La ficha limpia no es un toma y daca entre Cristina y Milei, es un reclamo del pueblo contra todos los corruptos

Así como a veces se hacen leyes para beneficiar a una sola persona, Milei quiere que no salga la ley de Ficha Limpia con la finalidad de beneficiar con su no aprobación a una sola persona, a Cristina. Cosas veredes, Sancho, que non crederes.

La ficha limpia no es un toma y daca entre Cristina y Milei, es un reclamo del pueblo contra todos los corruptos

1) Acerca de Cristina

José “Pepe” Mujica: “Ahí está la vieja Kirchner en la Argentina al frente del peronismo. En lugar de ponerse de vieja consejera y dejar nuevas generaciones, no, está jodiendo ahí. ¡Cómo les cuesta largar el pastel! ¡Qué lo parió!”. Pepe Mujica.

Cristina Fernández de Kirchner no deja crecer nada. Solo obsecuentes. El ex presidente uruguayo tiene absoluta razón. Luego el “Pepe” se arrepintió de llamarla vieja y jodida, pero no de lo esencial de su valoración.

Cristina, para volver, ella o por interpósito obsecuente, no va a dejar, mientras viva, que crezca jamás un pasto peronista que no se pueda comer ella. Sin embargo, debería remitirse a cómo le fue con algo parecido a Juan Perón. El General, para retornar al poder luego de ser derrocado, en vez de organizar desde el exilio un partido nuevo -más colectivo y/o democrático- lo que hizo fue impedir que nadie le hiciera sombra o que creciera, y para eso se la pasó 17 años enfrentando a unos peronistas contra otros. Le fue eficaz para reconquistar el poder, pero absolutamente ineficaz para gobernar, porque mientras todo el país, incluso el antiperonismo, quería apoyarlo como presidente, los dirigentes suyos sólo querían matarse entre sí y entonces Perón nunca pudo formar gobierno porque cuando quiso unir lo que él había desunido, ya era absolutamente tarde

Cristina acusó de Judas a Kicillof y a todo el que se aleje de su influencia lo demonizará. Pero ¿con qué poder?, si fue la creadora del peor gobierno de la historia y ese peor presidente de la historia jamás dejó de ser su títere.

El problema es del resto de los peronistas, ya que el partido movimiento de los compañeros tiene una democracia interna muy sui generis, si se la puede llamar democracia. Los peronistas con algún poder en sus territorios piensan en general como Pepe Mujica acerca de Cristina, que ella no dejará jamás crecer a nadie, pero están todos acobardados porque se han transformado en la mayor burocracia permanente de la república y no quieren perder sus privilegios. Por más que Milei y Sturzenegger desregularicen a todas las corporaciones empresarias, educativas o sociales, hoy la principal corporación argentina es el peronismo, porque sólo piensa en beneficiar a sus dirigentes a costa del resto del país. Y mientras acepte la conducción de Cristina y no decida patear el tablero intentando ponerse a tono con los tiempos no será más que eso (tal “secreto” en Mendoza lo saben casi todos los peronchos, sobre todos los que están haciendo buenas gestiones municipales, pero no pueden o no saben deshacerse de Cristina y por lo tanto están condenados a ser cada vez menos competitivos electoralmente).

Mujica, por el contrario, en su ocaso (pero también antes) está dejando crecer a los jóvenes de su partido como se ha visto en la reciente reelección uruguaya. Él no obstaculiza a los nuevos, los apoya y estimula. Cristina quiere cortarles las alas a todos antes que crezcan, solo acepta a los obsecuentes.

2) Acerca de Milei

Javier Milei: “Me gustaría meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo con Cristina adentro”

En vez de querer competir electoralmente con Cristina porque la cree un rival conveniente, Milei debería despegarse de todas las cosas en las que objetivamente coincide con Cristina (como por ejemplo, rodearse más de obsecuentes que de funcionarios con criterio propio) para empezar a cambiar la política como prometió.

Pero en vez de eso, con el poder que le está devolviendo Milei a Cristina al transformarla en la única protagonista política a su nivel, aunque en el bando contrario, el anarcolibertario no la está enterrando (tal cual metafóricamente dijo) en un cajón con el resto de los peronistas. Más bien lo que está logrando es desenterrarla de sus recientes fracasos porque quiere polarizar con ella, como también quiso Macri, menospreciando la inteligencia de la rival.

