En estos últimos años Mendoza ha crecido, hoy es un destino gastronómico en sí mismo y está entre los más importantes del país. Está claro que esto va de la mano del boom del turismo vitivinícola, como su consecuencia lógica. En la medida que el enoturismo siga avanzando lo seguirá la gastronomía, no necesariamente en cantidad sino sobre todo, y muy especialmente, en la calidad de la oferta.
Con Casa del Visitante fuimos los primeros en abrir un restaurante en bodega, en el año 2004, a partir de nuestra experiencia muchos se animaron a seguirnos y eso fue muy positivo para toda la industria. Iniciamos con una propuesta tradicional de carnes, empanadas y ensaladas. Pero entendimos rápidamente la importancia de rescatar a través de los platos y recetas los productos típicos de la región.
Hoy, les brindamos a los visitantes una cocina regional de alta gama, a través del clásico Menú Regional pero también con la posibilidad de experimentar el Menú Degustación, una propuesta más elaborada en la que el acuerdo entre platos y vinos cobra especial importancia. Además, hace dos años abrimos Pan & Oliva, nuestro segundo restaurante, con impronta mediterránea, que gira alrededor de nuestros aceites de oliva. Y seguimos creciendo: para el año próximo tenemos planeada la apertura de un tercer restaurante, en la nueva bodega en el Valle de Uco.
Creo que la manera de posicionar la gastronomía mendocina es a través de los excelentes productos de la región, que son su corazón y es allí donde debería estar el protagonismo. En la actualidad se está haciendo un trabajo muy interesante en ese sentido con las Rutas Gastronómicas y se debe seguir trabajando en esa dirección.