La Zona Franca, ubicada en Luján, es un espacio donde las empresas que se instalan obtienen beneficios fiscales para importar y exportar. Pero pese a que está en manos del Idits (un organismo mixto, público-privado) desde 2010, carece de servicios básicos y es deficitaria. El año pasado, las nuevas autoridades lanzaron una convocatoria para que más operadores se instalen y armaron un plan de inversiones, pero hasta ahora se han desarrollado tareas menores.
Las dos empresas que se encuentran en la Zona Franca Mendoza, ubicada en el parque industrial, reciben mercaderías del exterior y las almacenan hasta que firmas locales las requieren, sin tener que pagar impuestos durante ese tiempo. Aunque esto implica que deben realizar trámites, el sistema informático que comparten con Aduana está desactualizado. En el complejo dejó de funcionar hace tiempo la central telefónica, no cuentan con agua potable, el sistema de incendios está obsoleto y no hay alumbrado público.
Para ofrecer sus servicios, las dos empresas de logística se contactan con clientes en diversas partes del mundo, pero el software que los conecta con la oficina de Aduana en la Zona Franca solo opera con Windows XP, que dejó de recibir soporte, y tiene dificultades de compatibilidad con el Wi-Fi.
En días nublados o con la frecuente neblina invernal, la antena de Internet no funciona correctamente y quienes cargan los formularios deben ir caminando hasta el edificio del concesionario del complejo, con todos los papeles, pedir que les presten una computadora y realizar la gestión. En una jornada con movimiento, esto puede demandar cuatro "idas y vueltas" en una mañana.
La central telefónica que les permitía contactarse entre los distintos sectores del predio mediante internos se desconfiguró luego de una baja de tensión y se cruzaron los números, de manera que las llamadas quedaban registradas como provenientes de un área que no era correcta. En lugar de pagarle a una empresa para que la reconfigurara, la deshabilitaron.
La visión empresaria
Si bien las empresas tienen servicio eléctrico, en la calle no hay alumbrado público. Raúl Romero, de Portasur, cuenta que, aunque no le correspondía a él porque alquila el espacio, el año pasado compró cinco reflectores Led para colocar en la manzana en la que se encuentra su empresa. Sin embargo, los meses han pasado y no ha logrado que los instalen, ya que hay un cortocircuito (que nadie arregla). Tampoco cuentan con agua potable y el sistema de incendios se ha deteriorado por falta de mantenimiento.
Romero subraya que tiene certificaciones ISO 9001 pero que cuando trae a clientes internacionales le cuesta convencerlos de que puede ofrecerles un servicio de calidad con la apariencia de abandono que tiene el espacio circundante. Por otra parte, manifiesta con frustración que zonas francas de otras partes del país están recibiendo fuertes inversiones y no sólo funcionan como espacios de almacenamiento, sino también de transformación y de venta directa de productos importados sin impuestos (ver aparte).
Pese a esto, está por realizar una ampliación para un nuevo depósito, que le demandará una inversión de 25 millones de pesos. "Las zonas francas contribuyen al desarrollo industrial y de las economías regionales, porque los materiales no pagan derechos de importación. Están en tránsito", resalta y detalla que en su depósito tiene desde muebles para una cadena de cosmética hasta paneles solares.
Marcelo Moreno, de Sia Logística, la otra empresa instalada en Zona Franca, manifestó que lleva años, desde el 2000, luchando para que el predio cuente con servicios y coincidió en que no están dadas las condiciones para llevar un extranjero. Pero agregó que en épocas pasadas, el lugar ha estado en peor situación y que en este momento la administración es deficitaria porque las tarifas están atrasadas y hay solo tres operadores (uno de ellos el Idits, concesionario).
Al mismo tiempo, opinó que, si no se modifica la reglamentación y se amplían los usos posibles, no es posible sumar nuevas empresas y que el negocio se sostenga. Esto sí podrá darse si avanza el proyecto, en el que Moreno está trabajando con el gobierno provincial, de permitir la industrialización y venta en el país dentro de la Zona Franca, como también que se consideren exportadas las mercaderías cuando ingresan al predio.
