Un argentino que consume una canasta con 10 categorías -alimentos, bebidas alcohólicas, bebidas no alcohólicas, celular, agua, electricidad, gas, internet, servicios de streaming y consumos con tarjeta de crédito- puede llegar a pagar al menos 22 tributos distintos al año. De ese total, 11 son nacionales, 5 provinciales y 6 municipales.
Si a ese consumo se le añaden seis ítems -la posesión de una casa, de un auto, salidas al cine y recitales, la compra de un electrodoméstico y la compra de moneda extranjera para atesoramiento-, la persona pasa a abonar 37 tributos, 16 nacionales, 7 provinciales y 14 municipales.
Y si se incrementa a partir de incorporar cinco adicionales -un pasaje de avión (nacional), la reserva de una habitación de hotel, el consumo en restaurantes, un viaje al extranjero y el cambio del auto por un 0km-, le corresponden 48, de los que 27 son nacionales, 7 provinciales y 14 municipales.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) elaboró un “Vademécum tributario argentino de personas humanas 2024: cuántos tributos pueden llegar a pagar los argentinos por año”, para cuantificar el número de éstos que se abonan con las compras y pagos de servicios cotidianos.
En el informe, explican que “se denomina tributo a la cantidad de dinero que el Estado detrae del sector privado de forma coactiva, para que la administre a través de las operaciones mediante las cuales provee a la ciudadanía de bienes y servicios”. Es decir, que no implica específicamente la “carga impositiva”, ya que incluye tanto impuestos, como tasas y contribuciones. La principal diferencia entre estos es que “los primeros se detraen sin contraprestación alguna, mientras que los últimos tienen una contraprestación directa y obligatoria por parte del Estado”.
El tema de la cantidad de impuestos y tasas que “se esconden” detrás de lo que los consumidores pagan es un planteo reiterado, en particular desde el sector productivo y comercial, que subraya que los precios “altos” en comparación con los de otros países de la región -en particular en provincias como Mendoza, con la cercanía de Chile-, responden en gran medida a esta carga que se suma al valor del producto.
La Fundación Lógica, que tiene como misión “concientizar a los distintos sectores y niveles de nuestra sociedad sobre la problemática fiscal de Argentina (sistema tributario y gasto público) para posibilitar una reforma fiscal que sea racional y pro-inversión”, va difundiendo de modo muy gráfico este “peso” de la carga impositiva.
“Cuando pedís una pizza, invitás a comer al Estado. De 8 porciones que comprás, 3 se las comen los impuestos”, plantea una de las publicaciones en redes de Lógica, que toma como base el dato del Iaraf, del 42% de tributos sobre alimentos. Y otra resalta que “Cada vez que compras un jean, el Estado te lo hace bermudas”, para ilustrar el 50,3% de carga tributaria que se aplica a la indumentaria. “Esto significa que de cada $100.000 que gastas en un jean, $50.300 son impuestos. ¿Realmente es justo que una parte tan grande de tu compra se la lleven? Es hora de preguntarnos si este nivel de carga impositiva es lógico”, plantean.
Inversión de los Estados
Daniel Ariosto, presidente de la UCIM (Unión Comercial e Industrial de Mendoza), señaló que han analizado bastante los estudios del Iaraf. En cuanto a estos números, indicó que siempre se ha hablado de que en Argentina hay más de 150 impuestos a nivel nacional, provincial y municipal, y que, de esos, doce representan cerca del 95% de la recaudación.
El IVA, detalló, es, según el análisis del Iaraf, uno de los impuestos que más aporta, con el 37,8%, mientras que en el segundo lugar se encuentran los aportes y contribuciones patronales, con el 21,85%, y sigue el impuesto a las Ganancias, con el 14,1%. Ariosto planteó que el mismo presidente Javier Milei ha mencionado que el primero que quitaría es Ingresos Brutos, porque es anticonstitucional. Y sumó que el Instituto Argentino de Análisis Fiscal ha solicitado la eliminación, entre otros, del impuesto al cheque y los derechos de importación.
