El plan vitivinícola: exportar U$S 1.380 millones en 2030

La Coviar presentará hoy el nuevo PEVI ante el presidente Fernández, luego de que ocho entidades armaran una mesa por afuera. Plantea más ventas y nuevos desafíos.

Desequilibrio. El 67% de la superficie implantada con viñedos está en manos del 14% de los productores registrados. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.
Desequilibrio. El 67% de la superficie implantada con viñedos está en manos del 14% de los productores registrados. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.

La Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) presentará hoy los detalles del nuevo Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) con miras al año 2030. A diferencia del plan anterior, suman conceptos como el enoturismo y la sustentabilidad, pero se mantienen objetivos como trabajar en el mercado interno y mejorar las exportaciones. El plan, al que accedió Los Andes, es fruto de consultas con 55 entidades y 1.500 referentes del sector. Queda todavía por hacer un proceso de adaptación por regiones.

La intención definida con el plan es generar un desarrollo integral de la cadena para que sea sostenible a nivel social, económico y medioambiental. En cuanto a metas concretas, algunas a destacar son tener en 2030 un consumo interno de 1.000 millones de litros y generar exportaciones por 1.380 millones de dólares. Otro cambio llamativo con respecto al plan estratégico anterior es que este tiene un horizonte más corto: sólo 10 años.

Carlos Fiochetta, gerente de Coviar, expresó su satisfacción por el resultado ya que la elaboración “fue un trabajo muy arduo de más de dos años, con una pandemia de por medio, y más allá de todo fue un proceso virtuoso y abierto”. El diseño del nuevo plan comenzó en 2018 con el análisis del pasado PEVI y a partir de allí se trabajó con más de 50 entidades, desde organismos públicos hasta asociaciones gremiales, en un equipo de trabajo coordinado por el INTA. “El plan no es de la Coviar ni del INTA, sino de la vitivinicultura argentina. Involucra no sólo al vino sino a la uva de mesa, la pasa de uva, el mosto y el enoturismo. El INTA propuso una metodología y Coviar ha tenido un rol de coordinación y dinamización de sectores. Hemos buscado que el proceso sea abierto y participativo”, comentó Fiochetta.

Sin embargo, varias entidades, dos de ellas que conforman por ley la Coviar, decidieron dar un paso al costado y armar una mesa nacional vitivinícola, junto con otras seis cámaras de diferentes provincias, debido a serias diferencias con la Corporación. Entre las más represantativas se encuentra Bodegas de Argentina, que nuclea a más de 250 establecimientos de todo el país, el Centro de Viñateros y Bodegueros del Este y también entidades con una amplia representatividad y perfil combativo, como son Aproem y la Cámara Indenpendiente de Viñateros de San Juan.

Por lo que cuando hoy el Presidente Alberto Fernández se siente a escuchar los discursos en el INTA Luján, lo cierto es que allí no va a estar la expresión de toda “vitivinicultura argentina”, como señala Fiochetta, sino de una parte que se ampara bajo el paraguas de la Coviar.

“Los que no han querido participar ha sido por una decisión propia y sobre eso no se puede hacer nada. Sí nos hemos encargado de que el proceso sea abierto y se trabaje en todos los sectores de la cadena. Hubo más de 1.500 referentes entre talleres y consultas. También ha participado el sector público, desde el ejecutivo nacional hasta municipios”, sostuvo el gerente de Coviar.

Algunos de los puntos que destacan desde la corporación vitivinícola es que el nuevo plan hace foco en la sostenibilidad del sector, algo que no figuraba en el primer PEVI. Otro aspecto es el enoturismo, que muchas regiones como Córdoba y la costa argentina están aprovechando para crecer.

Hacia dónde apuntar

En principio, se consideran algunos supuestos de base, como un tipo de cambio real constante y en los niveles de 2019 (en línea con la inflación), sin cambios significativos a futuro de los servicios de apoyo, logística e infraestructura. Además, se presupone que el comportamiento de los competidores, los productos sustituibles y las tendencias de demanda de los principales mercados no tendrán cambios significativos respecto de los últimos cinco años.

En cuanto a objetivos, el PEVI 2030 tiene seis y tratan sobre mercado externo, mercado interno, rentabilidad, productividad y calidad, enoturismo, sostenibilidad social y medio ambiente. A la vez, ellos están vinculados con cuatro estrategias: innovación tecnológica y organizacional, institucionalidad y articulación, asociación e integración y promoción y comunicación.

Si se miran los números, la meta en 2030 para el mercado doméstico interno es de 1.000 millones de litros (no se especifica valor monetario). Para exportaciones se quieren unos 250 millones de litros de fraccionado (u$s 1.000 millones), 150 millones de litros a granel (u$s 100 millones), 150 mil toneladas de mosto (u$s 150 millones), 50 mil toneladas de pasas de uva (u$s 100 millones) y 15 mil toneladas de uva de mesa ( u$s 30 millones), que totalizan exportaciones por u$s 1.380 millones.

Para comparar, en 2020 se vendieron al mercado interno alrededor de 940 millones de litros y los valores de exportación de vino fraccionado cerraron en 201,8 millones de litros y u$s 705 millones. Incluso, un año antes, en 2019, las ventas totales de la vitivinicultura al exterior (incluyendo otros productos además de vinos) fueron de más de 1.000 millones de dólares.

Una de las unidades que participó en el análisis de los datos y en la propuesta de objetivos fue el Observatorio Vitivinícola Argentino. Su director, Daniel Rada, explicó que trabajaron en identificar tendencias y ranquear problemas importantes, como las dificultades de pequeños productores y bodegueros.

“Un problema es la descapitalización de los productores y el abandono de fincas. Con las condiciones de precio actuales, para ser rentable tendrías que tener alrededor de 20 hectáreas y el 86% de los productores tiene 20 hectáreas o menos. Ellos representan el 33% de la superficie total, es decir que son muchos los que tienen pocas hectáreas. La contracara es que el restante 14% de los productores (los grandes) tienen el 67% de la superficie total”, detalló Rada.

Otro análisis que hace el director es que a nivel producto hay una mayor especialización hacia la botella, y eso significa un producto más orientado al valor que al volumen. Referido a los objetivos, Rada aclara que “son un horizonte para el cual uno debe trabajar, pero después su cumplimiento depende de una serie de variables y del trabajo de cada uno de los integrantes de la vitivinicultura”.

Al respecto, y comparando los números de 2020 a los apuntados para 2030, hay objetivos más modestos que en el primer PEVI. “Ya no podemos pensar en crecer a dos dígitos como en 2002. Hoy las condiciones han cambiado, el comercio mundial se ha estancado o crece a tasas más bajas, eso hace que tengas que competir fuertemente con otros”, sostiene Rada

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