En aquella ciudad mendocina de fines del siglo XIX, hombres, mujeres y niños, la mayoría vestían a la moda europea, aunque los más humildes quedaban excluidos.
Trajes, vestidos y sombreros eran acompañados por un buen calzado que, en su mayoría, era importado o venía desde Buenos Aires.
Los zapatos no eran como los conocemos actualmente. Se confeccionaban a mano y los modelos eran abotinados, de suela y acordonados, tanto para hombres como para mujeres. No existía el plástico ni el inyectado de la goma. Generalmente se teñían de un solo color que era el negro. Luego, con el tiempo, aparecieron otros colores como el blanco y el marrón.
A principios del siglo XX, los hombres comenzaron a usar un calzado al que denominaban polainas, que era una especie de abrigo de tela que se ponía cubriendo la botamanga del pantalón y el empeine del calzado. Esto era más "por pinta" que funcional.
En cambio las mujeres utilizaban unos botines muy pegados al pie.
Otro de los calzados que se utilizaban eran las botas de media caña. Si bien hoy es exclusividad de las mujeres, en aquel tiempo solamente los hombres podían usarlas.
Calzados de los años locos
Después de la Primera Guerra Mundial, la moda cambió, haciéndose más equilibrada entre el hombre y la mujer y el calzado no se quedó atrás, con diseños más confortables y novedosos. La industrialización hizo que los zapatos se fabricaran con gran perfección y masivamente, abaratando el costo.
Eran los tiempos de los llamados "Años locos" en los que la mujer comenzaba a ganar terreno frente al hombre. Las chicas se atrevían a usar faldas cortas, a fumar cigarrillos y, por supuesto, a usar tacos altos. Los modelos para ellas eran variados, vistosos y muy delicados.
La publicidad y un mejorado poder adquisitivo produjo que el consumo por el calzado fuera masivo.
Ya en los años '30 y '40, el cazado poseía una diversidad de modelos inimaginables.
Las pioneras
En aquella Mendoza antigua, el calzado era producido artesanalmente por los zapateros. Muchos de ellos eran de origen africano; también los había británicos hasta mediados del siglo XIX.
Después del terremoto de 1861 y la reconstrucción de la ciudad, se instalaron algunos locales de zapaterías. Quizás la más conocida y popular era la llamada "Zapatería Roma". Su dueño era de origen italiano. Allí existía un gran surtido de calzado nacional e importado. Otra que competía con ésta era "Buenos Aires", que quedaba en la calle del mismo nombre atendida por varios empleados; tenía en su interior un finísimo decorado con confortable asientos.
Muy lujosa para aquella época. Tal vez, una de las más top era la llamada "Zapatería inglesa". Allí las damas y caballeros más destacados de la sociedad adquirían sus zapatos importados y a última moda. La misma estaba ubicada en calle San Martín al 1300. Sin lugar a dudas, éstas ofrecían grandes ofertas para sus clientes haciendo que la competencia fuera feroz.
En los años 20 apareció "La guerra"; no solamente tenía venta de calzado sino también los manufacturaban. Las instalaciones eran inmensas.
Las grandes tiendas como Casa Arteta, El Guipur, The Sportsman, Gath & Chaves, entre otras, competían también con gran éxito, sumando a las vidrieras del centro mendocino ofertas y promociones.
Zapateros mendocinos, a sus zapatos
El oficio de calzar a los mendocinos fue extendido por algunos africanos en el antiguo poblado.
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hace 1 hora