Zaharay Ortega: “Hemos salido a recuperar un espacio histórico”

Los nuevos directivos de la AMC están en plena reformulación de su entidad para adaptarse a las nuevas necesidades del músico del siglo XXI y recuperar al mismo tiempo los principios de sus socios fundadores.

Zaharay Ortega: “Hemos salido a recuperar un espacio histórico”
Zaharay Ortega: “Hemos salido a recuperar un espacio histórico”

La de la Asociación de Músicos de Cuyo podría considerarse sin dudas una historia de supervivencia. Es en parte un relato de perseverancia, obstinación y voluntad del servicio de un grupo de activistas que tomaron la iniciativa de proteger el oficio de una de las profesiones más descuidadas, la del músico, si hablamos en términos de contención institucional.

Esta lucha en Mendoza viene bien de lejos, de casi cien años atrás, con artistas agrupados en varias entidades que fueron reconstituyéndose con diferentes nombres, intereses, estatutos y autoridades, hasta nuestros días, todos proyectos con principios nobles que, como otras asociaciones en el país, fueron dejando sus conquistas vulnerables a la influencia de los gobiernos de turno. Muchas de ellas cerraron y otras todavía permanecen activas, aunque también se fundaron otras nuevas.

En los comienzos, la idea de la asociación se ideó con el nombre de Asociación Musical y de Socorros Mutuos en 1937. Recién en 1961 la entidad obtuvo por parte del Ministerio de Trabajo de la Nación su Personería Gremial. De allí a 1974, año en que se integra a la Federación Argentina de Músicos y se fortalece como Obra Social de Músicos de Cuyo.

La AMC heredó por un lado varios logros obtenidos por aquellos primeros socios fundadores y le ha tocado a lo largo 77 años no sólo defender esos logros sino continuar la pelea, modernizarse, prosperar, reorganizarse.

A pesar de los altibajos de los tiempos pasados y los actuales y con un plan que tiene mucho de refundación, las nuevas autoridades que asumieron hace dos años se esperanzan en un  nuevo comienzo que no sólo recupere los principios de sus orígenes, sino que se integre especialmente a los oficios de los músicos del siglo XXI.

Por estos días, la institución tiene doscientos socios activos,  cumple actividades gremiales, artísticas, culturales y educativas. Ofrece siete clases semanales de música abiertas al público en general (piano, bandoneón, percusión, guitarra, canto popular, lectura musical, etc.) y principalmente sigue cumpliendo su rol de aval y asesoramiento legal y laboral para los músicos.

La actual secretaria general de la AMC, la cantante Zaharay Ortega de 35 años de trayectoria profesional, y el resto de la comisión, vienen intensificando este plan de reorganización del sindicato, ubicado en calle Rioja al 1439.

-¿Cómo han renovado las actividades de la asociación para este año?

-En primer lugar tenemos un programa piloto, un taller popular de música. Comenzó en marzo de este año, al principio con tres profesores y ahora se han sumado otros cuatro, aunque para fin de año proyectamos llegar a especialidades dentro de los instrumentos. En realidad, se está ajustando a los otros talleres que se ofrecen semanalmente, como el de canto, que dictamos Daniela Bajuk, Andrea Echevarría y yo; el taller de guitarra de Cristian Orozco y Diego Lana; el de bajo de Yuyo Iglesias; el de teclado que da Cristian Orozco y el violín en manos de la profesora Aylén Funes.

El plan para este año es profundizar en el aprendizaje de un alumno que, si bien puede saber tocar algún instrumento o cantar,  pueda ser capacitado para leer música en pentagrama. Nos hemos propuesto hacer algo más que una tecnicatura y superar más adelante el nivel básico.

-¿Y para la segunda mitad del año?

-Justamente estamos dando los últimos detalles a nuevos programas de talleres que se iniciarán a partir del viernes 1 de agosto, con clases para estudiar bandoneón, trompeta, batería y producción musical. A estos talleres nuevos se sumarán también una serie de clínicas y clases magistrales que iremos dando a conocer en los próximos días. Quizá el logro más significativo para este año sea la firma de un inminente convenio de prestación para que nuestros socios puedan ser atendidos en el Hospital Universitario. Aunque todavía no tenemos la fecha exacta del lanzamiento de este beneficio, la idea es que podamos proteger a los socios que, por alguna razón, se han quedado sin cobertura médica.

-¿Cuando se iniciaron estas reformulaciones dentro de la asociación?

