Los más de 100 milímetros de lluvia que cayeron en sólo dos horas en la zona del arroyo Tigre dejaron una impactante imagen: un socavón de 60 metros de largo y 10 de profundidad donde anteriormente se encontraba un puente utilizado por los miles de vehículos que transitan por la ruta internacional 7.
En paralelo, aguas abajo se podía observar un segundo puente arrasado, el que antiguamente era utilizado por el ferrocarril y aún más abajo, posado sobre una de las márgenes del río Mendoza, un enorme pedazo del asfalto que todavía conservaba las líneas que solían demarcar las dos vías de circulación.
La solución definitiva a este lapidario panorama tardará por lo menos seis meses, ya que implica realizar estudios de terreno y realizar un puente completamente nuevo.
Como una salida transitoria, personal de Vialidad Nacional y la empresa contratista encargada del mantenimiento de la ruta, que trabajaron allí desde ayer a la madrugada, decidieron implementar una variante, es decir, un camino alternativo por el que habrá que transitar unos 2.000 metros hasta volver a la ruta original.
Para dejarlo listo lo antes posible (ayer por la tarde ya estuvo transitable), durante la mañana a la altura del kilómetro 1.125 -entre Potrerillos y Uspallata- unos 25 operarios con ayuda de máquinas colocaron una alcantarilla de dos metros de diámetro para canalizar el agua del arroyo, a la cual tapaban con material de la zona para concretar un terraplén. Posteriormente la obra se completará con un puente Bailey que, según calculan, llegaría hoy desde Córdoba.
“Se tomó la decisión de hacer una variante porque el camino antiguo nos lo permitía. Para ello nos fuimos aguas arriba justo hacia el lugar donde se triangula el cauce”, detalló Miguel Rivas delegado regional de Vialidad Nacional. “Además se está haciendo el perfilado por el camino que se utilizará, ya que si bien es de ripio está consolidado y tiene buenas condiciones”, destacó.
Una vez que llegue el puente Bailey desde Córdoba se estima armarlo en 2 ó 3 horas para ya dejar habilitada la circulación para todo tipo de vehículos.
“De esta forma tendríamos prácticamente consolidada la situación ya que el puente aguanta 45 toneladas y con este terraplén mucho más por lo que pueden pasar autos, camiones, cualquier tipo de vehículo”, informó Rivas. Si bien el mismo permitirá dos manos de circulación, al tener cuatro metros de ancho pueden llegar a haber inconvenientes cuando dos camiones, o un camión y un auto, se dispongan a ocuparlo.
“Los camioneros que son profesionales van a tener que tomar la precaución y si viene alguien darle prioridad”, solicitó el representante de Vialidad Nacional a la vez que adelantó que personal de ese organismo, más el de la empresa contratista permanecerá en el lugar para evitar posibles inconvenientes.
Puente en construcción
Si bien en un principio se pensó en colocar el puente Bailey sobre el socavón generado, su magnitud lo hizo imposible, ya que la estructura tiene un largo de 30 metros, la mitad de lo necesario. Por esta razón se encaró directamente la reconstrucción del puente. “Están viniendo los proyectistas por orden del gobernador para que se le dé una respuesta inmediata a esta situación”, aseguró Rivas.
Tal como precisó, una vez que esté aprobado el proyecto se comenzará con la fundación, los pilotes y las vigas. “Las características del puente serán determinadas por especialistas, pero se estiman seis meses de trabajo, aunque esperemos que sea menos”, deseó el experto que comentó que existen estructuras metálicas que implican menor tiempo de ejecución.
Apelando a su memoria, el delegado de Vialidad Nacional recordó que la última vez que se cayó un puente en la ruta 7 fue en 1986 a la altura de Polvaredas.
“En ese entonces colapsó por el deshielo; en cambio, en esta oportunidad se produjo porque en dos horas cayeron más de 100 milímetros de lluvia”, deslizó y agregó: “El puente tenía una cierta cota para que pasaran las piedras, pero ésta se tapó rápidamente por lo se produjo un endicamiento, todo el material subió y arrancó el puente que se puede ver tirado al otro lado del río”.
Por San Juan
Los vehículos que quedaron varados en Uspallata cuando se cortó la circulación de la ruta 7 optaron, en su mayoría, por retornar por San Juan.
“Salió una tanda a la madrugada y otra hoy a la mañana (por ayer). Fueron acompañados por gendarmería de Mendoza hasta el límite y después por gendarmería de San Juan”, informó Silvia Grau, vocera de Defensa Civil. Según explicó, este acompañamiento fue necesario porque se trata de una ruta de ripio con badenes y no se tenía certeza de su estado debido a las lluvias, pero finalmente los vehículos no tuvieron mayores inconvenientes.
“También hubo otro grupo que decidió quedarse en cabañas en Uspallata”, deslizó.
Ante la interrupción de la ruta 7, una de las alternativas para viajar a Chile era por Calingasta, San Juan (ruta 40 hasta Barreal y de ahí empalmar por la 149 hasta Uspallata pasando el tramo inhabilitado). De vuelta, el mismo recorrido, pero a la inversa.
Pero un temporal en Calingasta provocó ayer a la tarde el cierre de la ruta 149.
Camioneros varados
El corte de la ruta 7 debido al colapso del puente afectó también a los camiones que se dirigían o volvían al vecino país. Los que estaban en el Gran Mendoza se encontraron con la novedad a la altura de Potrerillos y si bien algunos optaron por regresar a la ciudad, otros decidieron permanecer en el lugar. Así en la YPF de esa localidad de montaña, como en los costado del camino, se podían observar ayer al menos unos 50 camiones a la espera.
“Llegamos ayer (por el lunes) y la policía nos dio la orden de que nos quedáramos acá y nos dijeron que el corte tiene por lo menos para tres días”, comentó Arturo Llanos que se encontraba charlando con sus colegas Claudio Martínez y Carlos Lamosa. Los tres oriundos de Chile no tuvieron mayor alternativa que armarse de paciencia.
“En invierno uno se acostumbra a que pasen estas cosas; pero en estas fechas, no”, manifestó.
El mendocino Mauricio Dadone se encontraba en la misma situación. “Estoy esperando que me avisen de la empresa para ver qué hago”, indicó y aseguró que tiene víveres solamente hasta la noche. “Siempre es lo mismo, los camioneros somos los más perjudicados porque por más que habiliten para los autos nosotros vamos al final”, se lamentó.
Lo peor, para él, es que una vez que habilitan todos los camiones van juntos y el camino se hace lento. “No queda otra que ir tranquilo”, cerró.