Al menos 750 personas se enfrentan a las bajas temperaturas y las inclemencias del invierno en el pueblo griego de Idomeni, a la vez que comprueban que este punto del trayecto se está convirtiendo en un callejón sin salida.
Durante la última semana Grecia ha cerrado su frontera varias veces, estableciendo también nuevas normas para acceder a la ruta de los Balcanes.
"Además de las identificaciones y el registro, ahora también tienen que inscribirse en la policía cuando finaliza su estancia en el campamento y añadir el estado al que se dirigen. Entonces, llevan ese papel a la frontera para que lo comprueben. Y si no pone Alemania o Austria, no están autorizados para cruzar a Macedonia. Por lo que, incluso si son sirios, afganos o iraquíes son devueltos a la frontera", explica Gemma Gillie, portavoz de Médicos Sin Fronteras en el terreno.
Los ómnibus llegan a estar un día entero sin avanzar y solo una pequeña parte de los inmigrantes tiene acceso a comida y refugio.
Al margen de la crisis humanitaria que denuncian las organizaciones no gubernamentales en la zona, el primer ministro húngaro, Viktor Urban, pidió que se construya una valla en las fronteras de Macedonia y Bulgaria con Grecia para no destruir el espacio Schengen (El espacio de Schengen es un espacio creado en 1995 para suprimir las fronteras comunes entre los países integrantes y establecer controles comunes).
Planean protestas
En tanto, grupos y activistas defensores de los derechos humanos pidieron al gobierno griego que levante las restricciones en la frontera con Turquía, tras dos naufragios que dejaron un saldo de 46 migrantes muertos.
Al menos 60 personas han muerto en aguas griegas este mes cuando intentaban cruzar de Turquía a las islas griegas, en pateras y botes precarios y con mal tiempo. El sábado, los vientos fuertes impidieron que buzos guardacostas continuaran la búsqueda de cadáveres frente a la isla de Kalymnos, donde perecieron la mayoría de las víctimas de los accidentes de la víspera.
Marie Elisabeth Ingres, jefa de la misión griega de Médicos Sin Fronteras, sostuvo que la creación de un "punto de cruce seguro" en la frontera greco-turca debe ser una prioridad. "Desde el comienzo de esta crisis, MSF ha pedido que se instale una recepción legal y segura en la frontera terrestre entre Turquía y Grecia'', afirmó Ingres.
"En la actualidad, aunque hay instalaciones para la recepción en la frontera terrestre, se impide a la gente cruzarla, y a ésta no lo queda otra opción que recurrir a medios ilegales para llegar al continente, con lo cual arriesgan sus vidas y las de sus familias en el mar".
Más de 850.000 refugiados y migrantes viajaron a las islas griegas en 2015, camino de Europa central y del norte, en la crisis de refugiados más grave que ha conocido el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Apenas 3.600 personas habían cruzado la frontera greco-turca en los 12 meses anteriores, en una región con fuerte presencia militar y policial con una cerca de 10,5 kilómetros construida hace cuatro años.
Un campo de tránsito para refugiados cerca de la ciudad fronteriza griega de Orestiada tiene apenas 40 personas, en fuerte contraste con las instalaciones sobrepobladas en Lesbos y otras islas griegas, que tuvieron un promedio de 2.300 personas diarias el año pasado y llegaron a tener 7.000.
El ministro de Migración, Ioannis Mouzalas, aseguró en una entrevista el año pasado que era "imposible en las condiciones actuales" permitir un registro masivo en la frontera, con lo cual insinuó que las autoridades se verían abrumadas por el número de arribos.