Así, detalló que hoy las bodegas envían contenedores a Chile y las almacenan por hasta tres meses en el puerto a la espera de que llegue el barco. En cambio, con la modificación, que se debe realizar en Nación, podrían guardarlos en Mendoza -en galpones propios o de operadores- y tramitar en la devolución del IVA y los reintegros.
La principal encrucijada que hoy enfrenta la Zona Franca es que, por ser deficitaria, no cuenta con un presupuesto propio para realizar las obras de recuperación y posterior mantenimiento. Esto podría solucionarse si llegaran nuevos usuarios y, de hecho, 17 han manifestado su interés en 2018, pero para que el espacio resulte atractivo deberían resolverse estas falencias.
Mejora e impulso en otras partes del país
En distintas partes del país, las zonas francas están recibiendo un impulso importante. En Neuquén se firmó hace unos días el contrato de concesión para desarrollar una de 250 hectáreas en Zapala, donde se desarrollarán actividades industriales, logísticas y de servicios, asociadas principalmente con el yacimiento Vaca Muerta.
En Jujuy, la zona franca será industrial y de venta minorista. Aunque recién han comenzado las obras, se podrá vender allí autos y motos importados hasta un 60% más baratos porque no pagarán impuestos. Lo mismo será posible en la de Río Gallegos (Santa Cruz), donde se habilitó la venta minorista de mercaderías de origen extranjero.
Por otra parte, una empresa farmacéutica brasileña ha manifestado su intención de instalarse en la de General Pico (La Pampa), que invertiría unos 40 millones de dólares pero si acceden a darle un plazo de explotación de 25 años.
Desde el Idits resaltaron que a algunas de ellas el gobierno nacional les autorizó, en el pasado, exenciones fiscales; algo que están intentando lograr ahora para la provincial.
Quieren desarrollar un parque industrial de contenedores
Las zonas francas son espacios donde las mercaderías pueden ser almacenadas, transformadas y comercializadas para su importación o exportaciones con ciertos beneficios impositivos. La que se encuentra en nuestra provincia, en el Parque Industrial Provincial, ubicado en Luján, fue creada en 1997 y en 2010 el gobierno provincial le rescindió, por incumplimientos, el contrato a las empresas concesionarias. Desde entonces, la administración está en manos del Instituto de Desarrollo Industrial, Tecnológico y de Servicios (Idits).
Alejandro Lampkowski, gerente general del organismo, detalló que cuando asumió, en febrero de 2018, la Zona Franca estaba abandonada, tenía deudas con la Municipalidad de Luján y no existía un comité de vigilancia, lo que impedía que las dos empresas -Portasur y Sia- pudieran iniciar las ampliaciones ahora en marcha. Además de regularizar esta situación, se sacaron malezas del predio y se están instalando nuevas cámaras de vigilancia (antes hubo que reparar el tendido eléctrico).
Asimismo, planteó que se revisó el cuadro tarifario porque hoy el sitio es deficitario y se pidió una partida al gobierno provincial para poder iniciar las tareas de recuperación, dentro de un plan de inversiones más amplio. Lampkowski desmintió que el sistema de incendios no funcione -de hecho aseguró que lo chequearon hace poco- e indicó que el agua de la perforación es potable, pero resta limpiar los tanques y cisternas, y hacer unas reparaciones para que el suministro sea estable (hoy hay que encender y apagar la bomba).
Por su parte, Guillermo Murphy, supervisor del Área Logística Aduanera del Idits, explicó que hay reservas para ampliar la superficie ocupada, de las actuales 20 hectáreas a cerca de 100. Esto, por intermediarios comerciales e industrias. Asimismo, está proyectado un parque de contenedores, que permitiría reducir en un 40% el costo de flete, ya que hoy, por la merma de importaciones, los exportadores mendocinos deben alquilar uno en Chile y traerlo vacío.
El proyecto de ampliación también incluye la extensión del ramal del ferrocarril San Martín que llega a destilería -sería un tramo de 4 kilómetros- para poder trasladar los contenedores en tren.