Dibiagi cuenta en Lavalle con 265 hectáreas cultivadas, una fábrica para la elaboración de aceite de oliva autosustentable energéticamente y tienen previsto avanzar en la implantación de 200 hectáreas más de olivares.

“En mi caso en mi caso, el desarrollo de un olivar surgió no solamente como negocio en sí, sino como una idea que venía trayendo hace tiempo de qué hacer con la cantidad de dióxido de carbono que generaban nuestras unidades de transporte. Mi intención era dejar algo que aportara en el tema ambiental. Primero pensamos en generar una plantación de álamos, pero después nos inclinamos por algo más simple y salió el tema del olivo, que es un árbol que se mantiene en el tiempo, que es resistente a la salinidad, que es un árbol rústico, que si le falta agua no muere, entre otras cosas”, comenzó explicando Edgardo Dibiagi.

El desarrollo de los olivares atravesó varias etapas entre las que debieron ir actualizando y renovando las plantas en la finca hasta adecuarlas a las condiciones actuales en las que cuentan con la cosecha totalmente mecanizada y un sistema de riego altamente tecnificado.

“En el transcurso de 18 años tuvimos que ir modificando el formato del cultivo, que es bajo un sistema super intensivo, para introducir máquinas cosechadoras que son lo último en la tecnología. Además hay una máquina, que para que todos entiendan, hace una poda automática.  Pero con las hectáreas solas todo eso no se amortiza y sin la tecnología esto no funciona, entonces una cosa empuja a la otra, la tecnología no se amortiza si no hay más hectáreas”, redondeó el transportista y productor.

A la par de los olivares, montaron una fábrica de aceite de oliva que también tiene el sello ambiental que dio vida a todo el proyecto. Está dotada de paneles solares para la dotación de electricidad y además utilizan los restos para producir, también energía, pero por biomasa.

“Durante años los olivos fueron subsidiados por el transporte por un contexto internacional en el que el precio estaba bajo, recién en los últimos años, el precio se volvió interesante a partir de los problemas que tuvo España que es el principal productor de oliva y quien fija el precio”.

Igualmente, más allá de las mejoras en el precio internacional, la falta de competitividad del tipo de cambio hace que la producción de aceite de oliva de Dibiagi vaya a parar por completo al mercado nacional.

“No podemos comprar insumos a valores de dólar blue y después vender con el valor del dólar oficial. Así no se puede”, remarcó.

Más allá de los vaivenes de la economía nacional y mundial, Edgardo Dibiagi aseguró que seguirán “poniendo el pecho a las balas porque para mí es una satisfacción que mis hijos vean que el día mañana de una empresa de transporte se genere oxígeno. Uno llega a una etapa de la vida en donde puede estar conforme con los logros económicos, pero no está conforme con lo que deja. Por eso estas es una forma de contrarrestar ese efecto que generaban nuestras unidades”, dijo.

“Es más, continuó Edgardo, ahora estamos desarrollando un proyecto nuevo y vamos a empezar a elaborar compost para para nutrir a plantas que se encuentran en zonas salinas.

De producir plantas en un vivero a productores a gran escala

La familia Zanetti lleva más de 30 años en el rubro agrícola. Inició con un vivero profesional y con el paso del tiempo y la especialización dio el salto y se convirtió en productor primario.

Actualmente con el vivero se especializan 5 especies de plantas: pistachos, almendros, olivos, nogales y vid.

Además, poseen hectáreas cultivadas repartidas entre los oasis este y norte de Mendoza y la producción tiene como destino el mercado interno como así también internacional.

“Hace 33 años que estamos produciendo plantas y en toda esa cantidad de años en el sector nos especializamos en esas 5 especies. Lo que hacemos es identificar posibilidades para desarrollo económico de esas actividades productivas y como la economía argentina y la mendocina en particular, tiene idas y vueltas, estamos siempre atentos a las oportunidades que se van generando. Unos años fueron más favorables para los viñedos, otros para nogales y hoy la gran oportunidad es para la producción de aceite de oliva porque tiene un consumo creciente en el mundo, el 3% por año, y las producciones están decayendo”, comentó Martín Zanetti.

El titular de la firma Productora SA aseguró que “Mendoza tienen una oportunidad para desarrollar la nueva olivicultura que es la olivicultura superintensiva. Un sistema de cultivo que tiene la facilidad de ser cosechado con las máquinas que se cosechan los viñedos”, agregó.

Al igual que la firma Dibiaggi, también complementaron la producción olivícola con una aceitera y venden la producción en el mercado interno y además exportan a granel.

Dentro de las nuevas tendencias, desde la Familia Zanetti también encararon la producción de pistachos. Actualmente cuentan con 15 hectáreas en las que investigando y desarrollando las mejores especies que se adapten a Mendoza, en particular “especies que son sumamente eficiente para producir en suelos con ciertos contenidos de salinidad y con agua de no tan buena calidad. Es un cultivo que puede producir 3.000 a 4.000 kilos de pistacho por hectáreas con un valor de mercado de 7 a 10 dólares, lo cual genera una rentabilidad muy elevada en condiciones agroclimáticas que otros cultivos no serían capaces de obtener esos rendimientos, ni productivos ni económicos”, afirmó.