Lo que debería hacer Milei es olvidarse un poco de Cristina (ella lo único que quiere es que hablen de ella, mal o bien no importa) y dejarla en manos de quién debe estar: de la justicia, que para eso está condenada de forma rotunda en segunda instancia. Es lo mínimo que le piden sus votantes, que identifican con razón, a la casta con Cristina.

Así como a veces se hacen leyes para beneficiar a una sola persona, Milei quiere que no salga la ley de Ficha Limpia con la finalidad de beneficiar con su no aprobación a una sola persona, a Cristina. Cosas veredes, Sancho, que non crederes.

¿Porqué no quiere Milei la ficha limpia? Los suyos dicen que para no victimizar a Cristina (pero Cristina se victimiza siempre, incluso si la condenara también la Corte Suprema, se victimizaría el doble). O para que no ocurra lawfare en las provincias feudales al poder poner presos los gobernadores con esta ley a sus rivales políticos (un argumento típicamente kirchnerista). O para poder competir con ella y ganarle en las elecciones (pregúntele presidente como le fue a Macri con similar intención). O para algo quizá peor que todas esas estupideces: a fin de poder negociar con el peronismo todas las cosas non sanctas que quiere proponer, tal como la aprobación del pliego del juez Lijo. O, quizá, para algo igual de malo: a fin de que Milei y Cristina juntos se vayan sacando de encima a todos los políticos que están en el medio de uno u otro. O sea, los que se resisten a la obsecuencia con ambos. Todas razones indefendibles.

Eso que dice Milei acerca de insultar a los tibios porque son cobardes, traidores, nunca se la juegan por nada y que prefiere a los enemigos que lo encaran de frente, es confundir peras con manzanas. Tiene razón si por tibios considera a los oportunistas que juegan en el medio para quedarse siempre con los que ganan. Los borocotós de la política son despreciables, esa tibieza es miserable. Pero esos nada tienen que ver con los que buscan el justo medio. Porque el equilibrio es más necesario que los extremismos. Milei debería sacarse su fijación con Cristina y unir a todos los que tienen alguna afinidad con él, dejando de lado a los que lo consideran el enemigo total. Mejor dicho, tratarlos como tal. Vale decir, no negociar con ellos, aceptarlos como una realidad y no dar por el pito más de lo que el pito vale. Eso de despreciar más a los que lo apoyan críticamente que a los que lo odian absolutamente porque unos son falsos y los otros sinceros es una tontería colosal, un exceso de desconfianza, que tarde o temprano le costará mucho. Sin embargo, su principal interés parece ser querer enterrar a Macri y desenterrar a Cristina. Yo creo que incluso para sus propios beneficios, es una política errada.

Lo mejor sería que Milei siga confrontando y polarizando con quien quiera, tiene la Argentina y la humanidad entera -según su visión ideológicamente apocalíptica- rodeadas de comunistas. Pues mire, don Javier, qué colosal batalla cultural puede librar contra tantos zurdos sin por ello detener todos sus pensamientos en Cristina. Pero no, lo que más le gusta es confrontar (y secretamente los suyos, negociar) con Cristina. Y con eso la está haciendo renacer otra vez de las cenizas en que se había transformado luego del fracaso fenomenal del último gobierno peronista. Claro que ella busca diferenciarse todo lo que pueda de lo que fue su principal responsabilidad, pero que hoy esté de nuevo en la cúpula de todas las atenciones, ella por si sola no habría podido lograrlo sin la ayuda del gobierno que la quiere de rival principal. Pero con eso no van a ganar nada y pueden perder mucho.

Cristina debería pasar a cuarteles de invierno si no va a la cárcel. Es lo que incluso la mayoría de los peronistas desean para sacarse su yugo de encima y poder respirar solos. Pero siempre aparece un aprendiz de brujo, llámese Macri antes o Milei ahora, que se creen muy vivos y dicen que hay que ganarle a ella para recibirse de campeón definitivo. Sin saber que ella, sin la sangre que le donan sus rivales, hoy no es más que el Mike Tyson de su reciente pelea y que por sí sola no pelearía mejor que el viejo campeón. Pero como a Drácula, la sangre ajena la hace renacer, y esa sangre se la están regalando los que quieren polarizar con ella.

