"... un revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro...".
Ernesto Che Guevara
De Zannini, el flamante candidato a vicepresidente que acompañará a Scioli en la campaña por la presidencia de la Nación, sabemos algo. Es el candidato del FpV, es el fiscal de Scioli, su guía, su custodio y vigilante. Es el hombre de la Presidente en la fórmula. Es el candidato que para el núcleo duro -y no tan duro- del amplio abanico K, mejora la posición del candidato a presidente.
De Scioli solo se sabe lo que hemos visto a lo largo de todos estos años. Que fue un deportista de primer nivel en la motonáutica y que llegó a la política con Menem después del accidente en el que pierde la mano derecha. Luego pasó a estar con Duhalde y recayó finalmente en la vicepresidencia de Kirchner.
Sabemos que es el gobernador de Buenos Aires de los últimos ocho años y sabemos que siempre fue menospreciado por el matrimonio Kirchner, lo que equivale a decir por el kirchnerismo en todos sus cuadros. Hebe Bonafini, y los intelectuales de Carta Abierta lo tienen por un derechoso indigno.
En realidad nadie sabe mucho acerca de la ideología de Scioli. Tampoco sabemos si él mismo sabe cuál es su ideología.
Pero de quien sí sabemos algo, es de Carlos Zannini. La diputada Elisa Carrió lo llamó “estalinista”, y no se equivocó, por lo menos en este asunto. En la década del ’70, Carlos Zanini militó en la izquierda extrema y formó parte de Vanguardia Comunista, agrupación que devino en el Partido Revolucionario Marxista Leninista, de orientación maoísta.
Juan José Sebreli tiene un pasado marxista e incluso trotskista, pero sabemos de él que es un pensador que piensa y se repiensa a sí mismo y a la realidad de una manera egregia, lo que le ha permitido evolucionar permanentemente y encontrarse hoy en las antípodas de cualquiera de las posiciones colectivistas o comunistas que supo concebir en otros tiempos.
Algo parecido puede decirse del periodista Alfredo Leuco, comunista hace cuarenta años y hoy un crítico descarnado y valiente de los setenta y de todo tipo de autoritarismo. El eurocomunismo rechazó el modelo soviético de desarrollo y el Partido Comunista Italiano fundado por Antonio Gramsci rompió con la URSS por la brutal represión a los obreros de Solidaridad en Polonia en 1981.
¿Habrá tenido Zanini una evolución parecida? Casi no se le conoce la voz, tampoco su pluma. Quienes no se retractan de algo -tenemos que afirmar- permanecen en su postura. Esto me permite pensar que el señor Zannini, candidato a vicepresidente del FpV, posiblemente el sector político que más votos sacará en octubre próximo, mantiene claras sus ideas de antaño.
Zannini cree que las matanzas, persecuciones políticas, confinamientos, torturas y el despotismo sangriento de Lenin y Trotsky en Rusia entre los años 1917 y 1922 fueron justos y necesarios para salvar la revolución; cree que 23 millones de muertes a mano de Stalin fueron inevitables para lograr el sueño de la igualdad; cree que Mao Tse Tung tuvo que eliminar a 65 millones de chinos porque el único destino posible de la Humanidad radica en el triunfo de la Revolución; y cree que el Che Guevara es un héroe al que debe justificarse -siempre por aquel bien superior llamado Revolución- que haya asesinado a cientos de civiles desarmados sin derecho a defensa en la mítica Fortaleza de San Carlos de La Cabaña, a la entrada de la Bahía de La Habana.
Zannini no cree que la división de poderes sea algo necesario o importante para nuestro país. Finalmente, no cree en la ramplona y burguesa República concebida por nuestros próceres constituyentes de 1853.
Para obtener mejor información sobre estos temas, recomiendo la lectura del documentado “Libro Negro del Comunismo” escrito en 1999 por un selecto grupo de intelectuales de la centro izquierda francesa editado por Stéphane Courtois. Quien vote a Zannini debe saberlo: con su voto suscribe, avala y vitorea los casi 100 millones de muertos que ha provocado el comunismo extremo en el mundo en menos de cien años de existencia.