En las últimas grandes citas quedó demostrado que el fútbol sudamericano debía replantearse cuestiones tácticas que suelen llevar a ciertas potencias a ser favoritas en cualquier partido. Los países vecinos tomaron ideas europeas y las plasmaron en proyectos cuyos resultados empiezan a mostrar un nivel diferente, más próximo a lo que se le puede exigir a un equipo que tenga pretensiones de conseguir títulos.
Argentina probó durante varios años y no encontró la idea, ni tampoco sus mejores intérpretes, que le dieran ese plus para estar en lo más alto, aunque en el 2014 haya sido finalista del Mundo. Ahora la cuestión parece cambiar. Anoche, como lo hiciera en Córdoba, Scaloni mostró algo de lo que pretende.
Un equipo corto, con centrales bien posicionados, laterales que hagan el ida y vuelta de manera segura, volantes con características más ofensivas que defensivas y con un delantero neto que se mueva por todo el frente de ataque. Aunque el resultado es lo de menos, cuentan algunos, frente a México el trámite se solucionó rápido con una genialidad de Icardi.
La Selección no lucía, pero estaba sólida y bien parada. Las marcas escalonadas y donde todos colaboran en la recuperación, pueden ser síntomas de algo que se está gestando y que puede darle al fútbol nacional grandes frutos. Obviamente que deben afinarse detalles buscando consolidar un redimiento que le permita a nuestro país tener el peso de otrora, pero lo mostrado en los 45' iniciales es digno de rescatar, aunque se haya compartido el dominio.
El reinicio mostró a México más seguro con la pelota. Argentina ensayó un cambio puesto por puesto con el ingreso de Cervi por De Paul, y en la primera que tocó el ex Central dejó el desparramo. La idea estaba clara más allá de ese comienzo donde el equipo esperó en su campo. Había que tener la pelota y darle más participación a Icardi, que hacía bien el trabajo de pivotear, aunque en pocos casos tenía una descarga segura. Scaloni mandó a la cancha a Paredes por Ascacíbar.
Así las cosas, y con Lo Celso en cancha, quedó en claro que el DT propone tener efectividad de tres cuartos hacia adelante. Este grupo no brilló, pero mostró eso que a los argentinos nos gusta: compromiso, marca y respeto por la camiseta que usan. Falta la frutilla del postre que puede ser Messi, pero con o sin él, hay un proyecto de juego que puede seguir creciendo con partidos amistosos y consolidarlo en aquellos que sean por los porotos.
Rompieron las redes
Mauro Icardi y Paulo Dybala, se sacaron esa mochila que tenían cada vez que se ponían la camiseta de la Selección Argentina. La historia dirá, que un martes 20 de noviembre de 2018, tanto Icardi como Dybala, conviertieron su primer gol con la camiseta albiceleste y en nuestro Malvinas Argentinas. Histórico.
Rápido y furioso. El capitán del Inter le dio su primer pase a la red al minuto de juego y lo gritó con todo. No era para menos. Fue su primer tanto con la camiseta argentina. Al octavo partido como titular, pudo cortar la sequía.
Mauro debutó en 2013 cuando Sabella era el conductor.
Paulo Dybala, en tanto, llevaba 17 partidos con la Selección (10 como titular) y 821 minutos sin gritar goles.
Messi tardó 6 partidos en convertir su primer gol con la Selección. Su grito bautismal fue en un amistoso contra Croacia en 2006. A Batistuta, en tanto, le costó un puñado más de 90’ para concretar el sueño de festejar con la celeste y blanca, y lo hizo por duplicado ante Venezuela en 2001. Kun Agüero, también cumplió en su sexto juego, ante Bolivia, en Eliminatorias Sudamericanas.
Son los tres máximos goleadores de la Albiceleste y con esas estadísticas muestran que no perdieron tiempo. Es que pasan los duelos y ninguno pudo besarse el escudo nacional.
Historial. Argentina y México se enfrentaron 29 veces, con 14 triunfos de la Albiceleste, 4 derrotas y 11 empates. México no vence a Argentina desde 2004.