En el caso de los almendros, cuentas con 80 hectáreas implantadas, pero no se detienen y trabajando en tres proyectos nuevos que tienen en marcha en la zona de Capdevila en Las Heras.

En este caso el proceso lo realiza Zanetti y a futuro quedará en manos de inversores. La particularidad que ostenta esta nueva iniciativa es que al cabo de las investigaciones que realizaron desde la firma detectaron que esa zona les permite “desarrollar almendro sin defensa controlada porque están en una zona libre de heladas en primavera y que se adaptan muy bien a una serie de variedades que trajimos de España de floración tardía”, detalló Martín Zanetti.

Pese a las condiciones económicas que lejos están de favorecer las inversiones en el sector, Zanetti está convencido que “siempre en toda crisis hay oportunidades” y si bien “la bicicleta financiera te permite sobreponerte a la inflación, no te capitaliza”, mientras que “si vos compras una finca, en tres o cuatro años ese capital se duplicó, entonces realmente cuando vos invertí en la agricultura tu capital aumenta con el paso del tiempo”, concluyó.

De Bariloche al sur mendocino

Ricardo Romoldi (71), un bonaerense de nacimiento y con una empresa dedicada al esparcimiento estudiantil en Bariloche, soñaba con tener una finca y finalmente se decidió a invertir en la agricultura pensando en el aumento del consumo de la población de productos cada vez más naturales, más saludables.

En 2011 adquirió un predio de 440 hectáreas de la firma Straven en la zona de El Cerrito en San Rafael y en lo que antiguamente fue un predio dedicado a la ganadería, montó un desarrollo olivícola.

A lo largo de estos 12 años fueron escalando en la cantidad de superficie cultivada, cuentan en la actualidad con 330 hectáreas en producción y cada año que pasa van incrementando la plantación. El proyecto contempla alcanzar las 400 hectáreas con olivos para la producción de aceite de alta calidad.

“La propuesta en cuanto a la parte olivícola surgió porque se veía la tendencia a consumir productos mucho más naturales y mucho más saludables, entonces por ese lado el aceite de oliva es un producto súper natural con muchas cualidades para lo que es la alimentación y es muy noble también en cuanto al proceso y a la extracción”, comentó Alejandro Navarro gerente de la firma.

En cuanto a la inversión que están llevando a cabo en el Cerrito “es muy fuerte porque el sistema de riego es todo por goteo, el cien por ciento está sistematizado para lo cual se tuvo que construir una represa y también hay cuatro perforaciones que también ayudan”, indicó.

Con la sistematización total del riego “entendemos que somos electro dependientes” y previendo que “algún día se van a terminar los subsidios” al riego agrícola, en los últimos dos años iniciaron la construcción de parque fotovoltaico para conseguir la autonomía energética.

“Ya tenemos 160 kva instalados y la idea es este año instalar otros 160 kva y así hasta alcanzar el 100% de la autonomía de energía para el riesgo”, agregó Navarro.

La inversión de Straven también proyectó “tener mecanizado el 100% de las 400 hectáreas en lo que es cosecha”, afirmó.

La producción de aceitunas está combinada con la fabricación propia del aceite de oliva con una planta que montaron en 2018 y así proveen a las principales aceiteras del país (Molinos Río de la Plata entre otras) “pero la gran parte se va al exterior, a España, Estados Unidos, Portugal, Brasil y Chile”, detalló Navarro.

Como la firma está comprometida con la sustentabilidad y la autonomía en la energía “en este último año también se construyó una nave de 1.000 m2 para guardar todo lo que es el equipamiento de la finca y está pensada y diseñada para que arriba de esa nave se haga la colocación de paneles solares. Ya se dejó previsto toda la estructura para poder soportar los paneles y eso nos abastezca también en la fábrica”, indicó el gerente de Straven.

Crece la producción de ciruela

La firma PROA en San Rafael se posiciona como la principal productora de ciruela de la provincia. El proyecto no es nuevo, comenzó 20 años atrás.

Si bien el desarrollo tuvo un impase entre 2016 y 2020, en 2022 retomaron con fuerza la iniciativa e implantaron 80 hectáreas más que entrarían en producción durante el 2024. En total, PROA contabiliza 550 hectáreas cultivadas con ciruelos que están repartidas en dos fincas, una en Cuadro Bombal y otra en Cuadro Benegas.

“Casi el total de la ciruela que producimos la industrializan en un secadero propio el cual cuenta con 30 hornos dobles para secado. Una parte va a industrias locales y la gran mayoría, se exporta, va a Francia, Chile o España”, remarcaron desde la firma PROA.

Para suplir la falta de agua, el riego es 100% por goteo, lo que permite tener una “muy alta eficiencia en el uso del agua”, agregaron.

En lo que hace a protección del cultivo, el 90% de la superficie en una de las fincas está cubierta con tela antigranizo y prevén este año ampliar esa zona un 5% más. El segundo establecimiento se encuentra al 70%.

Dentro de los desafíos que se autoimpusieron en la empresa, está el utilizar técnicas agronómicas para aumentar y estabilizar la producción. La intención es que ambas fincas produzcan entre 25.000 kilos y 30.000 kilos de ciruela por hectárea.

“De nada nos sirve que contar con un secadero y un año tener superproducción y al otro nada. Buscamos una estabilidad en la producción”, remarcaron desde PROA.

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