Las importaciones de manzanas continúan creciendo y el fenómeno preocupa seriamente a los productores del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Según un informe del Senasa, en lo que va del año se compraron 1022 toneladas, la mayor parte a Chile (978) pero también hubo partidas provenientes de Ecuador (23) y Brasil (22), un importador natural de la Argentina hasta hace dos años.
La tensión creciente entre los productores se basa en que a esta altura de 2016, apenas si se habían importado 23 toneladas, mientras que en 2015 la cuenta estaba en cero y concluyó con 133 toneladas traídas desde el exterior. El año pasado cerró con 2.992 toneladas. Es decir, que prácticamente toda la compra se hizo durante los últimos seis meses del año.
Siguiendo esta lógica comercial, los chacareros creen que la manzana trasandina podría ingresar con fuerza en lo que resta del 2017 para totalizar en unas 4 o 5 mil toneladas. De ocurrir, sería un récord histórico.
Generalmente la manzana de Río Negro de mayor calidad no está disponible en grandes volúmenes en el mercado interno en la segunda parte del año. Es el momento en que los trasandinos inyectan sus cajones.
Los chilenos están empujando las fronteras de sus productos con una política que les ha funcionado con el vino: calidad media, precios bajos y amplia proyección internacional. En el Valle se comenta que se observa manzana chilena entre los 14 y los 15 pesos el kilo. Unos 250 pesos el cajón de 18 kilos. El valor es altamente competitivo.
Los productores nacionales insisten que en su caso necesitan un precio superior a los 300 pesos el cajón para compensar sus esfuerzos en las chacras.
La crisis interna de la fruticultura alienta el proceso de importación. Los altos costos laborales locales sumados a la caída en mercados claves de Europa, han ido taladrando la industria de la Patagonia norte. Los chacareros explican que lo que se les les paga por su fruta -entre 1,5 y 3,5 pesos, dependiendo de diversos factores- no alcanza para cubrir los costos de producción.
Algunos de los principales jugadores del Alto Valle -como Expofrut- se retiraron de la región para operar en otras latitudes donde obtienen mejores condiciones económicas y acuerdos laborales más flexibles. Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia, Brasil y Chile arremeten en mercados que antes dominaba la Argentina.
El declive es indiscutible. En 2014 se exportaron 145.034 toneladas de manzanas, en 2015 fueron 104.719 toneladas, en 2016 solo 87.708 toneladas, en lo que va de 2017 llegan a las 41.428 toneladas.
En números históricos el negocio de la fruta movía alrededor de US$ 1.000 millones. Pero los últimos registros indican que la industria se encuentra por debajo de ese listón. Según un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), las exportaciones de peras y manzanas alcanzaron en 2016 los u$s 371 millones.
Contra los u$s 422 millones del 2015. A este apartado hay que sumarle lo que el negocio genera en el mercado interno que no alcanzaría para completar los US$ 1.000 millones.
Según un informe de hacienda y Finanzas Públicas, en el periodo 2014-15 ingresaron al Mercado Central 80.239 toneladas de manzanas y 39.432 de peras. En 2016 se exportaron 306.943 toneladas de peras y en 2015 un poco más, 331.511, pero lejos de los 410.457 del 2014.