En cuanto a la mirada desde la UCIM, detalló que consideran que desde los distintos niveles de Gobierno deben entender que ir reduciendo los impuestos que tienen mayor peso es una inversión. Esto, porque el dinero vuelve a los contribuyentes que están en la economía formal, con lo que el comercio, los servicios y la industria reinvierten en sus empresas.
Acotó que no se debe olvidar que las compañías locales “compiten”, con estos más de 150 tributos, con los 6 o 7 que tiene Uruguay, los similares que tiene Chile y los 3 que tiene Paraguay. “Para evolucionar debemos ir retirando rápidamente impuestos nacionales, provinciales y municipales, que no nos permiten ya no mantenernos rentables, sino sobrevivir”, lanzó.
Baja y crecimiento
El economista José Vargas, de la consultora Evaluecon, indicó que existe una altísima presión tributaria en el país, porque se combinan la municipal, la provincial y la nacional. Resaltó que la mayoría de los tributos se relacionan con el consumo, lo que incide en la inflación y afecta el poder de compra. Este es el caso del IVA (en el informe del Iaraf resaltan que el Impuesto al Valor Agregado es el único que se abona el 100% de las veces en los tres perfiles supuestos), pero también de Ingresos Brutos, que es distorsivo.
Vargas planteó que esta carga condiciona la actividad económica y consideró necesario trabajar en el ordenamiento del sistema tributario. Sumó que la mayoría de los Gobiernos lo viene prometiendo -en particular al momento de la campaña-, pero no lo llevan a la práctica, porque de esto depende el sostén de las cuentas fiscales, tanto municipales, como provinciales y nacionales. Sin embargo, resaltó que una reducción inicial permitiría alcanzar un nivel de crecimiento más sostenido y, con la mejora de la actividad económica, un incremento de la recaudación a mediano plazo.
Qué Estado se quiere
Nicolás Aroma, director del Centro de Economía y Finanzas de Mendoza, subrayó que el estudio del Iaraf menciona tributos, no impuestos, y que también incluye tasas y contribuciones (estas dos últimas implican una contraprestación directa). Añadió que hay tasas que se pagan en Buenos Aires, pero no en otras provincias y eso puede resultar confuso. Lo mismo sucede cuando se habla de tasas de actividad o comercio que pagan los comercios o empresas, pero no los particulares. En este sentido, planteó que, al enumerar los 170 tributos engloban todo: empresas, personas y distintas localidades.
Pese a estas acotaciones, opinó que se debe ir a un camino de simplificación de los tributos en Argentina, pero que esta modificación no debe disociarse de la discusión de qué Estado quiere la sociedad. Para ilustrarlo, señaló que hay gente que se manifiesta en contra del impuesto PAIS, pero parte de esa recaudación se utiliza para la compra de medicamentos para los jubilados, algo que consideran que se debe seguir financiando con aporte estatal.
En la misma línea, reconoció que hay impuestos que son distorsivos, como el de los Ingresos Brutos, pero representa la principal fuente de recaudación de las provincias y les permite tener una cierta autonomía financiera.
Aroma planteó que hay otra pregunta vinculada con la problemática impositiva y es quiénes soportan el mayor peso de la carga tributaria. El IVA, indicó, no lo pagan las empresas, sino el consumidor. De ahí que quienes destinan un mayor porcentaje de sus ingresos al consumo de bienes, las personas de bajos recursos, son los que más financian este ingreso. Como contraparte, se ha casi eliminado el impuesto a los Bienes Personales, cuando en el resto del mundo es uno de los más altos.
Además, manifestó que se debe apuntar a reducir los niveles de informalidad, porque, con un 35% de la economía nacional fuera del sistema formal, quienes pagan impuestos tienen una presión tributaria efectiva mucho más alta. “Creo que hoy es necesaria esta discusión, porque el sistema tributario es complicado”, lanzó.