El abogado, especialista en docencia universitaria y magíster en Gestión de la Educación Superior, Paulo Falcón pasó por Mendoza. Y, desde su experiencia y conocimiento en la temática, analizó la situación de la educación primaria, secundaria y universitaria en Argentina, así como también los aspectos en los que hay que trabajar y se deben ajustar.
Entre tantos conceptos, uno de los más importantes que resaltó Falcón, y que genera preocupación a nivel nacional, tiene que ver con el tiempo de terminalidad educativa y la prolongada estadía en la escuela secundaria.
“Durante el siglo 21, después de la salida del 2001 para establecer un corte histórico, Argentina consolidó una graduación en tiempo y forma en el secundario de uno cada dos estudiantes. Es decir, 50% de las personas que estaban en condiciones de terminar el secundario lo hacía en tiempo y forma”, destacó Falcón para contextualizar el panorama educativo nacional de los primeros 20 años del milenio.
“Pero la salida de la pandemia hizo estragos en la adolescencia y en la juventud. Y el número de graduados en tiempo y forma bajó a una cifra que ronda el 20%. O sea, de 10 que comienzan la secundaria, son dos los egresados en tiempo y forma”, reforzó el ex director nacional de Gestión Universitaria del Ministerio de Educación de Argentina.
En ese sentido, destacó que la disminución de graduados en tiempo y forma deriva en el hecho de que el ingreso a la educación superior cada vez se hace con mayor edad.
“Todo esto repercute como un efecto dominó, porque se entra mayor a la universidad y se retrasa más todavía el egreso. Con estos datos hay que construir una buena información para tomar mejores decisiones desde el Estado y las instituciones”, resaltó Falcón, quien además es el flamante rector de la Universidad Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAECE).
No obstante, extraoficialmente desde el Gobierno de Mendoza resaltaron que la situación en la provincia dista de esta que expone Falcón para todo el país. Y aunque aún no cuentan con el detalle fino, resaltan que el porcentaje de egresados en tiempo y forma del secundario de Mendoza ronda 70%.
¿CRISIS EN LA EDUCACIÓN?
Los recientes resultados del examen de ingreso en los colegios secundarios dependientes de la UNCuyo dejaron resultados preocupantes: cerca de 1.400 estudiantes mendocinos obtuvieron notas inferiores a 5.
Este dato no hizo más que contrastar con la atípica situación que se dio a fines de 2023, cuando, antes de retomar los exámenes de ingreso, más de 1.000 chicos mendocinos finalizaron la primaria con un promedio de 10, lo que dejó a muchos egresados con promedio ideal fuera de los bancos de los colegios universitarios (por ello se retomó la modalidad de examen).
Las notables diferencia entre la “ola de 10″ de 2023 con las bajas calificaciones en 2024 no hizo más que sembrar dudas, ya no solo en el nivel secundario, sino también en el primario.
“Hay una distancia cultural que se manifiesta en el lenguaje, en las prácticas, en las formas de comunicar y de entender. La educación en la Argentina no ha tenido la capacidad de comprender los cambios que ha tenido la niñez, y la adolescencia y la juventudes”, resaltó Falcón.
De hecho, el referente educativo destacó la existencia de cuestiones organizativas, didácticas y pedagógicas en las que hace falta adaptarse para acompañar estos cambios. “Hay que saber enseñar para que en los chicos se despierte interés y atención, para convocarlos a cosas que lleven a sostener el nivel de aprendizaje significativo. Pero aquí la culpa no es de los chicos; es nuestra, de quienes tomamos decisiones”, se explayó.
Y se detuvo en el discurso referido a equiparar el éxito educativo con que los chicos no se lleven materias, sin importar a qué costo. “Lo importante son los aprendizajes, las calificaciones son otra cosa. Nosotros tenemos que preocuparnos por que los chicos aprendan, incorporen competencias, habilidades, destrezas, conocimientos. Y que eso se traduzca en una en una calificación. Lo que pone el examen de la UNCuyo arriba de la mesa es un dato preocupante: la calificación no necesariamente refleja los reales y efectivos conocimientos de las personas”, advirtió.