-Fue a partir del nuevo comité directivo. Comenzamos a trabajar el año pasado. Teníamos la consigna de hacer una ruptura, debíamos ser idóneos frente a los desafíos si queríamos cambiar, modernizar o renovar las actividades a la asociación. Nos hicimos cargo, como suele decirse. Quisimos salir a buscar espacios nuevos, reconstruir puentes, retomar o mejor dicho reconquistar los lugares que nunca tendríamos que haber perdido como institución. En definitiva la propuesta es conformar un sindicato que, luego de muchos años de adormecimiento, ha salido a recuperar su espacio histórico.

-¿Qué es lo primero que ustedes ofrecen de primera emergencia para el músico?

-Primero que nada, desde hace dos años buscamos que la gente nos conozca. Queremos que los músicos, profesionales o amateurs, o quienes quieran aprender algún instrumento, se acerquen a nuestra casa. Por ejemplo, una de las ayudas que ofrecemos es asesorar al músico que está comenzando a encontrar empleo que aprenda el tema de la facturación, el armado del currículum, le aconsejamos cómo planificar la grabación de sus demos y demás. También queremos instituir un concejo de socios vitalicios, articulados en un plan mayor que nos permita intercambiar experiencias y generaciones, para relevar las distintas necesidades.


-¿Cuál sería la ayuda más efectiva en esta etapa?

-Sin duda es el aval que como asociación se lleva el músico; lo que le permite defenderse en la calle. También brindamos asesoramiento sobre cómo hacer los formularios de derechos de autor y composición, entre otros trámites. En definitiva, intentamos generar un medio completo de protección para los músicos, retomar ese ejercicio de solidaridad que hace muchos años creó las bases de los fundadores, que con distintos nombres o experiencias, comenzaron a legitimar el trabajo profesional del músico. No tenemos que olvidar que Mendoza fue precursora en la creación de un gremio hecho para músicos, mucho antes del que se fundara en Buenos Aires.

-¿Hay otros proyectos planteados a largo plazo?

-Varios. Pero el más relevante en cuestión de proyectos institucionales tiene que ver ahora con la búsqueda de una Ley de Jubilación. Hubo un borrador hace diez años pero quedó en la nada, aunque actualmente existen varios modelos que pueden servir para guiarnos, como el que tiene Paraguay.

-¿Qué le dirías a un músico o a un potencial aprendiz de algún instrumento sobre lo que ofrece hoy la AMC?

-Por un lado, que las inscripciones para tomar los distintos talleres que ofrecemos están abiertas todo el año. Se pueden inscribir en una fecha, por módulos y por niveles, sin límite de edad. Por otro, si bien los socios pagan una cuota anual de 80 pesos, no hace falta ser socio para tomar estas clases. De hecho, la totalidad de los alumnos que tenemos ahora no son socios, son personas que tienen otra profesión u oficio y sin embargo quieren estudiar un instrumento o cantar. En todo caso, son los profesores los que cobran una cuota bastante accesible al alumno, teniendo en cuenta que son cuatro clases mensuales con una duración de una hora y media cada una.

En su sede de la calle Rioja (entre Buenos Aires y Entre Ríos), más allá de lo anteriormente descrito, la AMC tiene sala de ensayo, biblioteca y realiza sus actividades el colectivo Proyecto Joven, destinado al asesoramiento exclusivo de los músicos más chicos, que se ha sumado a la lucha conjunta con otras asociaciones para conseguir la derogación de la Ordenanza Municipal 10.592/79 de la Ciudad de Mendoza, la cual prohíbe toda manifestación musical por las calles céntricas, una ordenanza que hace retroceder a la administración de Víctor Fayad a los tiempos de la última dictadura militar.

Los talleres

Lunes: taller de guitarra, dictado por el profesor Cristian Orozco (de 9 a 11); taller de canto y tango (de 19 a 21), dictado por Zaharay Ortega.

Martes: taller de bajo, dictado por Yuyo Iglesias (de 15.30 a 17.30); taller de guitarra, dictado por Diego Lana (de 18 a 19).

Miércoles: taller de violín, dictado por Aylén Funes (miércoles de 15.30 a 18).
 
Jueves: taller de teclado,  dictado por Cristian Orozco (de 9 a 11); taller de canto, dictado por Andrea Echevarría (de 17 a 19).

Viernes: taller de canto, dictado por Daniela Bajuk (viernes, de 15 a 17).

Inscripciones: abiertas todo el año, de lunes a viernes de 14 a 22, al teléfono 423-0402 o personalmente en calle Rioja 1439.

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