Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes
Comenzamos a renovar los billetes argentinos, mejor llamados: papel moneda. Algunos dicen que por el valor que tienen deberían haber sido impresos en papel higiénico. Ya ha aparecido el billete de 500 pesos, morlacos, guita, biyuya, plata, mango o vento (“con vento” para José López).
Hacía falta, porque los billetes quedaron chicos para las transacciones habituales y como la inflación sigue con su embarazo permanente, el billete máximo, que era el de cien pesos, debe sumarse muchas veces para hacer los pagos. Si te comprabas un auto nuevo pagando en efectivo tenías que ir a buscar el auto nuevo con el auto viejo lleno de billetes. El nuevo billete viene a aliviar también la tarea a los cajeros automáticos que escupen miles de veces los de cien pesos, ahora las escupidas se reducirán cinco veces.
También hacía falta hacer billetes nuevos porque los viejos están más gastados que zapatos del Papa y los en los de dos pesos, por ejemplo, aparece Mitre pero en terapia intensiva. Están más arrugados que sábana de abajo y han sufrido un manoseo tan abusivo como la AFA.
No soy Boudou, que por su currículum, tiene más experiencia que yo en esto de imprimir billetes, pero puedo darles un compendio de lo que ha de ocurrir. Van a desaparecer los próceres. Fue injusto ligar a los próceres con algo tan vil como el dinero, pero bueno, ocurrió desde siempre en nuestro país, hasta esta actualidad, cuando han de ser reemplazados por animales.
La renovación ha de ser total. Los billetes de dos, cinco y diez pasarán a ser monedas de curso legal, bueno, digamos de curso, no nos la juguemos por lo legal. Se imprimirán billetes de 20, 100, 200, 500 y 1000. La luca empezará a desempeñar su papel.
Los de 20 portarán la imagen de un guanaco, así que los necios de nuestra provincia, que salen a cazar guanacos van a poder salir a cazar billetes. Los de 50 mostrarán un cóndor, los que por analogía, se van a ir volando. Los nuevos de cien serán ilustrados con una taruca, animal no muy conocido como los contactos de Corradi, que habita en las zonas andinas de nuestro noroeste y que es como un venado.
Como tiene cuernos puede ser usado como moneda de pago por el “pata de lana”. La taruca está en vías de extinción igual que la clase media argentina. También ocurrirán los de 1000 pesos, tal vez como homenaje al hornerito, el pájaro que es símbolo nacional o a los laburantes de la UOCRA.
Por ahora se ha largado el de 500 pesos que muestra a un yaguareté, el gran felino americano que se desparrama desde Estados Unidos al sur hasta nuestro norte litoraleño. Es animal sagrado de varios pueblos originarios y solamente conoce un depredador, cuando no, el hombre. En el reverso se podrá ver una semblanza del hábitat donde mora el yaguareté, con mucha selva y río. Tal vez, algún nostálgico del cine argentino, pueda descubrir, bañándose en él a Isabel Sarli, con sus flotadores.
El yaguareté va a pasar a ser una de las cosas más ambicionadas por el argentino de este tiempo. Se va a volver a escuchar el pedido: - Perdón ¿No tiene más chico? -
Podrían haberse utilizado otros animales. Una llama no, con lo que te va a costar conseguir uno, a ver si se te quema todavía. Un peludo sería una alusión directa al radicalismo. Los mendocinos podríamos aprovechar para reflejar la realidad de nuestra ciudad e imprimir billetes con la imagen de un pericote. Los argentinos todos nos estamos perdiendo una magnífica oportunidad para hacerle un reconocimiento al animal que más utilizamos los argentinos: la vaca. Aunque sería una contradicción ir a comprar un trozo de vaca con una vaca.
Yo le hubiera puesto de imagen un batracio, sé que no es una figura agradable, pero tendría que ver más con la realidad, porque con el asunto de los billetes truchos, nos vamos a comer cada sapo.