Falcón insistió en que hay que entender a la escuela como una comunidad de aprendizaje, y no simplemente una instancia de evaluaciones.
LA LUPA SOBRE LA EDUCACIÓN SECUNDARIA
La especialización de Falcón, dentro del sistema educativo, se sitúa en el nivel secundario o medio. Es aquí donde, según el referente, la tendencia mundial obliga a los responsables a mantener una mirada atenta y crítica. Considera que, dentro de Argentina, el gran problema del sistema educativo radica en este nivel.
La baja en la graduación en tiempo y forma, que repercute en la universidad, no es la única preocupación del sistema educativo argentino. Porque al llegar a la universidad se evidencia también la distancia entre las competencias deseables para la finalización y los resultados de aprendizaje del secundario (están muy por debajo de lo que se precisa).
Para el rector de la Universidad CAECE, el origen del problema en la escuela secundaria del país se dio cuando el menemismo transfirió las escuelas secundarias a las provincias. Ello llevó a que la respuesta genérica hacia distintas situaciones esté directamente relacionada a la política educativa de cada una de las provincias, perdiendo los criterios uniformes.
“La escuela secundaria en Argentina, salvo en el caso de los establecimientos dependientes de universidades nacionales, es el reflejo de la dispar calidad de gestión educativas de cada provincia. Tenemos un sistema educativo pensado en el siglo XIX, con directivos que somos del siglo XX y con estudiantes que culturalmente son del siglo XXI″, reflexionó.
LA IMPORTANCIA DEL MECENAZGO
Desde su lugar, Falcón es uno de los promotores e impulsores de la Ley de Mecenazgo. En Mendoza hace ya algunos meses se comenzó a trabajar en este proyecto que involucra al Estado, a las universidades y establecimientos educativos y a actores públicos y privados para hacer de la educación algo realmente accesible para todos y no quede limitado solo para quienes cuentan con recursos económicos suficientes.
Para Falcón, en los lugares donde se han aprobado leyes y políticas de mecenazgo, ha sido un buen mecanismo para que la cultura, las artes, la educación, la ciencia y la tecnología puedan recibir fondos que, de otra manera, sería muy difícil que les llegue de manera directa.
“En los lugares en donde las legislaciones de mecenazgo funcionan bien, el Estado establece prioridades, ordena y guía el proceso para que esa ayuda pueda verse complementada con actividad estatal en otras áreas. Eso es lo que debe exigir un Estado inteligente, que sectores particulares estén dispuestos a aportar en las áreas de vacancia”, afirmó.
A excepción de CABA, la mayoría de las provincias que cuentan con legislaciones de mecenazgo no las han puesto en práctica. “No hay una ley de un nivel nacional y sería bueno que la haya. En tratamiento hay una Ley de Mecenazgo, aunque más focalizada en temas culturales y artísticos, y donde la educación, la ciencia y la tecnología no tienen recepción. Pero también hubo siempre proyectos desde el sistema universitario vinculados a el impulso del mecenazgo y donde el tema educativo tiene protagonismo”, se explayó.
Para Falcón, ha quedado en claro que la Ley de Mecenazgo u otras normativas de fomento no están entre las prioridades del Ejecutivo nacional en la actualidad. Pero se entusiasma con la posibilidad de que ese impulso pueda resurgir en corto o mediano plazo.
“Hay universidades que tienen sus programas de contribuciones solidarias, de padrinazgo y otras herramientas interesantes que están en uso. Son pocas las provincias donde estos temas forman parte de discusiones entre actores públicos y privados, y Mendoza es una de ellas. Eso habla de la claridad y la calidad de las instituciones y del civismo que hay aquí”, resaltó Falcón.
“En definitiva se trata de eso, de darnos cuenta que hacer cosas en educación hoy implica construcción para mañana”, concluyó.