Cómo impactan los costos en la rentabilidad de las exportaciones vitivinícolas

Un informe del Ieral advierte que los costos productivos se han ido elevando en 2024, con un dólar rezagado, lo que empieza a preocupar a los exportadores mendocinos.

Cómo impactan los costos en la rentabilidad de las exportaciones vitivinícolas
El impacto de la variación de los costos en las exportaciones vitivinícolas y qué podría pasar en 2025.

Un análisis del Ieral (de la Fundación Mediterránea), señala que los costos menos dolarizados, como los salariales, han aumentado fuertemente en dólares en los últimos meses de 2024, aunque todavía están bastante por debajo de los niveles previos a la crisis de mediados de 2018. En cambio, los valores de los insumos importados han tenido incrementos menores.

Sumando al análisis, Javier Merino, director de la consultora Área del Vino, indicó que, por el lado de los ingresos, se está notando una cierta recuperación de la exportación de vinos, aunque todavía muy incipiente y habrá que ver si se mantiene. Esto, porque se vincula con dos fenómenos: uno interno, en el que el tipo de cambio tiene un peso importante, y otro, el contexto externo, donde ha habido una caída de la tasa de inflación mundial y, particularmente, en Estados Unidos, lo que hace que mejore el poder adquisitivo de los consumidores.

Respecto a lo que pueda suceder en 2025, planteó que existen dudas sobre los anuncios del presidente electo Donald Trump, de que las tasas de interés sigan bajando y que la inflación continúe su descenso, que son buenas noticias para la exportación de vinos argentinos, aunque también para los competidores mundiales.

Señaló que lo que podría modificar este escenario sería que los importadores no hayan disminuido sus inventarios. Es que, primero por la pandemia y después por la guerra Rusia-Ucrania, tenían niveles de stock importantes y la demanda por parte del consumidor cayó por la inflación mundial. Durante muchos meses, no compraban porque se estaban deshaciendo de ese inventario, sin reponer. La pregunta, ahora, es si han alcanzado un nivel que consideren óptimo.

En cuanto a las variables internas, Merino sumó que habrá que ver si la política cambiaria es controlar la cotización del dólar para que funcione con un ancla de la inflación. Estimó que, en 2025, más allá de que en algún momento se libere el mercado -algo que no ve tan claro y, de suceder, se daría en el segundo semestre-, lo más probable es que el tipo de cambio siga constante como hoy, sin crecer por encima de la inflación y, en el mejor escenario, acompañando la evolución general de los precios.

Foto: Los Andes
Foto: Los Andes

La otra cara del tipo de cambio, indicó, son los salarios reales y, si se ancla el precio del dólar, lo más probable es que los sueldos aumenten por encima de la inflación, lo que mejoraría la demanda interna de vinos, pero también aumentaría los costos de producción.

El consultor vitivinícola señaló que entre 40 y 50% de los egresos de las bodegas se relacionan con las compras de insumos y materia prima. En cuanto a la uva y el vino de traslado, las proyecciones que ha realizado muestran que tendrían un precio similar al de 2024 o hasta un 15% por debajo, con lo que los elaboradores tendrían una mejora en la ecuación, ya que otros insumos dependen del tipo de cambio, que está retrasado y, además, podrían seguir disminuyendo algunos aranceles a la importación.

Planteó que otro costo son los servicios y, entre ellos, las tarifas, que todavía podrían tener un nuevo ajuste -aunque los subsidios para los usuarios no residenciales se eliminaron en febrero de 2024-, lo que haría que se elevara ese componente. Pero resaltó que el ahorro con la materia prima y los insumos dolarizados superaría una posible suba de este ítem y permitiría aumentar el margen bruto.

Y sobre los componentes laborales, logísticos y de promoción, que representan el 30% de los costos, explicó que el más importante es el de la mano de obra, que probablemente siga subiendo el año próximo y que las bodegas sigan compensando este incremento con una disminución de empleo. Sin embargo, dudó de que puedan avanzar en la automatización, que reemplaza el costo laboral, ya que no parece haber mucha disposición por parte de las empresas para invertir en esto.

Merino resumió que, si tuviera que dar un puntaje a 2025 “con un dedo para arriba o para abajo”, elegiría el primero porque anticipa una mejora en la rentabilidad del negocio. Pero resaltó que sólo si se sostienen varias tendencias actuales y que en un mundo en el que la volatilidad es la única certeza y hasta existe la posibilidad de un nuevo conflicto armado con la llegada de Trump.

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