"Militante peronista. Vicepresidenta de la República Argentina. 2 veces Presidenta mandato cumplido". Cristina Fernández actualizó ya en la madrugada de ayer su "bio" en la red social Twitter, para adaptarse al nuevo rol que empezó a desempeñar.
A cuatro años de dejar su segunda presidencia, regresa ahora al Ejecutivo como número dos. Este segundo plano no le pesó durante la Asamblea Legislativa y la ceremonia de juramentos, más allá de alguna gestualidad. Cristina Fernández sabe que aliados y adversarios la reconocen como la alquimista que creó la fórmula presidencial que batió al macrismo. Los aplausos recibidos en el Congreso, para muchos, fueron más sonoros que los prodigados al presidente.
Al atardecer, como corolario de la jornada democrática, tuvo su momento y se dirigió a la militancia que colmó la Plaza de Mayo. En el breve discurso y luego de llegar junto a Alberto Fernández con la canción "Deja Vu" de Gustavo Cerati, la flamante vicepresidenta ironizó: "Yo, ahora, también estoy bien".
Del Congreso a la Plaza
A las 11.30, Cristina Fernández, vestida de encaje blanco con una túnica translúcida y palazzo de seda diseñado por Susana Ortiz, salió del departamento de su hija Florencia, en el barrio de Monserrat (a unas diez cuadras del Congreso de la Nación). Una multitud la esperó en la vereda; sólo algunos, los más tenaces, lograron darle la mano. Militantes con pecheras de la Anses procuraron -en vano- organizar un cordón preventivo. Hace cuatro años, para esta misma fecha, dejaba la presidencia y también había pasado la noche en la casa de su hija, hoy convaleciente en Cuba.
Ya en el Congreso, Cristina Fernández, apenas llegó, realizó el primer saludo a la multitud reunida en la plaza, frente a la explanada. La acompañaban Sergio Massa y Gabriela Michetti.
La transmisión televisiva mostró la buena sintonía entre la vicepresidenta saliente y la entrante, generada en las reuniones de trabajo que mantuvieron en los días previos.
Esas sonrisas cómplices y afectuosas contrastaron con el encuentro "Cristina-Macri". La imagen de la ex presidenta extendiendo su mano sin mirar a la cara al presidente saliente se viralizó en las redes sociales. Para algunos, Cristina Fernández exhibió una actitud reñida con la convivencia democrática. Sus seguidores, en cambio, argumentaron que ese saludo fue suficiente: la flamante vicepresidenta ha repetido ser víctima de una persecución política de Macri en complicidad con un sector de la Justicia.
Los presidentes saliente y entrante, en cambio, se dieron un afectuoso abrazo.
Cristina Fernández escuchó el discurso del presidente sentada a su lado, abanicándose, y mirando de reojo los apuntes leídos por aquél. Sonrió satisfecha cuando Alberto Fernández le agradeció "profundamente la generosidad" y destacó "la visión estratégica".
Terminada la ceremonia, Cristina Fernández se recluyó en su despacho, ya familiarizándose con su nuevo ámbito de trabajo. Allí, almorzó con un grupo de colaboradores. Después recibió en su oficina a las delegaciones diplomáticas china y rusa. Su centralidad política quedó ratificada. Ambas reuniones trascendieron el mero formalismo protocolar. Probablemente chinos y rusos no se hubieran acercado si otra persona ocupara la vicepresidencia.
Pasadas las ocho de la noche, después de que todos los artistas cantaran el Himno Nacional en la Plaza de Mayo colmada, Alberto Fernández y Cristina Fernández subieron al escenario. "Sé que estos cuatro años han sido muy duros para tantos y tantas. Trabajo, salario, pobreza, el hambre que tanto desvela a quien es hoy nuestro presidente y debería desvelar a todos los argentinos y argentinas bien nacidos. Fueron cuatro años muy duros. Fueron también duros para quienes fueron objeto de persecuciones, para quienes se nos buscó que literalmente desapareciéramos como seres humanos a través de la humillación. Sin embargo, pese a todo eso, hoy estamos aquí", dijo la vicepresidenta.
Fue un discurso corto, acaso reconociendo su nuevo papel de co-protagonista. Esto no evitó que le dejara algunos consejos a Alberto Fernández: "Presidente, confíe siempre en su pueblo. Ellos no traicionan, son los más leales. Sólo piden que los represente; no se preocupe por las tapas de un diario, preocúpese por llegar al corazón de los argentinos; nunca lo olvide. Cuente con el apoyo, el amor y la esperanza de todos nosotros que hemos depositado en usted".
El enviado de Trump se fue disgustado antes de la ceremonia
El enviado especial de Donald Trump a la asunción de Alberto Fernández, Mauricio Claver-Carone, se fue antes de lo pautado de la Argentina. Ni siquiera participó ayer de la ceremonia de asunción.
Los motivos tienen que ver con la invitación al ministro de Comunicación del régimen de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, quien figura con prohibición de entrada a la Argentina y a otros países. También por la visita del ecuatoriano Rafael Correa, con pedidos de prisión preventiva en su país, y por los planes del gobierno de Fernández de asilar en Argentina al boliviano Evo Morales, que está ahora en Cuba, a la espera de un posible retorno a Sudamérica.
"Desafortunadamente, debido a unas invitaciones y a algunas sorpresas que recibimos al llegar, decidí no ir y me voy temprano. No vamos a tener las varias reuniones de trabajo que tenemos programadas para mañana", contó Claver-Carone. El principal asesor de Trump para el Hemisferio Occidental suspendió entrevistas que tenía previstas para hoy con el nuevo presidente argentino y su canciller, Felipe Solá, entre otras figuras.
El propio Claver-Carone, que transmitió su disgusto y el mensaje suyo y de Trump al nuevo secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz, precisó: "Queremos ayudar a la Argentina a enfocarse en sus problemas domésticos, en sus problemas económicos, para que triunfe. Una Argentina democrática, estable, y con prosperidad es del interés de todos nosotros en el hemisferio occidental".