Con Cristina no hay que pactar ni pelear, hay que tratarla con la mayor indiferencia posible. Que si quiere recuperar protagonismo lo haga por sí misma y por sus habilidades políticas y no porque algún rival creyéndose émulo de Maquiavelo la quiera fortalecer para que no crezcan otros más competitivos. O por la vanidad de pelear con quien, en el fondo de sus subconcientes, admiran. Deje el gobierno que Cristina siga su destino, ya sea en la política o en la justicia, pero no la revivan innecesariamente. No se trata de enterrarla en un cajón con los otros peronistas, se trata de no desenterrarla del cajón donde ella misma se metió junto a los peronistas que la siguieron en su aventura albertista.

3) Acerca de Ficha Limpia

Vaya todo este extenso introito explicando las personalidades políticas de Cristina y Milei para afirmar que la ley de ficha limpia no puede transformarse en lo que se está transformando: nada más que en un toma y daca entre esos dos políticos. La ley de ficha limpia es pedida por la sociedad para castigar a todos los corruptos. Es una ley contra la corrupción en general, no especialmente contra Cristina, como hasta desde el gobierno nos quieren hacer creer. En todo caso, que al que le quepa el sayo que se lo ponga.

En Mendoza la ficha limpia impide ser funcionario público a aquel que tenga solamente una condena en primera instancia. Y es de lejos lo que correspondería. Para colmo, si ahora Milei no aceptaría ni la segunda instancia y quiere que se aplique la ficha limpia solo cuando la apelación ante la Corte sea respondida, eso es lo mismo que nada. Es no querer que haya ficha limpia en la nación, como sí quieren la inmensa mayoría de los ciudadanos (incluyendo a la mayoría de los votantes mileistas).

La realpolitik (o sea, hacer por razones de Estado cosas que no coinciden con el pensamiento del dirigente que las hace) es entendible cuando se es presidente, pero no siempre. En casos donde está de por medio la esencia, el corazón, el fundamento ético y político del gobernante, es más importante hacer lo que el pueblo quiere que lo que al gobierno le conviene. Y este es un caso típico. Y no lo decimos solamente nosotros. Lo dijo con todas las letras, sin dejar duda a ambigüedad alguna el presidente Milei en su primer discurso ante el Congreso. Ningún argumento es convincente para querer frenar la ficha limpia. Y nadie con dos dedos de frente puede entender ninguno de esos argumentos.

Seamos justos, a pesar de la pequeñez de su fuerza política, hasta ahora Milei ha ganado casi todas las peleas que encaró, a veces por nocaut, a veces por puntos. Y sólo ha recibido dos enormes golpes de puño, dos trompadas muy duras que lo hicieron trastabillar.

Una fue la marcha universitaria que ocurrió no solo por la limitación presupuestaria (ya que la apoyó la mayoría de la sociedad) sino por el error político de rodearse de gurkas (de los cuales él era uno más, al menos antes de ser presidente) que en vez de querer borrar el adoctrinamiento en las instituciones educativas inficionadas por el kirchnerismo, querían matar a la institución (incluyendo a los organismos públicos de ciencia) para así supuestamente curar al sistema educativo, sin tener ninguna alternativa con qué reemplazarla, salvo delirios. A fin de parar el conflicto con la universidad dijo que el defendía y siempre defendió la universidad pública (me cuesta creerle por todo lo que sugirió antes, pero su opinión es mucho más importante que la mía, y si él lo dice debo aceptarlo). Pero, en fin, fue un duro golpe que recibió innecesariamente. Podría haberlo evitado con un poco de habilidad política.

El otro golpe lo acaba de recibir con la ficha limpia, porque sus propios votantes quieren ver a Cristina presa. Porque a la sociedad mayoritariamente esto le está pareciendo una claudicación inadmisible con lo peor de la “casta”. La gente es comprensiva y aunque odie a todos los políticos, sabe que desde la presidencia de la nación hay negociaciones que es inevitable hacer aunque no les gusten. Pero también suele advertir de vez en cuando que hay otras negociaciones que bajo todo punto de vista son inadmisibles de hacer. Eso es lo que hoy le están diciendo desde abajo a Milei. Él debería escucharlo.

* El autor es sociólogo y periodista. clarosa@losandes.com.ar

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA